La mañana siguiente me devané los sesos
pensando en qué podría ponerme esa noche.
¿Algo elegante o simplemente casual?
¿Esto era una cita? ¿Dónde nos encontraríamos?
¿A qué hora? ¿Debo depilarme por precaución?
Ya. Cálmate. Respira. Empecemos la mañana de
buena manera.
Tomé unos pantalones de gimnasia y zapatillas
deportivas.
Una camiseta blanca ajustada, un sweater azul
oscuro dos tallas más grande y el cabello atado.
Perfecto.
Tomando mi IPod y auriculares bajé las
escaleras.
-¿Vas a algún lado?- preguntó mi madre
mientras tomaba su café.
Tomé una botella de agua del refrigerador.
-Iré a correr.
Ella me miró, desconcertada.
-¿Desde cuándo lo haces?
-Desde hoy- dije tajante intentando acabar con
la absurda conversación.
Ella asintió y continuó viendo las noticias en el
comedor.
Vaya… ésta vez ni te molestaste en fingir interés,
mamá.
(…)
Luego de dos kilómetros, me detuve de a poco,
respirando agitada.
La temperatura era algo fría pero me sentía
realmente genial. Había hecho una buena
elección a escoger aquel inmenso parque. El
ambiente era fresco, y el aire inusualmente
puro.
__________ Liejett haciendo ejercicio. Eso no es
algo que pase todos los días.
Había decidido empezar a hacer lo que Harry
me había dicho la noche anterior. Quizá si mis
padres veían que se me tornaba una rutina esto
de salir a hacer algo de ejercicio, podría tener
más excusas para volver temprano a casa de la
noche anterior.
Al llegar, tomé una larga y relajante ducha
demasiado necesitada de mi parte.
El agua caliente relajó todos mis músculos, y mis
nervios en sí.
(…)
{Narra Harry}
-No puedo creer que tengas el apodo de
inocente, maldito suertudo. ¡Te la tirarás ésta
noche!
Solté un bufido y coloqué los dos álbumes de