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Mía
Otro día de instituto terminado.
Este día me dieron una labor que pronto tendría que desempeñar.
Resulta que Mike, el profesor de cálculo, habló con los chicos de penúltimo curso para que decidieran quién querían que fuera su jefe de campamento, ya que se acerca el fin de semestre y es tradición llevar a los chicos de primero a quinto a un campamento, algo de competencia sana.
Los de penúltimo curso me pidieron a mí. Más específicamente, Alejandro me sugirió.
Mike es un gran amigo y aunque es un poco duro, sé que puedo contar con él para que me diga la verdad.
No quiero ir al campamento. Quiero quedarme esa semana en mi departamento sin verlo. Ser su jefe de campamento implica pasar todo el día, todos los días, con ellos. Con él.
Necesito las vacaciones con urgencia o me volveré loca.
*
Dios, que me parta un rayo.
–Muy bien chicos, los quiero a todos aquí. Los iré nombrando y subirán al autobús, pueden sentarse como quieran pero, por favor, esperen a que los llame.
Comienzo a llamar a todos, veinticinco vidas que durante siete días estarán bajo mi cuidado y responsabilidad.
–Stevens. –Digo al fin.
–Señorita Blake. –Dice Alejandro –. Hoy se ve... espectacular. – Sonríe –. Espero que su ropa salga completa de ésta.
Mierda.
Dios, ¿Dónde está el rayo que te pedí?
Subo al autobús y vuelvo a contarlos, no quiero perder a ninguno, bueno hay uno al que sí que quiero perder.
Cinco autobuses de camino a las cabañas.
Tenemos radio-comunicadores entre los maestros que vamos para poder estar comunicados en el bosque por si algo ocurre.
Espero que nada grave ocurra.
Saco mi libro y comienzo a leer.
Son cuatro horas de viaje, puedo leer y dormir un poco que buena falta me hace.
Espero que el señor Johanson no llame mientras estoy en el campamento. Hace unos días llamó y dijo que tenía buenas noticias de los patrocinadores pero no quiero ilusionarme, cualquier cosa puede ocurrir.
No sé al cuanto tiempo me quedo dormida, pero unos baches en el camino hacen que me despierte y no puedo volver a dormir. Me levanto del asiento y me dirijo al conductor.
–Oye Alec, ¿falta mucho?
–Media hora de viaje, más o menos.
¿Media hora? Dios, dormí demasiado.
El resto del viaje es tranquilo hasta que logro divisar las cabañas en las que nos alojaremos.
Cuando Alec detiene el autobús me pongo en pie y les indico a los que están despiertos que es hora de bajar.
Casi todos han bajado, solo faltan algunas chicas que intentan despertar a otra y, como no, el trío de peligrosos: Ethan, Ned y Alejandro,
Camino con paso firme hacia ellos y, como Alejandro está en la orilla del asiento, comienzo a hablarle para que se despierte, pero parece estar en coma, así que comienzo a moverlo un poco para que reaccione.
–Alejandro, vamos chico, es hora de despertar, hemos llegado.
–Joder. –Dice medio dormido.
–Alejandro. –Vuelvo a intentarlo. Ésta vez sí que consigo que abra los ojos, y que ojos. Unos ojos color gris preciosos.
–Hombre, señorita Blake, si lo primero que voy a ver es su bonito rostro, no me molesta despertar. –Sonríe.
Me pongo en pie, pues me había inclinado para despertarlo.
–Es hora, hemos llegado, despierta a tus amigos. –Digo fría y camino al primer asiento a tomar mis cosas y bajo del autobús.
No quiero verlo.
Él me provoca.
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Un estudiante peligroso
RandomSi enamorarse es peligroso, lo es más cuando tu carrera y tu futuro están en juego. No está bien todo lo que hacemos ¿está bien todo lo que sentimos? No sé qué pensar al respecto. No puedo verlo como algo más, es mi alumno. Es peligroso. Es ilegal...