Parte 5: No es el único que quiere eso

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3/3 ÚLTIMO CAP DEL MARATÓN, espero les guste

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–Muy bien chicos, ahora que todos estamos aquí, es hora de las reglas. –Todos comienzan a protestar –. Vamos chicos, es por su bien. En primer lugar, la cabaña tiene quince plazas, catorce si descontamos en la que dormiré. Yo estaré en la primer plaza, no quiero que escapen en la noche. Ni siquiera lo intenten, los voy a escuchar. Pueden abarcar las plazas en pareja, tres personas pueden quedarse solas si gustan o todos pueden conseguir una pareja y dejar una plaza vacía, si hacen eso, de todas maneras una persona se quedará sola. ¿Cómo van a dormir?

–En parejas. –Dijo Adam.

–Bien, son once chicas, quiero que, o le hagan lugar en una plaza y que duerman tres, o que una se quede sola, no quiero plazas con un chico y una chica, lamento decirlo, pero no confío en sus hormonas y no quiero ruidos extraños durante la noche ni quiero que en ese autobús regresemos veintisiete en vez de veintiséis.

Todos rieron.

–Lo digo en serio chicos.

–Señorita Blake. –Dijo Samantha.

–¿Sí?

–Sophie, Bella y yo dormiremos en la misma plaza.

–Cuidado con los tríos. –Dijo un chico que no alcancé a ver quién era. Todos rieron pero les di una mirada de muerte que callaron en seguida.

–Bien, ustedes tres pueden escoger primero su plaza. –Sonrieron y corrieron a la última plaza. Lo imaginé –. Bien, ahora, todos pueden escoger su plaza.

Salieron pitando y todos buscaban quedar en las últimas habitaciones, las más alejadas de la mía. Algo que no me sorprende ¿Cuándo un estudiante quiere dormir cerca de un profesor?

Luego de media hora, tiempo en el que todos iban de una habitación a otra para ver quienes habían quedado juntos y, se supone, debían desempacar sus cosas, los llamé a todos para que se acercaran al salón comunal de la cabaña. Para estar en medio del bosque, esto era muy cómodo.

–Chicos, ésta noche se hará la fogata de bienvenida, cada cabaña hará la suya, el señor Connor vendrá aproximadamente a las diez a encender la nuestra.

–¿El dictador? ¿Qué sabe él de bosques?–Bufó Andrea haciendo que todos rieran.

–¿Dictador? – Pregunto extrañada. Ella me ve asustada, se puso pálida.

–N-No, no dije nada.

–Vamos chicos, no sean malos, Mike no es tan malo, él vendrá y encenderá la fogata. Por ahora, faltan cuatro horas para que eso ocurra más o menos. ¿Qué les gustaría hacer?

–Ir al lago. –Dijo Ethan.

–Gran idea. – Dijo Ned.

–Bien, le informaré a los profesores que estaremos ahí, supongo que querrán nadar. Pónganse sus trajes y lleven lo que quieran, nos vamos en quince minutos. – Dije y todos salieron corriendo. Todos excepto uno.

Alejandro se acercó a mí y sonrió. ¿Qué se trae entre manos? Me asusta un poco quedarme a solas con él.

–Así que... Mike no es tan malo ¿No? – Ríe.

–¿Qué pasa Alejandro? – Espeto.

–Nada, nada. Solo que no pensé que usted y el dictador fueran tan cercanos.

–No te incumbe, pero no lo somos. Solo somos amigos.

–Oh vamos señorita Blake, ese cuarentón de cuarta no la ve como una simple amiga, la ve como una amiga a la que quiere llevar a la cama.

–¡Alejandro! – Estoy indignada.

–Es la verdad. – Se acerca aún más a mí –. Pero realmente no lo culpo, no es el único que quiere hacer eso.

Y sin más se aleja entrando a la cabaña.

Un estudiante peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora