Parte 1: Maximalismo y arte

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La alarma me despierta.

No quiero salir de la cama.

No quiero ir al trabajo.

Es demasiada presión. Es demasiada tentación.

Salgo de la cama y voy directo a la ducha. Tomo un baño rápido. Todo es algo monótono adentro de ésta casa. Todo lo contrario a estar en el instituto. Maldito instituto.

Salgo de la ducha. Siete quince de la mañana.

Seco mi cabello con la toalla y busco mi ropa interior.

Me pongo la falda del uniforme de catedráticas del instituto. Una falda color azul marino entallada hasta la rodilla. Siete veintitrés.

Busco la blusa blanca del uniforme. Todo es aburrido.

Saco los zapatos de tacón azules que utilizo normalmente con el uniforme. No quiero ir al trabajo. No quiero verlo.

Tal vez hoy decida no asistir a clases.

Ese pensamiento era el más estúpido que pude haber tenido. Es muy responsable, claro que irá a clases.

¿Por qué no podía ser un cliché y ser un estudiante irresponsable? Eso me daría la oportunidad de mandarlo a tutorías y no lo vería en mi clase.

Tenía que ser el estudiante más malditamente guapo de su curso. Es guapo y responsable. De los mejores. Del cuadro de honor. Capitán del equipo de baloncesto. Responsable. Guapo. Y caliente.

Mierda.

Deja de pensar en eso, Mía.

No puede estar pasándome esto.

Nunca he visto a un estudiante de éste modo. En primer lugar, es ilegal. Es solamente un estudiante, es un niño. No es el primer estudiante guapo que tengo, ni el primero que me observa como lo hace él.

¿Qué lo hace diferente?

Ni siquiera yo lo sé.

Salgo de mi departamento y subo al ascensor. Saludo a Charlie, el portero.

Subo a mi auto, un viejo camaro rojo clásico. Siete treinta y siete.

El recorrido hasta el instituto me toma menos de diez minutos.

Entro a la secretaría y marco entrada. Siete cincuenta.

Camino hasta el salón de artes.

Pongo el material sobre la cátedra. El día pinta a ser largo.

La primer hora la tengo libre.

Voy a una cafetería cerca de la escuela y compro un café cargado. Regreso al salón y comienzo a leer los borradores que había escrito la semana anterior. Espero que el señor Johanson me llame pronto. Quiero poder empezar a hacer algo realmente grande.

Disfruto mi trabajo, no me malentiendan, ser maestra es la mejor cosa que puedo hacer. Me encanta ver los rostros felices de mis estudiantes, aunque sé que solamente es porque saben que mi clase es algo más fácil que otras materias. Me gusta darles un respiro de vez en cuando.

Suena el timbre y sé que mi tortura comenzará pronto.

Los estudiantes de penúltimo curso, su curso, comienzan a entrar.

Todos entran hablando y gritando, charlando sobre lo que hicieron el fin de semana.

–Hola chicos.

–Hola señorita Blake.

–Espero que su fin de semana haya sido divertido. Hoy vamos a tener la mitad de la clase teórica y la mitad de la clase práctica. – Todos comenzaron a protestar –. Silencio. Este mes el tema es maximalismo, así que como es un tema que vimos el año pasado, no me tomaré dos clases para la teoría, solo me tomaré la mitad de ésta hora para que recordemos algunas cosas importantes y luego comenzarán a pintar.

La mitad de la hora se fue muy rápido entre explicaciones y bromas sobre las pinturas maximalistas que les presenté en una proyección.

–Muy bien, ahora, quiero que todos piensen en color, en forma, en tamaño y que comiencen a dibujar. Para éste cuadro no quiero pinturas al óleo ni acuarelas. Quiero que utilicen crayones. Pueden ser de madera, cera, pastel, inclusive óleo en crayón. Pero solamente quiero crayones. ¿Entendido? –. Algunos asintieron, otros respondieron y comenzaron a trabajar.

Me senté detrás de mi escritorio y continué con la corrección de mis escritos. A los pocos minutos de haber dado las instrucciones escuché un banco arrastrarse y alguien que se acercaba.

–¿Señorita Blake?

Respiré profundo antes de levantar mi vista.

–¿Dime, Alejandro?

–Verá, quería saber ¿es posible que utilice varios tipos de crayones para éste trabajo? Estaba pensando que si es maximalismo, podría hacer que el cuadro tuviera varias texturas.

Dios, ¿por qué debía ser tan guapo y aplicado?

–Verás, Alejandro, aunque sea maximalismo, no te recomiendo que utilices muchas texturas, podría dañar la vista final del proyecto. Puedes utilizar pastel y cera, cera y óleo, óleo y pastel, si quieres, pero no más que eso. Con texturas cremosas no utilices otras más secas como madera. Si sigues esas reglas, no hay problema con que mezcles técnicas.

Asintió y dio media vuelta. Pero regresó sobre sus actos y se inclinó hacia mí haciendo que me sorprendiera.

–Hoy se ve muy guapa, señorita Blake.

Mierda.

Un estudiante peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora