Parte 10: ¿Una dulce venganza?

10 2 0
                                    


Hola! bueno pues solo les diré que como no he subido como es debido, les haré un maratón, esta es la parte 1/3. Espero les guste.

Mía

"–Mírate, eres una pequeña zorra, toda sudada y enrojecida. El sexo te sienta bien."

No puedo salir de la cama y topármelo en la actividad hoy. Es humillante.

Nunca me ha molestado que me hablen "sucio" durante el sexo, es de lo más natural, pero me molestó la manera en que me lo dijo.

"...eres una pequeña zorra..."

Como si fuese natural llamarme así, como si decirlo le diera algún poder sobre mí.

Me molestó tanto que lo saqué de mi habitación en ese instante, sin darle tiempo para nada más.

Me sentía tan molesta que mi cuerpo no sintió la frustración de no acabar lo que habíamos empezado.

Es un idiota.

Me levanto de la cama y salgo a la sala comunal para sonar la campana que anuncia la hora de despertar.

Tomo una ducha fría para limpiar cualquier rastro de cualquier actividad delictiva para el campamento.

Busco entre la ropa que traigo un pantalón para yoga hasta la rodilla y una blusa un poco ajustada de tela absorbente.

Hoy la actividad es larga y hace bastante calor. Quiero estar cómoda.

Les he despertado a todos hace una hora, les quedan quince minutos para salir a los más rezagados, algunos ya han salido y esperamos en la sala comunal de la cabaña.

Solamente faltan cuatro personas: dos chicas, Ned y Alejandro.

Toco la puerta de las chicas dos veces y les anuncio que les quedan diez minutos para salir.

Me dirijo a la puerta de los chicos y cuando estoy por golpearla, ésta se abre y da paso a un Alejandro que luce cabizbajo, pero cuando me ve más bien parece molesto.

–Permiso –. Dice frío y molesto. Que extraño, él nunca ha sido grosero.

Me hago a un lado para dejar que pase y Ned también pone mala cara cuando me ve.

¿Qué mierda es esto? ¿El día de "andemos con cara-culo"?

Los chicos se unen con sus amigos y el trío del mal parece actuar como si nadie más existiera.

Todos nos reunimos en el centro de las cabañas, esperando a que nos den las instrucciones generales de la actividad de hoy.

No veo a Mike por ningún lado y eso es extraño.

Luego que nos han dicho lo que debemos hacer, me reúno con mis chicos para que armemos una estrategia de juego. Debemos encontrar todas las especies de plantas del catálogo que nos han dado junto con tres instantáneas, se deben dividir en tres grupos para que puedan usar las tres cámaras, encuentren las plantas y le tomen una fotografía. Pero deben tener cuidado porque hay una cabaña que se encargará de dispararles a todos con pintura y si todos los de una cabaña son manchados, esa cabaña queda descalificada.

El juego comienza y yo me dirijo al punto en el que acordamos que yo estaría para llenar el álbum, es una suerte que a mí no puedan dispararme los de la cabaña encargada de eso, así que ellos me traerán las fotografías y en exactamente una hora y media cambiaré de puesto y me dirigiré al siguiente punto, para que así tengamos una ventaja sobre los tiradores y dentro de dos horas lo volveré a hacer, y en caso de aún no terminar, iré al puesto final donde me quedaré hasta que terminemos.

Al cabo de unos veinte minutos, el grupo A trae la fotografía de dos plantas y vuelven a irse. Luego, el grupo C trae la fotografía de una hoja muy rara y así durante los primeros noventa minutos logramos encontrar doce plantas de las treinta que son, creo que vamos muy bien y a ninguno de mis chicos le han disparado, lo cual lo hace genial, pero ya notificaron de dos chicos de otra cabaña que ya habían sido sacados. La verdad es que es un juego muy divertido para los chicos, o al menos eso es lo que yo creo.

Pasan las siguientes dos horas y nos faltan únicamente dos plantas: una hoja de hiedra y un hongo. No sé por qué pusieron pantas y hongos venenosos entre lo que había que buscar, pero en serio son tontos, conociendo a estos chicos, son capaces de comerse los hongos con la excusa de tener hambre.

Me muevo del lugar en el que me encontraba hacia mi nuevo punto de encuentro con los chicos.

En el camino escucho ruidos muy extraños para un bosque y decido que mi deber como encargada de un grupo, es ver que está ocurriendo.

Me acerco al lugar del que provienen los ruidos intentando ser muy silenciosa.

Aparto un matorral que se mete en mi camino hacia donde creo que debo dirigirme y me topo con lo que menos hubiera imaginado: una chica, Sophie, y un chico teniendo relaciones contra un árbol. Tal vez no estaría tan impactada si el chico fuera Adam o Ethan, pero no, el chico es nada más y nada menos que Alejandro.

¿Qué mierda está pasando aquí?

Alto.

Un momento.

Todos sabían en qué momento yo cambiaría de puesto, pero específicamente el trío del mal sabían por dónde me iría, ellos trazaron el mapa para que no me extraviara. Así que Alejandro definitivamente sabía que pasaría por aquí.

¿Lo hizo a posta? ¿Acaso quiere meterse en problemas?

Bueno... quizá ese solo sea mi lado racional hablando, la verdad es que hay una partecita de mí que está dolida y no veo por qué, digo, es un chico haciendo una estupidez con una chica que decidió que sería una aventura digna de contar al volver del campamento.

No me doy cuenta que los sigo observando hasta que veo cómo el rostro de Alejandro cambia de la típica excitación a una sonrisa entre malévola y triunfal, y entonces me doy cuenta que me está observando, que se ha dado cuenta que los he pillado y no se ha inmutado en lo más mínimo.

Lo ha hecho a posta. Está más que claro.

Un estudiante peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora