Parte 3: Primer paso: campamento

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Hola! solo quiero que sepan que hoy cumpliré una promesa: le prometí a una linda chica que subiría hoy una maratón de 3 capítulos. Así que éste es el primer capítulo.  Disfruten.

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Alejandro

–Muy bien chicos, como saben, se aproxima el campamento de fin de semestre y como parte de la tradición del instituto, los estudiantes de último y penúltimo curso pueden elegir el maestro o maestra que quieren que sea su jefe de campamento. – Dijo el dictador, el señor Connor, el maestro de cálculo.

–Que sea el señor Rossmonth, es buena onda. – Dijo Samantha. En realidad no le interesa que sea buena onda, lo quiere porque está colada por él.

–Lo lamento, Samantha, el profesor Rossmonth lleva a los de primero.

–Diablos.

–¿Y si es la señorita Philips? – Preguntó Ethan.

–La señorita Philips nunca lleva a ningún curso, ella va como auxiliar, sobre todo de enfermería.

–¿Por qué no la señorita Blake? – Sugerí de manera inocente.

–Supongo que no habrá ningún problema, la señorita Blake, hasta donde sé, no lleva a ningún curso.

–Genial. –Dijo Ned, mi mejor amigo –. Vamos a por ella. – Dijo de manera que solamente yo pudiera escucharlo.

Reí por lo bajo. Al igual que a mí, la señorita Blake le parecía muy atractiva a mi mejor amigo. Pero yo tenía la ventaja de haber tocado su culo, algo que estoy seguro, Ned no ha hecho, o lo sabría yo... y todo el instituto.

El resto de la hora pasó lentamente. Algo que suele suceder cuando debo verla a ella.

Cuando el timbre sonó por fin, me dirigí a mi taquilla para dejar las cosas de las otras materias.

Es martes, dos horas para ver ese perfecto culo en movimiento mientras revisa las pinturas de todos. Me encantaría volver a tocarla. Dios, solo de pensarlo me empalmo.

Camino junto a Ethan y Ned hacia el salón de artes.

Cuando entramos me quedo sin aire, casi nadie había llegado aún. Solo un par de chicas que no estabas prestando atención y la señorita Blake estaba revisando sus escritos como siempre, estaba tan distraída que no se percató que uno de los botones de su blusa se había abierto, o tal vez lo había hecho a posta. Sonrío ante ese pensamiento, no es ese tipo de mujer. No necesita enseñar para ser provocativa, pero diablos, sí que tenía algo para enseñar.

Con veintitrés años sí que tiene todo como es debido. Un par de tetas de un tamaño bastante bueno y un culo de muerte, todo muy firme, eso se nota. Un rostro precioso. Unos labios carnosos que usualmente pintaba de colores suaves. Es muy guapa y lo sabe, estoy seguro de ello porque no se maquilla demasiado, suele ser natural. Un cabello color castaño oscuro largo hasta casi la cintura, ondulado. Pero lo más precioso de ella son sus ojos, tiene unos ojos verdes que permiten ver su alma, son un libro abierto, pero un libro de misterio, lleno de cosas por descubrir. Es preciosa.

La deseo.

Vaya que la deseo.

Aún recuerdo cuando toqué su bonito y perfecto culo, pasé horas pajeándome.

–Amigo, creo que estas babeando un poco. –Dice Ethan en mi oído. Sonrío burlón y le doy un suave codazo.

Casi todos están llegando ya y, aunque me gustaría pasar dos horas viendo su bonito sujetador violeta de encaje, decido que no quiero que pase la vergüenza de su vida y me acerco a su mesa.

–¿Señorita Blake? –Levanta su mirada, está colorada, la he pillado por sorpresa.

–¿Sí? – Mierda, verla mover sus bonitos labios me hace pensar cosas no muy propias de un caballero.

Concéntrate.

–Creo que... se le ha soltado un botón de la blusa. –Le digo. Ella se sonroja en seguida y me agradece en silencio mientras se gira para volver a colocarse la blusa. Dios, tenía que verle el culo, cada vez que lo veo me entran unas ganas de tocárselo y no me refiero solo a ponerle una mano encima.

Una vez se ha colocado la blusa se vuelve a girar y yo me dirijo a mi caballete.

–Muy bien chicos, espero que estén listos para las próximas dos horas, quiero ver esos crayones trabajando.

Quiero ponerla a trabajar a ella.

Ale, concéntrate ¿vale?

Sacudo mi cabeza y comienzo a aplicar sombras sobre un lado de la ciudad que dibujo.

Me tomo todo el tiempo para hacer bien el cuadro. Me gusta que se acerque a mí y se sorprenda de lo bien que lo hago. No solo siento deseo hacia ella, quiero sorprenderla en algo en lo que ella es buena. He visto varios cuadros de ella, es una gran artista, no sé qué hace dando clases. No me quejo tampoco, si no diera clases, probablemente no la hubiera conocido.

–Muy bien Sophie, me gusta lo que haces, pero debes tener un poco de cuidado con la técnica, no deben verse esas líneas de trazado. – Le dice a la chica sentada al lado mío.

Toda ella era perfecta, desde su físico, su ropa y la manera en que trabaja.

En definitiva, me encanta.

Un estudiante peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora