Parte 16: La visita

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Alejandro

Lo vi.

Aunque quise engañarme, llevo una semana viendo su dibujo cada vez que cierro los ojos.

Es ella, lo sé.

No sé cómo, apenas y se distinguía algo del rostro, pero su expresión, el sentimiento que transmite, sé que es ella, y sé que lo hizo por lo que dije.

Aun así no puedo retractarme de lo que dije. Estuvo genial, al fin hacer lo que quise hacerle desde hace tanto, sé que lo disfrutó, pero no es solo eso, cuando tuvimos sexo, algo cambió, algo nos acercó más, y eso es algo que no puedo permitirme, no ahora.

Decido que simplemente dejaré que piense que me aproveché de ella, al final, es justo lo que piensa ahora, y creo que es mejor así.

Salgo de clases y me dirijo a una cafetería cerca del instituto. Cuando estoy a unos cuantos metros, sé que estoy en problemas.

Es Jei.

Camino como si no lo hubiera visto y entro a la cafetería esperando que el hecho de verlo ahí sea solo una coincidencia, que no viene por mí.

Pero en el fondo sé que no existe otra razón para estar allí más que yo.

Escucho la campanilla de la cafetería, pero no me giro a la puerta, no quiero toparme con su mirada si es Jei el que acaba de entrar.

Siento una mirada clavada en mi espalda, pero no compruebo quien es la persona que me observa.

La chica de la cafetería me lleva el café que he pedido en cuanto entré al local.

Algo va mal.

–Catorce.

–Siete.

–Tiempo sin verte, Ale.

–No necesitaba verte, Jei.

–Parece que no has olvidado nuestra clave.

–No quiero que me vueles la cabeza.

Jei ríe, como si hubiera dicho la cosa más malditamente divertida de la vida, sin embargo, hablo muy en serio.

–Dan quiere verte.

–Yo no quiero verlo.

–No te pregunté si querías.

–Me importa un carajo. Ve con Dan y dile que no quiero verlo, como lo vea cerca de aquí, será algo más que su pie.

–Te vas a arrepentir, Ale, está dispuesto a darte otra oportunidad.

–¿Después de lo que hice? Debe querer morir.

–No es rencoroso, no como tú, al menos.

–Mira Jei–. Digo ya exasperado. – No voy a volver, ni a mi antigua casa, ni a la tuya, y definitivamente no volveré a poner un pie dentro de la casa de Dan. Ahora, vete.

–Para que sepas a qué lado perteneces–. Dice lanzando un medallón de oro a la mesa.

Ese maldito medallón.

Es un vejestorio de oro sólido, con un puño justo al centro y las iniciales "LGLD" abajo.

Así menos quiero volver a mi vieja ciudad.

Pago el café que ni siquiera he tocado y me marcho del local.



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Hola! 

me pidieron que actualizara pronto, y les prometí otros 3 capítulos, así que más tarde subiré el último, me siento gentil y luego de leer este cap se que querrán matarme pronto así que no desesperen, ya viene el siguiente.
Solo TRATEN DE NO ENLOQUECER. <3  

Un estudiante peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora