Un clasificado de manos que señalan al sur. Botellas de evian y kerosene. Dos palos verdes, cinco chicharros y tres espejos. Palidez agonizante y negrura de tierra. Ganas de fulminar falacias, carreras de topos con legumbres en las manos. Osadía disfrazada de sociedad limitada, sartenes en el mar, estrellas en el inodoro. Culpa y religión, dándose la mano en el balcón mientras el regente delincuente se limpia el orto con dignidades. Bicicletas barriales y motos de lluvia, cinco panaderos y zamba volátil. Levantaron el odio, cargaron sus carteras. Crearon un esquema de supervivencia resguardado en tumbos eficaces. Importantes, quietas para fumar más mentiras que entonaba la corte de cipayos obsecuentes.
Y ahí estaba, todo sodeado en soul y blues rapeando catástrofes indigentes.