Ellos no son yo ni yo ellos, entonces qué importa.
Hablan de objetividad y ni siquiera se callan para dejar hablar al neutro. Quizá puedan escucharse a sí mismos pero para eso deberían suicidarse. Todos. Todos juntos. Ahí habría objetividad. ¿Quien les dejó inventar las leyes y por qué les hacen caso ustedes? Casi todos ustedes son tan hombres como yo, o quizá tanto más que dejarían de serlo.
Habría que extinguirlos. O encontrar la forma en que se cansen. Que se cansen de hablar.
¿Por que dejan que los manejen? Si, a ustedes les hablo. Seguro son casi tan hombres como yo pero se bloquean, dejan que ellos los bloqueen.
No hay reglas, es todo una mentira y por eso huyo. Pero ¿a dónde? Ni yo lo sé.
Si me detengo a pensar eso me matan pero si yo soy más hombre entonces no podrían hacerlo...o quizá es justo eso lo que los permitiría matarme. Por eso huyo.
Ella no era tan hombre y por eso la maté. Pero ¿que les importa? Ellos no son ella, ni tampoco, ni mucho menos, son yo.
Si, huyan. No hay otra opción. Tampoco hay a donde huir pero al menos sabemos que detenernos significa la muerte.
Ya llegaron. ¿No los oíste llegar? No levantes la vista, se van a dar cuenta. Seguí fingiendo. ¿Escuchaste el instante? Es porque ya pasó. Ya es tarde.
Pase lo que pase no te detengas, ya te encontraron. Cuando termines de leer esto, olvidate. Cuando leas la última palabra, el último punto preparate para huir. No los mires a los ojos, están más cerca de lo que pensas. Olvidate de todo y volvé a pretender. Ella ya está muerta, no hay nada que puedas hacer.
