¿Qué pasó más temprano? - preguntó Anahí rompiendo el silencio finalmente.
Todavía seguían mirándose, muy cerca el uno del otro. Alfonso había estado callado porque no sabía que decir, ni mucho menos sabía qué hacer, pues no quería alejarse de ella, pero así tan cerca no podía resistirla y no quería lastimarla, la quería a ella.
- ¿Qué pasó de qué? - preguntó él, haciéndose el desentendido.
- Pues... ayer la noche fue... no sé explicarte. Hubo lágrimas, tristezas, nos acordamos de muchas cosas feas y que no debían haber pasado. Pero también pudimos hablarnos con la verdad y desahogar lo que traíamos encerrado en el pecho por tantos años y creo que eso nos hizo bien...
Un largo silencio se estableció y, como Alfonso no supo que decir, Anahí trató de seguir hablando.
- Nos despedimos, no quedamos de hablarnos de nuevo, pero yo estaba segura de que las cosas iban a darse como debía de ser, despacio, con el tiempo... pero, por la mañana, me vienes con aquella canción tan hermosa y verdadera y que sabes que tanto me gusta y me la cantas con tanta verdad, porque sé que fue para mí, yo te sentí en cada palabra, Poncho... y luego ya ni me volteas a ver y actuamos como dos extraños todo el día.
- Es que... te arrepientes. Siento que te arrepientes, sé que te arrepientes - dijo, bajando los ojos al suelo.
- Venme - Anahí lo tomó por el mentón, haciéndole mirarla - si arrepentirme me garantizara que no te hubiera perdido en ningún momento, lo haría. Pero lo de nosotros tenía que pasar, había mucho que queríamos dejarnos llevar, hasta que un día no pudimos más y ya.
Otro largo silencio se hizo entre ellos.
- A veces - la voz de Alfonso finalmente se oyó - siento como si tú y yo siempre acabara en lo mismo, como si siempre dejáramos las cosas por decir, para que estemos al pendiente el uno del otro de alguna forma. No sé qué pensar. A veces siento que somos dependientes de eso, de ese drama, de esa nostalgia, de esa manía de aferrarnos a este amor que ya ni sabemos hacia donde nos podrá llevar o si nos llevará a algún lugar.
Anahí dejó que se le cayeran algunas pocas lágrimas, secándolas en seguida. No supo qué decir. Seguro por lo menos parte de aquello era para ellos como droga a la que te vuelves adicto. Tal vez era el bendito amor tan grande, que era mejor tenerlo para llorar y sufrir que no tenerlo o no sentirlo.
- Te hice sufrir como nadie y lo sé - continuó Alfonso - y yo también sufrí, mucho por mis propias decisiones y también por las tuyas. Y seguimos aferrándonos a esto. ¿por qué no lo dejamos ir? ¿no sería más sano y saludable? ¿no sería lo mejor para ti? Me siento tan malditamente egoísta por simplemente acercarme a ti después de todo lo que ya te hice.
- Entonces era esto - dijo Anahí para ella misma - lo que me querías decir con el silencio, con la distancia, luego de cantarme aquella canción. Era esta confusión de sentimientos que te atormenta. Que nos atormenta. ¿por qué no lo dejamos ir? ¿será por acostumbrados que estamos con vivir así? - preguntó ella.
¿O será simplemente por amor?Susurraron los dos al mismo tiempo.
Anahí y Alfonso se miraron, la pregunta susurrada por los dos haciendo eco en sus cabezas. Algo de sonrisa sorprendida se abrió entre los labios de los dos. O sea que podía ser cualquier cosa... dependencia, costumbre... pero también podía ser simplemente amor. Se miraban en aquel momento y se preguntaban ¿Qué diablos podría hacerlos acostumbrarse con el dolor, con la tristeza, con la nostalgia? ¿Qué sería este sentimiento tan fuerte que nunca importó dolor, tristeza o nostalgia, que nunca se apagó, que seguía resistiendo y al que los dos seguían aferrándose?
Amor.
- No quiero volver a lastimarte - susurró Alfonso, acercándose a Anahí - no quiero que esto siga así, que lo que tenemos siga este juego de amarse y lastimarse. Tú no mereces esto - le tocó el pelo, haciéndole una caricia sencilla y Anahí suspiró bajito -quisiera tener la fuerza para irme lejos de ti para nunca más lastimarte. Soy un imbécil, tanta fuerza tuve para alejarme cuando lo que debía haber hecho era estar a tu lado, y ahora aquí estoy.
- No te alejes - susurró Anahí, escuchando su corazón, tocándole la mano a Alfonso, que ahora acariciaba su mejilla - hay tanto por arreglar todavía, pero aquí estamos, así que no me dejes - le tocó el rostro a Alfonso con su mano libre.
- No te quiero dejar, pero es que...
- No - dijo, poniendo un dedo sobre sus labios - ya no digas nada, ya no pienses nada. Aquí estamos, pensemos en el día de hoy, apenas.
- No puedo resistirte - confesó, acercándose todavía más a ella - cada día que pasa más linda te vuelves... te veo así, con esos ojos tuyos, con esa sonrisa que amo y me pregunto como pude alejarme de mi más hermoso ángel...
- ¿Por qué las cosas tienen que ser tan difíciles? - le preguntó ella, con cierta desesperación en su voz - quiero estar contigo, simplemente - confesó - olvidarme de todo y de todos y simplemente hacer lo que me pide mi corazón.
- ¿Qué es exactamente lo que te pide tu corazón?
Anahí le acarició la mejilla y luego deslizó su mano hacia sus labios. Con un dedo los tocó despacio, sintiendo la piel suave, sintiendo como su aliento la tocaba, sintiendo como sus respiraciones se agitaban por la proximidad, sintiendo como aquellas ganas de entregarse a él se apoderaban de ella.
- Quiere que te bese.
- Hazle caso - le pidió él.
Y Anahí se rindió. Se rindió a lo mucho que lo extrañaba, se rindió a las ganas de sentirlo cerca, de sentirse suya, de vivir lo que siente su corazón.
También se rindió Alfonso. Se le olvidó la culpa, los errores, los problemas y se rindió al sentimiento, a las ganas de sentirla entre sus brazos.
Fue el más dulce beso que compartieron en sus vidas. Entre tantos que ya habían compartido, reales y de actuación, en bonitos momentos y en los más feos, besos cortos y besos profundos, entre sonrisas y entre lágrimas, ninguno había sido como este, probablemente cuando otros vinieran tampoco serían como este. En este beso estaban sus almas y la nostalgia de años extrañándose, en este beso había verdad, había pasión, había entrega. Había un chorro de segundas oportunidades, parecía que la vida les había abierto en aquel preciso momento todas las puertas que para ellos estaban cerradas hasta ahorita.
Era el amor, el bendito amor que revoluciona el interior a los que lo sienten, que les abre los ojos para las buenas cosas, que les protege el corazón de las malas, que les da la chance de empezar desde cero, el amor que les da fuerza.
A veces es tan difícil entregarse. A veces hay tantas cosas en contra, tantos obstáculos por el camino. A veces, en la mayoría de las veces, es tan más fácil dejarlo ir, desistir. Vivir un amor verdadero no es algo fácil, requiere coraje, honestidad, requiere alma y pecho abiertos, sinceridad. Anahí y Alfonso sabían lo difícil que era amar y entregarse al amor que sentían, sabían también que más difícil era estar lejos el uno del otro, sabían que los dos habían hecho que llegaran donde estaban, que la vida y el destino también les habían ayudado a tomar todas las decisiones equivocadas, a no saber conducir las cosas, a lastimarse el uno al otro. Pero, donde hace un minuto no parecía haber salida, ahora que se besaban de forma tan profunda, parecía todo tan sencillo y simple.
Que hablen con la verdad, que se entreguen sin reservas, que se permitan sanar de sus errores y de lo que sufrieron. Era todo cuestión de respirar y aceptar el hecho de que no tienen hacia donde correr, si todos sus caminos los llevan al exacto mismo lugar, si ni todo aquel tiempo y el dolor habían podido borrar aquel sentimiento. Era amor de verdad, y lo que es de verdad no se puede borrar.
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(A&A) | Segundo Amor ✓®
RomanceAnahí y Alfonso se hicieron los tontos por muchos años, ocultando las ganas que tenían el uno del otro y esto había sido muy difícil para ellos. Pero más difícil fue lo que vino cuando decidieron por primera vez dejarse llevar y aprovechar lo que se...