¿Cómo te sientes para el concierto? Digo… faltan menos de cuatro días… yo me siento como nervioso, no sé explicarte bien. Me metí en esto por gratitud a Pedro y creo que también con la esperanza de arreglar las cosas contigo, aunque al principio no quería admitirlo – sonrieron – pero no sé… tú sabes, cantar nunca fue lo mío, aunque lo que vivimos fue increíble, esto no es mi mayor sueño, pero al mismo tiempo quiero entregarles lo mejor de mí a los fans, porque ellos se lo merecen.
- Eres tan dulce – comentó Anahí, sonriéndole – estoy muy feliz, por revivir un poco de RBD y también porque RBD me regaló a ti otra vez – volvió a sonreír – a cada concierto que hice en mi vida, mismo cuando venía de gira con shows muy seguidos, siempre antes de entrar al escenario me sentía tan nerviosa. La última vez que subí al escenario con Rumba en los Premios Juventud, Dios, mi corazón casi me salía del pecho, hasta hoy me pregunto como pude cantar. Es normal que lo sientas así, yo también lo sentía, especialmente tras años sin subir a un escenario, y también lo sentiré así el viernes.
- ¿Por qué ya no hiciste conciertos? Si ya sacaste un montón de canciones, seguro que tu disco ya debe de estar listo hace siglos, me acuerdo que luego que acabaste con la gira Reloaded de Mi Delirio ya hablabas que venías componiendo otras canciones.
- Sí – contestó Anahí un poco incomoda con el rumbo de la conversación, pero no iba a adelantarse y privarle de una parte de la verdad que tal vez él pudiera saber – la verdad, el disco está listo hace un buen rato, aunque nos faltaba una parte de edición y fotos que hicimos hace poco, pero las canciones las escribí durante todos estos años y las grabé también.
- ¿Entonces por qué no lo sacaste y te fuiste de gira? Sé que te encanta esto… - siguió Alfonso.
- Es complicado – le contestó en una mueca – con Manuel lo acompaño a todos lados – Alfonso se movió en su silla, incomodo con la mención del nombre del esposo de Anahí – hay la fundación que me encanta y me toma mucho tiempo – siguió ella, bien rápido, intentando borrar el efecto que el nombre “Manuel” causaba en Alfonso – y pues… hay muchas cosas que no puedo explicarte, no sé cómo hacerlo…
- Podías intentarlo – le dijo suavemente – no quiero forzarte a que me digas nada, pero, Any – le tomó las manos – esto no es un juego para mí, quiero estar contigo, quiero que seas mi amor y mi mujer. Pero más que esto, quiero verte bien y feliz, quiero ayudarte y apoyarte, quiero volver a ser el amigo que una vez fui para ti.
Anahí no supo que decir. Sentados en la terraza del departamento de Alfonso, los dos se miraban al fondo de los ojos buscando leerse y comprender la verdad que compartían ahí, mismo sin decir una palabra. Los dos sabían del amor que compartían, sabían de las ganas que tenían de estar juntos, pero también estaban conscientes de lo complicado que sería, bueno, que ya era su relación. Era esta la verdad que compartían, la realidad que les cacheteaba así como el viento frío de aquella noche de lunes.
- Yo – siguió Alfonso – yo sé lo mucho que te ilusionaba esta fundación, sé que tal vez estar cerca de la gente de la forma como lo haces hoy te hace tan feliz cuanto cantar… pero ¿Cuándo no estás ahí con la gente, ayudándoles con tu sonrisa, con tu apoyo, con tus palabras, cómo te sientes? ¿Cómo te sientes cuando estás sola con tus pensamientos, solo tú contigo misma?
Anahí dejó que se le cayeran unas lágrimas silenciosas.
- Siento miedo – confesó.
Alfonso le tomó las manos. Esperaba cualquier cosa como respuesta, menos eso. ¿Miedo? ¿Por qué tenía miedo?
- ¿miedo a que? ¿alguien te ha hecho algún daño? ¿Qué es lo que te da miedo? – preguntó en un tono un poco desesperado.
- Nada, mi amor – intentó tranquilizarlo – de verdad, no tiene caso que hablemos de esto, no quiero meterte en esto.
- ¿no quieres meterme en esto? – preguntó con incredulidad - ¿hay manera de que me involucre más profundamente en tu vida que estando confieso y perdidamente enamorado de ti?
Anahí lo tomó por el cuello y lo atrajo para un beso. No quería contestar, no sabía qué contestar. Aparte oírle decir que estaba perdidamente enamorado de ella sonaba tan malditamente como un sueño hecho realidad que haría lo posible y lo imposible para nunca despertarse.
El beso fue silencioso, suave, se desarrolló tan dulcemente y despacio y cuando lo cortaron algunos largos y maravillosos minutos después, no se despegaron las miradas.
- Ve – Alfonso continuó sin dejar de mirarla ni por un segundo – sé que las cosas pueden ser muy complicadas y difíciles y tal vez no sepas muy bien qué hacer, pero tienes que ayudarme a ayudarte, porque yo te amo, Any, y tú me amas, ¿no?
- Claro que sí, te amo – contestó ella bien rápido, pasara lo que pasara, de una cosa ella no quería que él dudara nunca y era de su amor.
- Entonces, nosotros podemos, Any, juntos, despacio, como sea, podemos traspasar las barreras, pero necesito que queramos lo mismo, que pensemos en lo mismo. Necesito que me cuentes que te pasa, quiero entenderlo. Quiero entenderlo porque sé que me amas, tú misma me lo acabas de decir, entonces, ¿Qué nos falta? ¿Qué tengo que hacer para cambiarte la vida? ¿Qué tengo que hacer para que acabes este matrimonio y te quedes conmigo? – le preguntó, más directamente imposible.
- Tú no entiendes – lloriqueó bajito – cuando… cuando conocí a Manuel lo que tú y yo habíamos dejado a la mitad todavía me atormentaba. Me lo regalé, estaba desesperada por estar con alguien, porque alguien me despertara cualquier cosa, lo que fuera, intenté con tanta fuerza sentir algo… Manuel es un buen hombre, ¿sabes? Quisiera que lo conocieras un día – Alfonso la miró extrañado y celoso, Anahí lo tomó de la mano – tú vas a entender las cosas bien, poco a poco.
- Pues, explícame – pidió él.
- Cuando me pediste que nos viéramos y era justo para hablar de mi relación con él, yo no me imaginaba nada de lo que pasó. Me imaginé toda una escena de novela. Me imaginé como me abrazabas, me besabas, me decías que me amabas y que lo dejara y que me quedara contigo, y yo lo habría hecho. Creo que hasta me había planeado en mi subconsciente como acabaría las cosas con Manuel. Pero salí de aquel encuentro sintiéndome la peor de las estúpidas enamoradas.
- Perdóname – dijo él, algunas lágrimas se le salieron, se sentía tan mal.
- No te lo digo para que te sientas mal – continuó ella, todavía agarrándole las manos – ni mucho menos para justificar todo lo que hice después. Pero pensé que todo en mi vida estaba perdido, Poncho. Empecé a esforzarme mil veces más para querer a Manuel y mientras más me esforzaba, menos sentía que lo amaba, menos sentía que dejaba de amarte, me sentía adormecida. He estado adormecida, mis sentimientos han estado muertos desde aquella noche, estuvieron muertos hasta que nos volvimos a hablar, hasta el día que me tomaste de la mano en tu coche e hiciste reencender esa esperanza, esa llama que me hace sentir viva.
- Permíteme, entonces – pidió apretándole y acariciándole las manos – permíteme seguir contigo, permíteme amarte, vamos a superar todo, juntos, mi amor.
- Mi amor – susurró ella – esto no es un cuento, esto es la vida real – le dijo, lloraba.
- No entiendo. No entiendo nada. Me amas, te amo, vamos a luchar por lo que sentimos, ¿no?
- Estoy casada – susurró.
- Te divorcias – dijo con obviedad.
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(A&A) | Segundo Amor ✓®
RomanceAnahí y Alfonso se hicieron los tontos por muchos años, ocultando las ganas que tenían el uno del otro y esto había sido muy difícil para ellos. Pero más difícil fue lo que vino cuando decidieron por primera vez dejarse llevar y aprovechar lo que se...