Cap 9

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El camino fue hecho casi en completo silencio. Platicaron tantito apenas sobre lo agradable que estaba la noche, pues no hacía mucho frío, pero tampoco hacía calor. ¡Exactamente! Les daba pena hablar de ellos mismos, así que el clima era el mejor de los temas para pasar el tiempo. También platicaron sobre la inminente presentación de RBD, aunque tenían muchos años de carrera y mucha experiencia, aquello los asustaba y los ponía nerviosos casi de la misma forma que los había puesto cuando subieron al escenario juntos por primera vez.

Anahí se acordaba perfectamente de la primera vez que habían subido al escenario, juntos. Se acordaba de la nerviosidad que sintieron al oír cuantos miles de personas los esperaban afuera en el Palacio de Los Deportes, en México. Se acordaba cuantas veces había ido al baño por la nerviosidad. Se acordaba de los abrazos que ellos se habían regalado antes de finalmente correr para empezar el concierto. Se acordaba de las sonrisas cómplices que se habían dedicado, de que todos se tocaron las manos en un círculo, por el amor, por los fans, por RBD... eran su familia. Por años habían sido su familia.

Habían reído juntos, llorado juntos, se habían peleado muchas veces, también habían vuelto a arreglarse muchas veces los seis. Se tuvieron celos, se enojaron, por momentos ni querían ver la cara el uno del otro. Pero se amaron. Se amaron cada segundo de aquellos años que compartieron. Y le había hecho falta a Anahí todo aquello. Luego de la separación había sentido como le faltaba un pedazo... luego se fue acostumbrando, buscando nuevos caminos y se fue encontrando y el mundo fue girando y siguieron las vueltas que da la vida, como si fuera independiente... pero, hoy, después de 5 años con RBD, de 6 años del último disco que grabaron, y con la simple idea de que iban a regresar de alguna forma, mismo que fuera por apenas aquella noche, ¡Dios! Toda la nostalgia y todo lo mucho que había extrañado había regresado a Anahí, sentía como le dolía más que nunca el hecho de que RBD una vez se haya separado y sentía que, al mismo tiempo, estaba más feliz que nunca con la oportunidad de volver a vivir un poco de aquello.

Después de saludar al dueño del restaurante, un antiguo amigo de los dos, Anahí y Alfonso se sentaron en la mesa más reservada de todo el lugar y pidieron una crema caliente y pan italiano para empezar y luego pasta porque ningún de los dos tenía ganas de mantener la dieta, no aquella noche, mañana regresarían a los hábitos alimentares saludables.

- Ya - dijo Anahí, dejando un montón de pasta todavía por comer en su plato - vinimos a hablar y hemos hablado de todo, menos de lo que verdaderamente nos interesa.

- ¿Y qué es lo que nos interesa?

- Este...

- ¿tú? - inquirió Alfonso - ¿me vas a decir qué onda con tu nueva vida?

- Ya me vienes con exigencias - dijo casi en un susurro - ¿me vas tú a decir qué pasó con lo que éramos, con lo que teníamos? ¿o es que crees que solamente yo tengo la culpa?

- No es una cuestión de culpa o quien hizo que... nosotros... ya no tiene caso - susurró él, Anahí se secó la lágrima que le salió al oírlo - lo que no entiendo es porque te hiciste eso... porque hiciste lo que hiciste con tu propia vida.

- ¿Qué hice yo? ¿Qué? Si no tiene caso lo de nosotros, ¿para qué te importas conmigo?

- Yo - Alfonso buscó las palabras - porque yo me preocupo por ti, Anahí... desde siempre.

- Ah, ¿sí? ¿Y por qué? Si lo de nosotros no tiene caso, ¿por qué? Porque la verdad, sí, tiene caso, ¿verdad?

Alfonso miró alrededor, sintiéndose totalmente fuera de lugar. Le daba pena hablar de aquello. Le daba pena mirarle a Anahí después de tanto años y confesar que sí, lo de ellos tiene caso, que siempre tuvo, que siempre tendría. Quería de todas formas hablar de ella, primero porque quería saber cómo estaba, quería saber qué onda con ella, pero también porque hablar de ella era más fácil, podía apuntar sus errores y, quizás, ayudarla a arreglarlos... pero hablar de ellos dos, invocaría los más grandes errores de él también y se avergonzaba, le daba vergüenza admitir que no solamente Anahí los había puesto en el lugar que estaban los dos, hoy: alejados, felices apenas a la mitad (si es que se puede ser feliz así), con una historia interrumpida y un amor y el corazón roto en el pecho que ya no sabían si sería posible juntar sus pedazos.

- Tú más que yo sabes porque insistes en hablar de mí - lloriqueó Anahí - porque te da miedo y te da pena hablar de lo que sentimos y de lo que compartimos... porque sabes que eso es culpa de los dos. Y sabes más, sabes que no fui yo la que empecé a destrozarnos.

- Ahora resulta que me vienes a echar la culpa a mí - dijo Alfonso, enojado, poniendo su orgullo delante de todo.

- No es cuestión de que te eche la culpa - susurró ella - ¿cómo puedes ser tan complicado, he? Eso - señaló a los dos - es lo que somos o lo que nos volvimos y claro que los dos hicimos que llegara a este punto. Lo que te estoy tratando de decir es que si es para hablar de mi vida y de mi presente como si no hubiera un pasado mío y de nosotros, eso sí, no tiene caso, Alfonso. Porque tú sabes muy bien que esto no empezó hoy, ni empezó hace 3 años cuando conocí a Manuel, empezó mucho antes. Tú sabes muy bien que no lo podemos separar.

- Ah, ¿no? ¿Qué es lo que no podemos separar?

- Tú y yo.

(A&A) | Segundo Amor ✓®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora