Algoritmos

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12 de Julio del año 2016. A seis meses del primer embrión A.D.A.N.

—¡Doctor Kaufmann! ¿Le traigo un café? ¿Un sandwish...quizás?

—Un café negro, si eres tan amable, Carol...

—¿Nada de comer?

—No ahora, pero en unos minutos iré por algo.

Su colega suspiró con preocupación, sabía que cuando Kaufmann estaba concentrado en su trabajo se olvidaba hasta de sí mismo. Entonces detuvo a la chica antes de que se retirara a la pequeña cocina del laboratorio.

—Carol, disculpa, ¿serías tan amable de prepararnos dos sándwiches para cada uno ? Yo estoy ya que no puedo pensar en nada con el estómago rechinándome y Oskar...se viene conmigo a comer. No esperes que él coma por si mismo, en algún momento de la investigación su Hipotálamo o el Sistema Límbico se le atrofió y ahora a este hombre no le da apetito nunca...

—¡No exageres, Mike! Si me alimento, pero cuando estoy concentrado no me da hambre.

—¿Te alimentas? ¡El café no cuenta como comida! A ver... son las 5:35 PM, Oskar... ¿Hoy desayunaste por lo menos?

—Yo... creo que...me tomé un café...

—¡Basta! ¡Vente a comer! ¡YA!

Diciendo esto, le cerró la tapa de la laptop de golpe y arrastrándolo se lo llevó a la fuerza a la cocina. La joven, que era empleada del CIEG, el Centro de Investigaciones de Embriología y Genética, les seguía sonriendo. El doctor Michael Simmons era su colega y mejor amigo, trabajaban juntos desde la fundación del centro, unos dieciocho años atrás, y le conocía mejor que a sí mismo.

Le sentó casi a juro y le sirvió un jugo de manzana mientras la empleada les preparaba algo de comer. El doctor Kaufmann miraba con fastidio a su colega, sólo pensaba en el trabajo que dejó pendiente en la laptop.

—¡Quita esa cara! Si no comes ni descansas como es debido tu cerebro no puede trabajar adecuadamente. Además, no lo hago por ti, eres un malagradecido de la peor calaña... ¡Lo hago por la investigación!

—Si, claro...Mike...

La chica se acercó con los dos platos, El doctor Simmons tomó uno y ella le puso frente al doctor Kaufmann el suyo, no sin antes sonreírle con cierta emoción. Kaufmann le agradeció de forma automática y se dispuso a comer, entre tanto que su colega, que notó el gesto de la joven, suspiraba al notar que su amigo ignoró esto. Cuando ella se retiró, no perdió oportunidad en hacerle el comentario.

—Es una chica bastante servicial...y atractiva...

—¿Quién?

—¿Quién más? ¡Te acaba de preparar ese sándwich que te estás comiendo! Y creo que le gustas...

—¿Carol? ¡Estás alucinando! ¿Cómo podría esa jovencita fijarse en mí? Tendrá... ¿Ventitantos? No sé, debe estar en la universidad todavía. Bastantes chicos de su edad debe tener detrás de ella.

—¿Y eso qué tiene que ver? A las chicas de ahora les gustan los hombres maduros..."La experiencia", tú sabes... Oskar. ¡Vamos!  Dile algo, invítale un café, así sea de la máquina del primer piso. ¡Es todo un primor!

—¡Definitivamente eres un pervertido! ¡Yo no voy a invitar a esa niña a ningún lado! Soy un hombre ya de 42 años, no estoy ni de humor ni de tiempo para una jovencita asi. Deja de involucrarme en tus fantasías eróticas con pasantes.

—¡Dios! ¡Lo tuyo ya es grave! No comes, no duermes y no estás con una mujer desde...

—¡Suficiente! Regreso al laboratorio. Cuando quieras hablar de lo que estamos haciendo y no estupideces, búscame.

A.D.A.NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora