Relaciones

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Recomendación Musical: "History of Love" – Michael Maas

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Los días se convirtieron en semanas y las semanas formaron un mes..., un mes desde que la primera cadena del equipo de baloncesto de Teikō consiguió al integrante más "interesante" que jamás hubiesen tenido. Durante esos días, los prodigios se volvieron los más cercanos a la chica, al punto en que Aomine, Momoi y Murasakibara comenzaron a apodarle (el pelirrojo y el peli-verde lo evitaban porque al primero no le gustaba mucho usar apodos y a Midorima le parecía incorrecto), dado a que la peli-naranja también lo hacía.

Su relación con Shirogane podía parecerse a aquella de un padre y una hija, pues el peli-blanco demostró ser un poco sobreprotector alrededor de la oji-naranja (fruto de siempre haber querido una hija), y Katomi solía discutir demasiado con él por el hecho de que se portara de ese mismísimo modo, aunque en el fondo lo apreciaba.

También estuvo Sanada Naoto, entrenador de la primera cadena, quien había creído que la americana había ido a molestar la práctica y la corrió en ese mismo instante, pero luego escuchó la explicación del peli-blanco y aceptó indiferente la elección de su jefe; aunque pasadas las dos semanas, el hombre se vio encariñado por la carismática chica.

Con quien jamás pudo relacionarse fue con el azabache, ni este último con ella. Cada vez que ambos cruzaban miradas, se lanzaban declaraciones de guerra; cuando cruzaban caminos, se lanzaban balones al rostro; y cuando cruzaban habla, se lanzaban puñetazos a cualquiera parte del cuerpo. Su relación había iniciado mal y parecía que iba a terminar de la misma forma, lo que ocasionó que Sanada y Shirogane les alzasen la voz más de una ocasión. Después de la tercera semana que tenía la chica ahí, ambos dejaron de golpearse al hablar y lo cambiaron por lanzarse los balones.

―¿¡Ah!? ¿Qué quieres decir con que 'no está bien'?

―Pues exactamente eso, Shūzō, no te sale el acento. ¡Por favor, no es difícil! Hasta a un niño le saldría.

―Cuidado como me ha... ¡te he dicho que no nos tenemos la suficiente confianza para llamarme por mi nombre!

―Ni tampoco el suficiente respeto para llamarte por tu apellido.

Sanada suspiró rendido mientras mantenía su vista en el par de Ala-Pívots que discutían a mitad de la cancha. Fue en ese preciso día que a Shirogane se le ocurrió no ir y dejarle todo a él, incluyendo a esos dos que no podían pasar ni un segundo sin pelear. Estaba por encaminarse hacia ellos y ordenarles realizar las cincuenta vueltas alrededor de la cancha (castigo que era muy efectivo pues ya no les quedaba energía para seguir discutiendo tras realizarlas), cuando la puerta de entrada se abrió a golpe.

―¡Nijimura!

Cuando el llamado escuchó aquella voz, dejó de gritonearse con la peli-naranja (dejando a esta última gritando sola), y miró sobre su hombro al recién llegado. Se mordió el labio inferior y se giró para mirarlo cara a cara, extrañamente manteniendo una pose sobreprotectora ante la chica.

―O-oi, Shūzō, no te atrevas a dar...

―Es enserio, ¿eh? No digas nada por un momento, no dejes que te vea.

Katomi frunció el ceño confundida ante el tono con el que el más alto le ordenó, siendo este tono uno sutil en lugar de uno autoritario; el hecho de que el azabache estuviese colocando sus brazos para que el desconocido no pudiera verle también le hizo chasquear la lengua. Dada la forma en la que le habló, la oji-naranja obedeció y guardó silencio, dejando que el capitán discutiese con quien acababa de llegar.

―¡Un mes! ¡Estuve un jodido mes con los idiotas de la segunda cadena! ¿¡Qué diablos te sucede!? ¡No sólo fue una semana! ¡No! ¡El capitán idiota tuvo que mandarme un jodido mes allá!

Miembro IlegítimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora