I.E. Cuartos de Final

1.4K 101 10
                                    

Recomendación Musical: "Anger of Honor" – Sub Pub Music

| ~ | ~ | ~ | ~ | ~ |

El viaje a Yamanashi no fue muy largo, al contrario, todas habían llegado al gimnasio en menor tiempo de lo que creían poder llegar. El día de los cuartos de final de la Inter-Escolar había llegado, por lo que las jugadoras de Tensai se habían levantado más temprano de lo normal, se dirigieron hacia la entrada de su instituto para tomar el autobús que las llevaría (junto con su entrenador y su mánager), hacia Yamanashi.

Al principio, las más jóvenes se habían puesto un poco nerviosas, pues sabían que el lugar era hogar de una academia con la que no se llevaban muy bien, pero se calmaron tras darse cuenta que era muy poco probable encontrarse con las titulares. El ser la diminuta probabilidad un factor de olvidarse de ellas, también recordaron la verdadera razón de porque habían ido a la prefectura vecina: aquel día iba a ser su partido contra una academia amiga, la cual no creyeron que iba a entrar a la Inter-Escolar.

Cierta americana se encontraba durmiendo en su asiento, pues no era de su agrado levantarse antes de que se asomara el sol, por lo que abrió con dificultad ambos de sus ojos al notar como el vehículo se detenía.

―¡Llegamos! ―escuchó a su entrenador recalcar.

Quitándose los audífonos de sus oídos, Katomi bostezó una última vez, se estiró cansada y tomó su cabello para sujetarlo en una coleta baja. Pudo observar a todas sus demás compañeras mirando maravilladas por la ventana y no era cosa de sorprenderse: de todos los gimnasios en los que habían jugado, aquel era el más grande..., para ser un juego femenil.

―¿Lista? ―escuchó a la rubia a un lado suyo preguntarle, la peli-naranja movió la mirada hacia ella, encontrándola con una expresión de burla y nerviosismo. La más alta trató de ignorar aquello y la dejó continuar hablando―: Hay que prepararnos pues el p-partido es en menos de una hora. ―Yūgana explicó mientras intentaba contener con todas su fuerzas algunas risas.

Katomi tenía entendido la hora en que iba a ser el encuentro, pero cierto era que desconocía el tiempo en que se encontraba, por lo que, sin responderle a la más baja, buscó entre todas las cosas dentro de su mochila su teléfono móvil; tras sentirlo con su mano, lo acercó hacia ella y encendió para que la hora se mostrara en la pantalla. Después de observar que las palabras de la oji-azul eran ciertas volvió a bloquearlo, haciendo que la pantalla volviera a oscurecerse completamente, dejándole ver su maquillado rostro.

Al tener ese último elemento en mente, volvió a acercar su rostro hacia el aparato, haciéndola ver lo que había sucedió mientras ella se encontraba ausente: pudo observar labial rojo alrededor de su barbilla y encima de la parte inferior de sus pómulos, tenía rímel en la punta de la nariz y en los labios, había base mucho más fuerte que el tono de su piel de color porcelana en su frente, cuello, mejillas y mentón; por último, sombra de diferentes colores llamativos iluminaban ambos de sus párpados y recorría un camino que terminaba hasta cada una de sus sienes.

Sin necesidad de preguntar la o las responsables de aquello, la extranjera se levantó de su asiento, les hizo una señal obscena al trío de titulares sentadas en frente de ella y la rubia, y salió rápidamente del autobús. Mientras se dirigía hacia el interior del edificio, dispuesta a ir a los sanitarios, frunció el ceño en señal de molestia al escuchar las burlas y gritos divertidos de las demás integrantes del club, al mismo tiempo que todos los demás presentes alrededor de ella volteaban con una expresión de risa y confusión.

.

.

.

Veinte minutos fue el tiempo que tardó en retirar todo el maquillaje de su rostro, indicándole que le quedaban menos de quince minutos para poder calentar. La oji-naranja aprovechó que se encontraba en los baños para poder colocarse su uniforme, que solamente constaba con una jersey de color verde-jade con algunas franjas anaranjadas, (el nombre de su preparatoria arriba de su número siete, ambos estando en el centro de color naranja); las bermudas no eran bastante diferentes: eran del mismo color, con líneas gruesas blancas y naranjas. Antes de salir, se dio un último vistazo al espejo frente a ella, se arregló un poco la coleta y tomó su maleta de nuevo para dirigirse hacia una de las dos canchas que el edificio poseía.

Miembro IlegítimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora