Capítulo 8: Adiós Al Fuego De Las Verdades

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- ¡¡¡¡¡¡¡Vamos!!!!! ¡¡¡¡¡vamos!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡vamos!!!! ¡¡¡¡¡¡vamos!!!!! ¡¡¡¡¡vamos!!!!- impetró uno de los fantasmas que no dejaban de atormentar a aquella novicia asesina.

- N...... n..... n..... no, no no no no no no no, no lo voy a hacer, si ustedes piensan de que voy a quemar viva a esta persona que está durmiendo, están muy equivocados ustedes tres- Contestó con un tono de voz de rebelde.

- ¡¡Vamos hermanita!!! ¡¡¡vamos!!! ¡¡¡¡vamos!!!!! ¡¡¡Quémala a esa señorita que sabe toda tú verdad!!! ¡¡¡¡¡no seas tonta!!!!! ¡¡¡¡¡no seas tonta, estúpida!!!! ¡¡¡¡¡¡¡no seas ciega!!!!!!!, date cuenta de que es tú única y última oportunidad, de deshacerte de Ella- Pidió lo primero con un tono de voz de autoritaria y lo último con un tono de voz de perversa.

- ¡¡¡Vamos!!! yo sé si que vos querés hacerlo, ¡¡¡vamos Orlidea ¡¡¡¡¡¡vamos!!!!!, sé que vos querés verla bien muerta a aquella muchachita que está adormeciendo con su carita de angelito de inocente- rebatía con un tono de voz su otro yo, asesina, malvada y cruel.

Or..... Or.... Or.... Orlidea q.... q..... q...... ¿qué estás haciendo? ¿qué me estás echando encima? ¿qué me estás haciendo? cóntestame Orlidea por favor, porque sino......

Antes de que la hermana Cecilia pudiera continuar diciendo el resto de su oración, De Pronto, la hermana Orlidea quien estaba vestida con un largo vestido negro debajo de aquella túnica gruesa de monja que le había dado su madre antes de morir, cuando era una buena y obediente niña.

A Los Pocos Minutos Después, mientras Orlidea rociaba de a cada lado de aquella recámara con nafta que Ella había conseguido en uno de las antiguas habitaciones llena de telarañas y de objetos añejos y a aquella persona recostada en su lecho casi de muerte.

Una vez que La jóven novicia, esparció por toda la recámara aquel líquido inflamable, A Los Pocos Minutos Después, Ella cuando observó que todo aquel lugar, empapado, mojado con aquel fluído desagradable, estaba listo para poder por fíni un buen descanso eterno a su compañera de relligión.

Enseguida, cuando Orlidea tira aquel bidón hacia una de las otras camas desocupadas, mientras que Ella que estaba buscando en su vestido que llevaba puesto debajo de aquel atuendo caluroso, una caja de cincuenta y nueve fósforos.

A los pocos segundos después, De Pronto, Ella mientras se retiraba de aquel aposento de puntitas de a pie para no tocar aquel suelo que estaba lleno y diseminado de aquel líquido desabrido por todas partes hacia la puerta principal de aquel cubículo.

De Repente Ella, una vez que logró salir de aquella recámara, En Esos Precisos Segundos Ella se voltea lentamente casi como si fuera en cámara lenta y Luego con una suave sonrisa de maliciosa.

Velozmente, Orlidea cuando saca el primer fósforo de aquella caja, lo raspa y Después la jóven dama mientras observaba con una gran sonrisa saftisfactoria de como su compañera de aquel convento lloraba desconsoladamente hacia los ojos de su asesina, como para pedirle de que a Ella no le hiciera daño, de que tuviera un poco de piedad hacia Ella.

En Esos Precisos Minutos Después, Orlidea sin decir ni una sola palabra, Ella con su mano derecha, le lanza a su compañera de cuarto, aquella cerilla como símbolo de su amistad y de su descanso eterno, dejando que toda aquella habitación, empezara a prenderse fuego, para que después, el mismísimo infierno que había ingresado, comenzara a quemar todo lo que tenía a su paso.

Secretos De Una MonjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora