Era el último día de otoño en aquella noche fresca y cruda de Invierno, en aquella ciudad y en donde miles de personas, de niños y de personas mayores, no dejaban de ir, desde un lado hacia el otro, para poder hacer las compras de la cena y del resto de los próximos días, que iban recién, a hacer un poco más de calor, cuando todos nosotros, a muy pocas horas, y, a muy pocos segundos y minutos, esperábamos, a que casi, saliera, la estación de la primavera o mejor dicho la estación del amor.
Sin Embargo, En aquel séptimo departamento E.
— R...... R.......... R....... Rodrigo, vólteate y mírame muy bien, ¿Cómo estoy? ¿Qué te parece mi vestimenta, ocasionalmente para esta noche? ¿Eh?— Preguntó con un tono de voz de curiosa y a su vez, casi con un tono de voz de lujuriosa Irina, Mientras que Rodrigo, hipnotizado por aquellos cabellos, rubios platinados alisados que le llegaban hasta en los glúteos de su nueva pareja y de aquella bata de raso de seda, de un color cereza, hacían que aquel bebistrajo, fuera una especie deamor y a su vez, un profundo mar de pasiones y de aguas totalmente desconocidas.
— e......... e........ e......... Estás muy linda, Magnífica, Radiante como vos, si fueras una especie de sol de verano, que no deja de broncearme, todo mi escultural cuerpo, Estupenda, Hermosa, ya no me alcanzan, más los adjetivos calificativos, como para seguir describiéndote a vos, Irina—
— Jajajajajaja, Jajajajajajaja, Vos siempre tan, ¿Cómo podría decirte mirándote, a esos ojos de tigre, que vos tenés?, elocuente, amable, caballeroso, divertido y con una forma de decirme a mí, con tus poemas y poesías, tan apasional y tan amansadamente, que hasta mis labios, recién maquillados con un fuerte color a fucsia, no dejaban de pedire a gritos, de que Yo, En Esos Precisos Minutos, la tuviera que besar sí o sí, a mi nueva yunta.
