16. Jared

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Me gusta dibujar cartas y cosas imaginarias en la espalda de Lissa.

A veces miro fijamente su espalda mientras ella duerme bocabajo y me imagino un lienzo en blanco o una hoja lista para que yo deje mi huella sobre ella.

Algunos días se me da por escribirle cartas de amor completas, llenas de palabras tan cursis que me sorprendo que no aparezcan abejas repentinamente para atacarla simplemente por la miel de mis pensamientos. Otras veces creo dibujos, dibujos terribles debo admitir porque incluso en mi mente soy un mal dibujante, pero delineo sobre su espalda mis cosas favoritas: a ella sonriéndome con su mejilla apoyada en mi almohada, la forma en que sus mejillas se llenan cuando come algo que le gusta, sus ojos cerrados que se ven tan pacíficos cuando me besa. Lissa es lo único que dibujo, porque mi persona favorita en todo el mundo es ella.

Estamos desayunando en la pequeña barra de mi cocina lo cual se ha convertido en uno de mis momentos favoritos del día porque ambos parecemos estar demasiado concentrados en la comida aunque los dos intentamos mirar al otro sin que se dé cuenta, y cuando nuestras miradas se encuentran simplemente nos reímos entre nosotros, parecemos idiotas.

Esta mañana intento memorizar detalles en los cuales no me fijo a menudo, como por ejemplo su cabello que parece más desordenado del lado izquierdo, como golpetea la mesa con sus dedos mientras mastica, como sus ojos no se detienen en un solo lugar por más de tres segundos, siempre está mirando a todas partes y al mismo tiempo sé que está nerviosa e intenta evitar mi mirada. Aparto la vista lejos de ella y me concentro en mi comida, maldita sea me estoy convirtiendo en un acosador. ¿Esto de convertirte en un maniaco vendrá junto con el paquete de enamorarte o solamente me pasará a mí? Tal vez sería bueno hacer una cita con un psicólogo esta semana...

—¿Vas a comer eso? —la voz de Lissa me saca de mis pensamientos, parpadeo y la veo de pie junto a mí señalando mi plato con poca comida en él. Ella tiene el suyo vacío en una mano listo para ser lavado.

Sonrío y la tomo de la cintura colocándola frente a mí, pongo su plato a un lado y asiento como respuesta a su pregunta antes de señalar mi cuchara con la cabeza y abrir la boca. Ella entiende de inmediato. —¿Quieres que te dé de comer? —pregunta entre risas. Yo me encojo de hombros y abro mi boca de nuevo. La sonrisa no desaparece del rostro de Lissa mientras pone la cuchara dentro de mi boca y me ve masticar. Creo que he descubierto mi nueva forma favorita de comer, ¿qué tan ridículo sería si hacemos esto en público?

Cuando termino Lissa trata de soltarse pero no la dejo, la sostengo con una mano y con la otra escribo rápido en mi celular. —Lissa ¿Quieres salir conmigo?

Lissa lee y se ríe. Me gusta su risa. Aunque realmente espero que no se esté riendo de mí. —¿No se supone que las personas normales salen para poder llegar a donde estamos tú y yo?

Me encojo de hombros. —No me interesa ser como las demás personas. Yo quiero una cita contigo. ¿Aceptas?

Lissa se inclina y presiona sus labios contra los míos antes de decir: —Acepto.


Estoy nervioso en cuanto estaciono el auto y ambos salimos. Sé que no hay un solo lugar al que ella y yo no hayamos ido juntos pero ahora es diferente, ahora puedo tomarla de la mano, abrazarla o besarla cuando me apetezca. Todo se ve como si fuera nuevo y por primera vez tengo miedo de arruinar alguna de nuestras salidas. Ella mira la entrada del museo y se gira alzándome una ceja.

—¿En serio? ¿Una primera cita en un museo? —pregunta fingiendo disgusto, pero su sonrisa es increíblemente amplia. Me encojo de hombros y tomo su mano antes de mostrarle mi respuesta en el celular.

Enamorándote en Silencio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora