4. Jared

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Encuentro a Lissa concentrada escribiendo en el capó del auto cuando salgo del restaurante. La miro fijamente mientras me acerco, está tan concentrada que no me nota, un par de lágrimas resbalan por sus mejillas y siento como si hubiera sido golpeado fuertemente en el estómago.

El punto de todo esto, en general es evitar esas malditas lágrimas que corren por su cara ahora mismo, casi puedo palpar su tristeza y eso me quita el aire de forma dolorosa, prefiero cuando me sonríe y me quedo también sin aire, pero de buena manera. No hay nada más hermoso que su sonrisa, y en este momento aparentemente está desaparecida. Camino hasta colocarme detrás de ella y pongo una mano sobre su hombro. Inmediatamente salta cerrando el cuaderno de golpe y girándose para verme.

—¡Por dios Jared, ¿quieres darme un infarto?! —pregunta colocando la mano que sostiene el pequeño cuaderno sobre su corazón. Sonrío inocentemente y sacudo la cabeza.

¿Qué estabas escribiendo Lissa? ¿Escenas porno de nuevo conmigo como protagonista?

Ella lee mi mensaje y me frunce el ceño mientras un adorable sonrojo pinta sus mejillas. —Vete al diablo, Jared. Métete en tus asuntos. —De forma molesta guarda su pequeño cuaderno y se monta en el lado de conductor de mi carro. Yo la sigo con una gran sonrisa en mi rostro. Hace un par de semanas Kriss y yo habíamos ayudado a limpiar su departamento –otra vez- y por casualidad encontré un par de viejas libretas suyas con algunas historias que había escrito. Y vaya que tenía una buena imaginación, la chica podía escribir a detalle varias cosas como el sexo, totalmente valió la pena el moretón que dejó en mi brazo cuando me descubrió leyendo, y esas mejillas sonrojadas... mataría por verlas de nuevo.

Aprieto la mandíbula al darme cuenta hasta donde me están llevando mis pensamientos, a pesar de que intento ignorar o pasar muchas cosas por alto soy un jodido hombre y no puedo negar que ella es hermosa, o al menos es hermosa para mí. Podría llegar a admitir que la chica Agnes alias santa Teresa, era más guapa que ella en términos físicos, pero no se comparaba nada a esas pequeñas expresiones y manías que Lissa tenía, desde fruncir el ceño cuando estaba realmente concentrada en algo, hasta echar su cabeza hacia atrás cuando suelta una carcajada. La puta perfección.

La miro de reojo y la encuentro perdida en sus pensamientos fingiendo que observa las cosas fuera de la ventana. Una de sus manos acaricia su cuello por la tensión y tiene su labio inferior entre sus dientes. Y les tengo tanta envidia. Sacudo la cabeza ante el pensamiento y un ligero pánico se apodera de mí como pasa cada vez que esa clase de cosas pasan por mi cabeza. De recordar, era la chica de mi mejor amigo, es mi mejor amiga, solo intento ayudarla, no es para mí, jamás será mía.

Apretando el volante giro en una calle concentrándome en lo que REALMENTE vine a hacer, distraerla. Y como jodí su cita con chico-bonito-pero-con-cerebro-de-mierda entonces debería compensarla con algo mejor. Y tengo el lugar indicado para hacerlo.

En cuanto nos estacionamos fuera del lugar Lissa se voltea hacia mí con una expresión confusa.

—¿Una pista de hielo? ¿Qué diablos Jared? —la observo por un largo segundo y una lenta sonrisa va creciendo en mi rostro. Con una seña le indico que salga del auto mientras yo hago lo mismo. En cuanto sale, rodea el vehículo y se coloca a un lado mío mirándome como si finalmente perdí mi cabeza. Y probablemente tiene razón, estos meses con ella me han llevado a la locura, estoy tan loco que haría cualquier cosa por verla sonreír, lo que siento cuando lo hace es como una droga, una que no planeo abandonar pronto. Tomo su mano y nos conduzco dentro.

Mientras le coloco sus patines ella no para de hacer preguntas cada vez más desesperadas como: ¿Cómo se supone que camine con esto? ¿No es demasiado filoso? ¿Y si me caigo y alguien pasa por encima de mi mano? ¿Y si accidentalmente corto mi cara cuando caiga? ¿Sabías que puedo tocar la punta de mi nariz con mi pie? De acuerdo eso no debías de saberlo, ¡Pero puedo lastimarme por eso!

Enamorándote en Silencio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora