Louis

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La Navidad había llegado de nuevo, y podría decirse que era el año que más se había esmerado la familia Weasley en organizar el evento, pues era la primera vez que los pequeños James y Fred la celebrarían. El banquete, preparado en su mayoría por la señora Weasley, como cabría de esperar, estaba casi listo; aunque no podían empezar todavía a cenar, pues Charlie no había aparecido aún. Así que, para entretenerse mientras esperaban, George propuso a Victoire, Teddy y Dominique terminar de decorar el árbol.

—A ver, peques, ¿quién quiere colocar la estrella en el árbol?

Aquellas palabras llegaron altas y claras a los oídos de los tres pequeños. Dominique levantó la mano y comenzó a dar saltos, entusiasmada. Vic puso ojos de cachorrito, y repitió varias veces, sin detenerse a respirar, "porfa". El pelo de Teddy se tornó dorado, al igual que la estrella, dando a entender que le entusiasmaba la idea de ser él quien lo hiciera.

— ¿Por qué no dejamos que lo haga Molly este año?—sugirió Hermione. Cogió a su sobrina en brazos, y George le pasó el adorno que iba en la copa del árbol. Dominique se cruzó de brazos, frustrada, mientras veía cómo su prima situaba la estrella en su sitio.

—Vamos, Nique, te prometo que el próximo año lo harás tú—la animó George, guiñándole un ojo. Ella pareció alegrarse un poco, pero no dejó de mirar con mala cara a Molly durante el resto de la noche.

Charlie ya llevaba casi una hora de retraso, y además de estar preocupada, la señora Weasley estaba a punto de perder la paciencia.

—Mamá, cálmate. Seguro que lo han entretenido en el trabajo, eso es todo—la tranquilizó Bill.

— ¡Pero él sabía que se trataba de una celebración familiar especial!—terció ella—. ¡Tendría que haber organizado mejor su tiempo!

—No estarás pensando en enviarle un vociferador como la otra vez, ¿no?—intervino Ron.

— ¿De veras le envió un vociferador a Rumanía?—le susurró Harry a Ginny, recordando aquella ocasión en la que Ron recibió uno cuando estrellaron el coche familiar en su segundo curso. Bill, que había oído su pregunta, suspiró y asintió.

—Puedo dar fe de eso. A mí me mandó uno a Egipto. Fue un tanto... humillante. Ese día aprendí que nunca debía llegar tarde a una reunión de los Weasley.

Unos minutos más tarde, la señora Weasley, harta de esperar, les gritó a todos que fueran dirigiéndose hacia la mesa.

— ¡Charles ya llegará cuando le venga en gana!—chilló, furiosa, cuando el señor Weasley le preguntó qué debían hacer respecto a su segundo hijo.

Teddy ya se había zampado la mitad de un plato de galletas en cuanto los mayores se sentaron. Harry lo sentó en su regazo, y Audrey hizo lo propio con Molly.

—Oye, cuñada, me acabo de dar cuenta de algo—comentó George, dirigiéndose hacia Audrey—. Hace seis años exactamente, estabas sentada en ese mismo sitio; y no tenías ni idea de lo que era la magia. Qué cosas, ¿verdad?

Audrey esbozó una media sonrisa, mirando de reojo a su hija y a Percy.

—Esa fue una noche memorable, sin duda—afirmó ella.

—Por suerte este año no ocurrirán tantas sorpresas—soltó Bill. Sin embargo, pronto descubriría que tendría que haberse guardado aquellas palabras para sí. Y la primera señal de ello fue la aparición estelar de Charlie en el salón. Después de repeinarse improvisadamente con las manos y utilizando una bandeja vacía como espejo, dio una palmada para que todos se volvieran hacia él y anunció, con total normalidad:

—Familia, buenas noticias. ¡Voy a ser abuelo!

A George le salió zumo de calabaza por la nariz por culpa de la impresión que le había causado aquello. Su hijo pareció querer imitarlo, pero Angelina le detuvo antes de que tomara mal ejemplo. Muy a su pesar, Freddie ya tendría tiempo suficiente de aprender de su padre.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now