Banquete nupcial

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Lo más memorable que ocurrió en la boda de Ron y Hermione fue, entre varios acontecimientos, el discurso de Harry. Este se levantó en mitad del banquete, y algo nervioso, empezó con su monólogo:

—Hace unos meses, este chico que está aquí sentado dio un discurso en mi boda. Y ahora tengo que hacerlo yo por él... Que conste que nunca se me ha dado bien hablar en público, así que no me juzguéis—se oyeron algunas risas de fondo—. Bien, para empezar, creo que tanto el novio como la novia coincidirán conmigo cuando digo que ninguno de nosotros estaríamos celebrando nada hoy si no fuera por dos razones. La primera de ellas es la poca capacidad emocional de mi amigo—. Todos los presentes se sorprendieron al oír aquello, pero Ron y Hermione sabían exactamente a dónde quería ir a parar—. Y la segunda, es debida a un trol—. Los recién casados fueron los únicos que rieron—. Quizás Quirrel no fue un gran hombre, pero los tres le debemos muchísimo. Porque, gracias a aquella bestia que dejó entrar al lavabo y que conseguimos derrotar juntos, nos hicimos íntimos e inseparables. Y como vuestro mejor amigo que soy—se dirigió hacia ambos—, tengo el derecho y la necesidad de decirlo: Siempre supe que esto acabaría pasando—. Ron y Hermione se miraron el uno al otro, y se sonrieron mutuamente—. Su primer beso es algo que queda entre ellos y yo, pero os puedo asegurar que fue de lo más inoportuno. Lo que me lleva a añadir una tercera razón por la que estamos aquí: los elfos domésticos. También he de decir que los siete años en Hogwarts que me pasé aguantando sus estúpidas discusiones han merecido la pena. Porque todo lo que han vivido ellos dos, hasta el más pequeño detalle, ha servido para que yo esté aquí ahora mismo pronunciando estas palabras—. La señora Weasley y la señora Granger se secaron unas diminutas lágrimas de alegría—. Creo que lo último que tengo que decirles a mis mejores amigos es que, por muy testarudos y cabezotas que sean, me alegro muchísimo por ellos. Pero, de verdad, llegan a tardar un día más en declararse y les doy una dosis de Amortentia a ambos—. Ron puso los ojos en blanco, aunque al igual que Hermione, se tomó aquel comentario con humor—. Enhorabuena, en serio.

Hermione corrió a abrazar a su mejor amigo, y Ron hizo igual segundos después. En ese momento, George se puso en pie. Se acercó a ellos y se aclaró la garganta, y Ron no podía dejar de mirarle horrorizado, pues temía que fuera a dejarle en ridículo.

—Bueno, bueno...—comenzó a decir George—. Como padrino honorario que soy...

—Tú no eres el padrino—intervino Ron, frunciendo el ceño.

—Padrino honorario, pequeño Roonie. Mi deber es contar anécdotas variadas que te dejen en ridículo—explicó, guiñándole un ojo—. ¡Dejad que os deleite con la historia de cómo Ronald lloró durante una semana porque los Chudley Cannons volvieron a quedar últimos en la liga!

— ¡Eso fue hace más de quince años!—gruñó Ron.

— ¿De veras? A mí me parece como si fuera ayer mismo...

George (y más tarde Charlie) siguieron contando humillantes momentos de la vida de Ron durante un buen rato:

—No podemos olvidarnos de la vez en que cogió una aspiradora que había traído papá a casa, ¡y se le quedó el brazo atascado en ella durante todo el día! Tuvimos que llevarlo a San Mungo de urgencias...

— ¡Tenía cuatro años!—gritaba Ron, deseando que aquel momento acabara de una vez por todas.

—Y no podemos dejar pasar por alto el mismo día de su nacimiento. ¡Tía Tessi se presentó con toda una gama de artículos para niña!

— ¡Es verdad! ¡Porque creyó que se llamaba Rose!

Y mientras los pocos invitados que había no paraban de desternillarse, Hermione se acercó a su marido y susurró:

—Con que... Rose Weasley...

—No me llames así, te lo suplico—pidió Ron, totalmente abochornado.

—No tenía pensado hacerlo. Aunque es un bonito nombre...—pensó ella en voz alta.

George volvió a sentarse en su sitio unos minutos después. Se había quedado sin repertorio de historias vergonzosas sobre Ron (aunque Charlie, por su parte, se quedó hablando al público un rato más). George se acomodó en la silla, y rodeó con su brazo a Angelina; y esta apoyó la cabeza en su hombro. Por un segundo, aunque no fue del todo consciente de ello, el pelirrojo se imaginó a él y a Angelina como anfitriones de esa celebración.

—Eh, Spinnet—le murmuró Lee a Alicia, sin dejar de mirar de reojo a George y Angelina—. ¿Crees que ellos dos al fin...?

—Por Merlín, Jordan, ¡hay que estar ciego para no darse cuenta!—lo cortó ella—. Y que conste que nuestra apuesta sigue en pie. Quince galeones a que me nombran madrina de sus hijos antes que a ti.

—Parece que tienes muy claro que vas a ganar, ¿me equivoco?

—Voy a ganar—sentenció ella, con una victoriosa sonrisa.

Charlie seguía disfrutando de las carcajadas que sonsacaba a la gente. En un momento dado, se volvió hacia la novia, y dijo:

— Ahora vamos a ponernos serios. Quiero dar oficialmente la bienvenida a Hermione a la familia Weasley—. Hermione sonrió enormemente—. ¡Pero lo cierto es que no es a la única persona que debemos darle la bienvenida a la familia hoy!

Bill, que ya se esperaba por qué camino iba a seguir, se puso en pie, gritando:

—Charles, ¡ni se te ocurra!

Y como habría cabido esperar, Charlie le ignoró por completo.

—Muchos no sabréis de lo que estoy hablando. ¡Y es que, señoras y señores, mi cuñada va a tener un bebé!

Ron abrió los ojos de par en par, atónito. Miró a Hermione, y esta negó rápidamente con la cabeza.

—A mí no me mires—se apresuró a decir ella.

— ¡Charlie!—bramó Bill, enfurecido—. ¡Guárdate tus propias estúpidas suposiciones y fantasías para ti y no metas a Fleur en medio!

Su mujer le puso una mano encima de su hombro, y le dirigió una media sonrisa.

—Lo ciegto es que...

Bill sacudió la cabeza, sin creérselo.

— ¿E-es cierto? ¿Vamos a tener otro hijo?

Fleur bajó la mirada, y asintió una sola vez. A Bill se le iluminaron los ojos, y la abrazó con fuerza.

— ¡Te lo dije!—exclamó Charlie, y Fleur le lanzó una mirada de advertencia.

Considégate afogtunado pogque no te pgegunte cómo lo has sabido, Chagles.

Charlie asintió con rapidez. Tenía claro que cualquier amenaza por parte de Fleur no iba en broma; pues la había visto varias pruebas del Torneo de los Tres Magos y sabía de lo que era su cuñada capaz.

La señora Weasley se apresuró a darles la enhorabuena. Ron refunfuñó.

— ¡Incluso en mi propia boda me roban el protagonismo!

—Si quieres, puedo salir yo a contar anécdotas sobre ti—se mofó Hermione—. O... Podríamos aprovechar este momento de distracción para salir de aquí...

Ron se quedó satisfecho con ese plan.

—Nos vemos luego, colega—le murmuró a Harry. Y ambos se aparecieron bien lejos de la carpa.

Harry sonrió para sus adentros. En tan solo unos breves segundos, se le cruzaron por la mente sus más valiosos recuerdos con Ron y Hermione; que no eran precisamente pocos. Y se alegró enormemente por ellos y por su matrimonio; más de lo que ya lo estaba.

<<Ya era hora>>, pensó.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now