Fleur llamó un par de veces con los nudillos a la puerta del cuarto de sus hijas antes de entrar aquella mañana. Al pasar a la habitación, se encontró a ambas tumbadas en sus respectivas camas. Dominique escuchaba la música que salía de una cajita muggle que reproducía música, que había sido un regalo de su tía Audrey, a quien se le estaba volviendo ya una costumbre regalar objetos no mágicos a sus sobrinos por su cumpleaños. La pelirroja no se había separado de aquel aparato en ningún momento desde que había pasado a formar parte de sus posesiones. Audrey había incluido algunas canciones de sus grupos muggles favoritos, y Dominique debía admitir que eran bastante buenos. Deseaba poder convencer a su abuela Molly de que, aquellas Navidades, pudieran poner de fondo aquellas canciones, y no las de Celestina Warbeck (la muchacha había heredado el odio de su madre hacia aquella cantante).
Fleur se fijó en Victoire. Miraba a través de la ventana de su cuarto, apoyando la cabeza en las palmas de sus manos. Se la veía algo deprimida desde hacía varios días, y aquel detalle no se le había pasado por alto a su madre en absoluto.
—Victoire, ¿a qué viene esa caga tan lagga?—le preguntó la francesa, angustiada.
Vic soltó un triste suspiro, y Dominique respondió por ella:
—Echa de menos a su novio—bromeó, y su hermana le lanzó una mirada de desprecio.
— ¡Cállate!—le espetó, cruzándose de brazos.
Fleur no pudo reprimir una pequeña sonrisa. Se sentó en el regazo de la cama de su hija mayor, y le dijo:
—Cgeo que tengo algo que te hagá sentig mejog.
Victoire enarcó una ceja, sin comprender a qué se refería. No fue hasta que su madre se sacó un sobre de uno de sus bolsillos y se la entregó que entendió cuál era la sorpresa que le tenía preparada.
—Es una cagta de Teddy—Fleur le confirmó lo que esperaba oír—. Ha llegado esta misma mañana.
— ¿Solo para mí?—preguntó Victoire, emocionada, y alargando un brazo para coger el sobre.
—Solo paga ti—asintió Fleur, sonriendo. Intercambió una mirada con su otra hija, quien también ensanchó una enorme y pícara sonrisa—. En fin, te dejo que la leas tganquila. Voy a veg cómo está vuestgo hermano.
Vic le dio las gracias, y en el mismo instante en que Fleur salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí, Dominique le quitó la carta de las manos a su hermana sin moverse de su sitio. Y es que, ahora era la mediana de los Weasley-Delacour quien estaba en la fase de hechizos involuntarios; y hacer que objetos llegaran hasta ella cuando lo deseaba era lo que más solía hacer. Y también lo que más fastidiaba a Victoire y Louis.
— ¡Oye!—bramó Vic, poniéndose en pie—. ¡Devuélveme eso!
— ¡No ha sido adrede!—se excusó; aunque Victoire no tenía tan claro que fuera verdad—. ¡Además, yo también quiero saber qué tal le va a Teddy!
— ¡Pero esa carta es para mí!—le gritó Victoire, con las mejillas encendidas.
Dominique resopló, y le devolvió el sobre de mala gana. Victoire volvió a tumbarse en la cama, con expresión triunfante. Abrió la carta la mar entusiasmada; como si se tratara de la propia admisión a Hogwarts. Empezó a leerla en voz baja, con una increíble rapidez.
<< ¡Hola Vic!
Siento no haber escrito antes. Se me olvidó. No te enfades, porfa. ¡Es que he tenido que escribir un montón de cartas! Creo que eso es la única cosa mala de tener una familia tan grande.
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Harry Potter: Historias de la nueva generación
Fanfiction¿Quieres saber qué fue de tus personajes favoritos después de la Batalla de Hogwarts? Pequeños one-shots de Harry Potter y sus amigos contando sus vidas después del 2 de mayo de 1998. (Todos los personajes pertenecen a la maravillosa...