Los nuevos alborotadores de Hogwarts

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Aquel no era un día corriente en la vida de Fred.

No, no lo era en absoluto. Y eso le encantaba.

Por fin, después de once años y cientos de historias contadas, iba a empezar su primer curso en Hogwarts. E iba a ser inolvidable. Debía serlo. Debía asegurarse de que la gente recordara el día en el que Fred Weasley llegó al Colegio de Magia y Hechicería. No por nada era el primogénito del mayor bromista de todos los tiempos.

Y lo mejor de todo era que James entraría con él. Y por si fuera poco compartir curso con su primo favorito, aquel año también comenzaba Daisy sus estudios en Hogwarts. Fred y ella se conocían desde que eran unos críos; casi eran como hermanos.

Su prima Molly también estaría en su mismo curso, pero Fred tenía la impresión de que a ella no la vería tanto por los pasillos de Hogwarts. Molly siempre había sido solitaria y muy escurridiza. Uno nunca sabía dónde podría encontrarse; de lo único que podías estar seguro era que, estuviera donde estuviera, tendría consigo algún aburrido libro de texto.

A Fred llegaba a molestarle la actitud de Molly durante muchas de las reuniones familiares. A Fred le animaba ver a su familia unida y charlando alegremente, pero Molly se comportaba siempre igual. No parecía importarle que tío Charlie hubiera recorrido medio continente para ir a visitarlos, por ejemplo. Por ello, Fred se había autoimpuesto una misión. Conseguiría que Molly apreciara más la familia, tal y como lo hacían el resto de los Weasley.

Cruzó la entrada al andén nueve y tres cuartos acompañado de su padre, su madre y, por supuesto, Roxanne. Su hermana pequeña no había querido perderse por nada del mundo la marcha de Freddie.

Si uno viera a Fred y Roxanne desde lejos, nunca se pararía a pensar que eran hermanos. Mientras que Fred era de piel blanca y pálida, de pelo rojizo y mirada castaña, Rox tenía la piel morena, y los cabellos muy oscuros, casi negros, al igual que sus ojos. Además, ella era muy alta para su edad. O quizás era que Fred era de muy corta estatura para tener once años.

Parecían muy distintos; demasiado como para ser familia, demasiado como para llevarse bien. Pero lo cierto es que nada estaba más lejos de la realidad. Jamás se habían peleado. De hecho, la discusión más grave que habían tenido había sido si era mejor utilizar un caramelo longuilinguo o una galleta canario para gastarle una trastada a Hugo. Y es que ambos hermanos habían heredado la pasión por las bromas que tenía su padre. No hacía falta decir que eso no hacía más que provocarle dolores de cabeza a su madre a todas horas.

Roxanne y Fred se consideraban el equipo perfecto. Eran uña y carne. Pero, por supuesto, el pelirrojo tenía otro gran compinche entre los miembros de su familia.

Divisó a James junto a tío Harry, tía Ginny, Albus y Lily. Fred corrió junto a su primo favorito, e hicieron su secreto saludo de manos. Albus lo había visto muchas veces, pero nunca había conseguido recordarlo. Era muy complicado. James y Fred lo habían ideado especialmente para que nadie pudiera imitarlos.

— ¿Listo para nuestro primer curso en Hogwarts? —preguntó James, eufórico.

— ¡Más que listo!

—Quienes no sé si estarán listos serán vuestros profesores—rio Ginny.

James, emocionado, apremió a Fred para subiera de una vez al tren.

—Ve buscando sitio—le dijo su primo—. Yo voy enseguida.

El mayor de los Potter asintió, y después de darle un último y fuerte abrazo a Lily y revolverle los pelos a Albus, salió corriendo hacia el Hogwarts Express, cargando con sus dos baúles y con la jaula de Darwin. Fred se volvió hacia Roxanne y esta saltó a los brazos de su hermano.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now