Navidades en la Madriguera

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—No, Zeke, me niego rotundamente.

Los gritos de Summer hicieron a Teddy despertar. El joven metamorfomago se había quedado dormido en su trayecto en el Hogwarts Express de camino a casa. Como habría cabido esperar, compartía compartimento con sus tres grandes amigos; Zeke y él estaban sentados en frente de las dos chicas. Teddy vio de reojo que su colega tenía en su regazo un volumen bastante nuevo de Historia de la Magia. Solo Ivet se percató de que se había levantado de su siesta, pues los otros dos estaban inmersos en una de sus absurdas discusiones, y el metamorfomago le suplicó con la mirada que no lo delatase; no quería tener que actuar de nuevo como intermediario en una de sus disputas. Ivet sonrió levemente, y asintió disimuladamente con la cabeza. Teddy soltó un pequeño suspiro de alivio. Cerró los ojos de nuevo, y se limitó a escuchar la conversación entre Summer y Zeke.

—Pero, Summer, cuando volvamos de vacaciones nos tocará un examen acerca de esto—decía Zeke, intentando sonar persuasivo y convincente.

—Tú mismo lo has dicho: Cuando volvamos de vacaciones—replicó Summer—. ¿Por qué preocuparse ahora?

— ¡Porque es importante!—repuso él—. Además, me parece increíble que no conozcas la historia de lo que pasó ese día.

—Claro que lo sé. Aunque no le doy tanta importancia como tú. Tú te sabes de pe a pa lo que sucedió, y eso es exagerado.

—No es exagerado en absoluto—seguía argumentando Zeke—. Es algo que afectó a la generación anterior a la nuestra; ¡lo que marcó la liberación del mundo mágico! Deberías tomártelo más en serio.

—Me lo tomo en serio, Zeke. Pero lo único que merece la pena recordar de ese libro que tienes ahí, es la fecha de aquel día y el nombre de Harry Potter.

Teddy supo entonces que estaban hablando de la Batalla de Hogwarts. Se encogió en su sitio. Si antes no había tenido ganas de intervenir en la escena, ahora todavía las tenía menos.

Nunca había contado a sus amigos la verdad acerca de sus padres. No era porque no confiara lo suficiente en ellos como para hacerlo; pero había visto cómo lo miraban gente que sabía que él era el hijo de Remus y Nymphadora Lupin, como era el caso de muchos de los profesores, como Hagrid y Flitwick, y también su compañero Tyler. Teddy podía apreciar una sensación de amargura y pena en sus ojos cada vez que cruzaba una mirada con todos ellos. Y no quería que Summer, Zeke e Ivet lo observaran de aquel modo. Tenía miedo de que empezaran a tratarlo de un modo distinto si se enteraban de quién era hijo: Dos grandes héroes de la Orden del Fénix fallecidos en la batalla.

Teddy no prestó más atención. Acomodó su cabeza encima de su brazo, y su pelo se volvió gris. Sus tres amigos lo notaron, e intercambiaron una mirada, confundidos. Cuando Summer le preguntó a Zeke que significaba aquel color, él no supo qué responder.

—Está dormido—pensó en voz alta, al cabo de unos segundos—. Quizás cuando sueña con algo determinado, su pelo se pone de ese color.

Ivet lo miró, preocupada, pero no dijo nada al respecto.

Unas horas más tarde, Zeke zarandeó el brazo de Teddy con fuerza, avisándole de que ya habían llegado. Él abrió los ojos, pero sintió que no había descansado nada en absoluto. Sin embargo, se esforzó por mostrarse de buen humor.

—Menuda siesta te has pegado, Teddy—comentó Summer, oprimiendo una carcajada.

—Necesitaba reponer fuerzas—se excusó él, con una sonrisa—. Hoy voy a volver a ver a toda mi familia. La casa estará abarrotada de gente y llena de alboroto. Zeke podrá comprobarlo pronto por él mismo—añadió, mirando de soslayo a su amigo, quien asintió enérgicamente con la cabeza.

Harry Potter: Historias de la nueva generaciónWhere stories live. Discover now