Una taza de azúcar.

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Día 7.

Azúcar.
¿Realmente pensaba en dársela? Ni siquiera estaba seguro sobre la existencia de aquel ser más allá del armario, y sin embargo Thomas llevaba toda la mañana dándole vueltas al asunto.

Para este punto, él ya había tomado un par -o más- de aquellas pastillas, con la esperanza de hacer que su mente razonara y evitará a toda costa lo que a cada momento le parecía más y más inevitable.

El día transcurrió relativamente normal, ignorando los constantes pensamientos sobre aquella nota y la petición contenida.

Nunca se había encontrado en una situación parecida, y al término del día, él había decidido intentarlo.

Al dirigirse a la cocina y llenar una pequeña taza de té con aquellos pequeñísimos granos de azúcar, intento convencerse de que a la mañana siguiente, algún idiota del vecindario estaría riéndose por haber conseguido que su broma de las notas diera frutos y por haber logrado que él lo creyera un poco.
A Thomas no le importaban las probables futuras burlas de sus vecinos, ni siquiera el mínimo esfuerzo que le costó llenar la taza y dejarla frente al armario antes de acostarse. Solo quería que aquellas notas desaparecieran para poder recuperar la paz.

Su mente aún intentaba aferrarse a la pequeña esperanza de que fuera una cruel broma.
Para su desgracia, a la mañana siguiente volvió a encontrar el armario abierto y una nota bajo la taza de té.

Querido humano:

Gracias por el azúcar.

Eres una persona muy amable.

Atentamente: El monstruo del armario.

La taza de té se encontraba vacía.

Querido Monstruo En El Armario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora