Epílogo.

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Dos meses después.

-Haremos un ejercicio bastante simple, ¿De acuerdo? -Dijo el psiquiatra.- Repite después de mí: "No hay nada bajo la cama."

-No hay nada bajo la cama. - Murmuró el muchacho arrastrando las palabras. Era claro que estaba algo sedado por los medicamentos.

-Muy bien, - Lo felicitó el hombre. - ahora repite: "No hay nada en el armario."

-No hay... nada en el armario. - La voz del chico tembló, sus ojos comenzaron a tomar un color más profundo, pero el sujeto no lo notó, Thomas mantenía la cabeza gacha, mirando sus manos cerrándose lentamente.

-Excelente. Lo estas haciendo muy bien, Thomas, solo queda decir algo más: "No existen, los monstruos."

El cuerpo entero se le paralizó ante esa palabra: "Monstruos".

Un torrente de recuerdos lo azotó tan bruscamente que por un momento olvido como respirar. Después de unos segundos jadeo en busca del aire que le hacía falta, su respiración se había acelerado casi tanto como su corazón y sus ojos se cristalizaron. Estaba a punto de romperse.

A falta de una respuesta, el psiquiatra decidió mover su mirada de los documentos que poseía para mirar por primera vez a su paciente.

- Vamos, Thomas. -Lo ánimo el hombre de ojos cansados y aburridos.- Sólo tienes que decirlo. "Los monstruos no existen." Fácil, ¿lo ves? Ahora tú.

Thomas vaciló. Sus manos se abrían y cerraban rápidamente de manera enfermiza, rasguñado su piel a través de la delgada tela proporcionada por el hospital.

-Yo... yo no... No puedo. - Su voz era tan solo un murmullo.

El psiquiatra pareció fruncir el seño por un instante, pero luego relajo las facciones, manteniendo un rostro serio y profesional. En su mente se repetía el pensamiento de que no debería molestarse por ello, a fin de cuentas, era tan solo otro loco, sin embargon

-Ya veo. Aunque me cuesta creer que usted, después de todos los progresos logrados hasta ahora, se niegue a aceptar algo tan insignificante.

-No era mi intención...

-No. - Lo interrumpió. - No quiero escuchar sus excusas irracionales. Es claro que su historia es tan solo producto de su mente, nunca existió un mundo lleno de monstruos, como tampoco existió ningún estúpido monstruo dentro del armario y...

Thomas levantó la cabeza y su mirada, antes temerosa y preocupada, ahora parecía lanzar chispas de tal manera que hizo callar al psiquiatra.

-¿P-por que me mira así? - Cuestionó nervioso el hombre mientras le hacía señas disimuladas a los enfermeros. - Sólo estoy diciendo lo que es obvio.

Thomas se levantó bruscamente y con irá en su mirada se enfrentó al hombre.

-Se equivoca. - Declaró con firmeza el muchacho. - Existió un monstruo, y fue el único amigo verdadero que tuve. - Su voz había comenzado a temblar y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, pero nunca perdió la convicción. - No puedo negar su existencia después de lo que hizo por mi.

Los enfermeros intentaron sujetarlo, pero solo lograron dejarle libre el camino a la puerta. El chico corrió con su cuerpo aún herido y cerró la puerta. No arruinaría esta oportunidad.

Sin importarle el dolor que sufría a cada paso, logró llegar al techo del edificio, escuchando los pasos de los enfermeros tras él.

Se apresuró a llegar al borde, y un vez ahí,  dudo.

-Yo te salve del amanecer una vez... - Hablo, deseando que su monstruo estuviera ahí para escucharlo. - pero ahora estoy desesperado por el mío. Estoy desesperado por volverte a ver, querido monstruo en el armario.

Y se lanzó.

***
Feliz navidad.

Querido Monstruo En El Armario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora