Recuerdös - 1.

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13 años atrás.

Un asustadizo niño de tan solo 9 años se encontraba escondido detrás de unas mesas, estaba tratando de dormir durante su clase de gimnasia, cuando todos los demás estaban en el patio ejercitándose.

Sus brazos estaban llenos de moretones al igual que su espalda y su estómago, mientras que sus pies se encontraban heridos por finas pero dolorosas cortadas cubiertas por sus calcetines de cohetes espaciales y estrellas; Oh, Thomas adoraba aquellos calcetines, siempre lo hacían sentir mejor al usarlos.

No había sido una buena semana y aquellas ojeras en su infantil rostro lo delataban.

El pequeño había sufrido de un terrible insomnio después de enfrentarse a lo que su madre denominaba "pesadillas".

Pobre, nadie le creía cuando les hablaba sobre los encuentros que tenia con aquel malvado ser debajo de su cama... Ni siquiera su comprensiva madre.

Si ella no le creía ni una palabra, ¿Que podía esperar de sus compañeros de clase? Todos ellos le parecían casi tan malvados como aquel monstruo, pero él estaba equivocado.

Había otro ser en la vida de Thomas, uno cuya maldad realmente podía ser comparada con la del ser sobrenatural debajo de su cama. Aquella persona era su padre.

Aquel hombre despiadado y cruel parecía no saber otra forma de educar al pequeño Thomas más que a golpes, y aunque su dulce madre tratara de evitarlo, ella casi siempre resultaba herida de igual forma por él.

Pero a pesar de todos los insultos, de todos aquellos golpes y burlas recibidas, ni su padre, ni ellos podrían ser tan malos como aquel monstruo, y Thomas estaba realmente cerca de descubrirlo.

Aquella noche se había retirado a su habitación sin cenar, su padre había llegado temprano ese día y no tenia el mejor humor, así que su madre lo había mandado a dormir antes de que tuviera oportunidad de presenciar una de sus peleas... otro de sus golpes.

Thomas pensaba que era mejor  enfrentar a su padre que entrar a su habitación.

El lugar estaba oscuro y la única iluminación provenía de los pocos rayos de luna que se filtraban por la ventana, el padre de Thomas había roto el foco por accidente hace poco y se había negado a conseguir otro por simple capricho.

En cuanto la puerta se cerró, Thomas prácticamente salto sobre su cama, cubriéndose con sus mantas hasta taparse la cabeza.

Con temor saco una mano de su escondite y tanteo su cama hasta llegar al borde de está, su objetivo era llegar al mueble continuo, donde se encontraban las pastillas que -según le habían prometido- acabaría con los monstruos.

Una vez hubo conseguido y comido las pastillas, se acostó tratando de dormir, pero el escuchar susurros bajo su cama se lo impidió completamente y en su lugar, sólo consiguió temblar.

El monstruo bajo su cama siempre hacia esos sonidos antes de lastimarlo con sus uñas.

Eso siempre era horrible, pero todo hubiera salido mejor si su madre no hubiera entrado a la habitación en ese momento.

Querido Monstruo En El Armario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora