Amanecer.

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Día 19.

¿Que hubiera pasado - se pregunto Thomas - si nunca hubiese llenado esa taza de azúcar? ¿Si nunca le hubiera permitido a esa criatura acercarse tanto? ¿Si ni siquiera hubiera recibido las notas? ¿Que sería diferente si no hubiera vuelto?

Con pesadez, parpadeo un par de veces, deseando cerrar sus ojos por más tiempo,  sin embargo se negaba a hacerlo, por que sabía, y lo sabia bien, que si lo hacía, no podría volver a abrirlos.

¿Si nunca hubiera conocido al monstruo del armario, su final sería diferente?
Se río un poco al pensarlo. "Monstruo" ¿Por qué aquella criatura se llamaba a sí misma "monstruo"? Nunca le había dicho su nombre, así que Thomas siempre le había dicho "monstruo" durante sus conversaciones, pero él no lo creía. No era un monstruo, no como el que había regresado desde su infancia para herirlo.

-¿Cual es tu nombre? - Balbuceo mareado de repente por la pérdida de sangre.

La criatura no le contesto, permaneció inmóvil al igual que su adversario.
Las lágrimas rodaron por los ojos de Thomas, su monstruo no se había movido por horas.

Él no quería mirarlos, ambas criaturas tenían bestiales heridas por todo su cuerpo, desde rasguños profundos, hasta la piel desgarrada.

El monstruo del armario tenía el abdomen casi destrozado, pero el peor era el otro monstruo, el verdadero monstruo. Tenia la cabeza destrozada, además de varios cuchillos enterrados en el pecho y la garganta, estos últimos hechos por Thomas; Aun mantenía un cuchillo aferrado con fuerza en sus manos, 《Sólo por si acaso》 pensaba él.

Los primeros rayos se colaron por la ventana, iluminando la extraña planta de Thomas, y mientras más avanzaba el tiempo, se acercaban cada vez más al cadáver del monstruo de su cama.

El humano parecía no tomarle demasiada importancia, estaba más concentrado en su amigo, el cual no dejaba de observar, esperando a que despertará pronto, al menos asi era hasta que notó un olor extraño.

Se giro justo a tiempo para notar como su pesadilla lentamente se hacía polvo con los rayos del sol.

Sus ojos se abrieron todo lo que el cansancio le permitía y pronto se halló desesperado, intentando levantarse, No podía dejar que algo así le pasará a su monstruo, a su compañero, a su amigo.

Más lágrimas cayeron al igual que sangre, tenía una herida en su pierna tan grande como una regla de 30 centímetros.
Pero eso no lo detuvo.

Continuo y continuó,  hasta llegar, casi arrastrándose, hasta el monstruo del armario. Comenzó a jalarlo con todas sus fuerzas, tratando de todos los modos de alejarlo de la luz solar.

No estuvo consciente de cuanto tiempo tardó hasta llegar a las puertas del armario, pero una vez ahí no supo que hacer, su mente le decía que lo mejor seria dejar  al monstruo dentro, pero si lo hacía,  ¿Quien se encargaría de que estuviera bien? ¿Cómo podía saber que no moriría si lo abandonaba ahí adentro?

Tomó una bocanada de aire y se adentro al armario.

Querido Monstruo En El Armario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora