Lali se sonrojó.
—Debería intentar encontrar mi vestido —balbució.
Dios... Peter se metió las manos en los bolsillos del pantalón. Los ojos de Lali recorrían nerviosos el dormitorio, como si en algún oscuro rincón fuera a encontrar algo que la salvara de aquella situación. Se iluminaron acompañados de un gritito de alivio, y Peter vio que había encontrado el vestido.
—Uff, felizmente; supongo que me lo había ganado, pero no quería tener que salir de aquí en albornoz —dijo Lali, pero luego bajó la mirada al vestido y se mordió el labio al ver lo arrugado que estaba.
—Puedo llamar a recepción para que te consigan algo de ropa si quie...
Lali lo interrumpió antes de que pudiera acabar.
—¿Qué? No, ni hablar... Me pondré una camisa y un pantalón tuyos, o lo que sea.
Peter esbozó una sonrisa traviesa.
—Me seduce la idea de verte con mi ropa, pero... ¿qué tal si primero desayunamos?
Lali parpadeó.
—No puedo quedarme. Tengo un matrimonio al que asistir hoy, ¿te acuerdas? Una boda de verdad.
Peter se puso tenso.
—No como la de anoche, quieres decir, que no fue una boda de verdad, pero que sin embargo tiene validez legal.
Ella lo miró desconcertada.
—Solo quería decir que...
Peter levantó una mano para interrumpirla.
—No hace falta que te disculpes; sé lo que querías decir. Una boda que los novios tienen planeada desde hace meses. Sé que esto te parece una locura, y que estás desesperada por salir de aquí, pero estamos casados, Lali. Tenemos que hablar de esto y aún faltan horas para que tu prima se case. Comeremos algo para que se te asiente el estómago, hablaremos y nos conoceremos un poco mejor —al verla dudar, añadió—. Dale, es obvio que eres de esas personas que necesitan tenerlo todo bajo control; seguro que hay un montón de cosas que quieres preguntarme.
La mirada de Lali lo decía todo: tenía un millón de preguntas que hacerle. Pero había más que curiosidad en sus ojos azules; también había miedo. Era como si le preocupara lo que pudiera descubrir con sus respuestas.
—Vamos, Lali, soy un buen tipo.
—Lo sé; es solo que estoy confundida, y me siento abrumada y... —Lali irguió los hombros—. Bueno, si nos vamos a divorciar, no creo que tenga mucho sentido que nos conozcamos mejor.
Peter frunció los labios y se cruzó de brazos. Sin duda, un divorcio sería la solución más simple. Podría dejarla ir, podría encargarle el asunto a un par de sus abogados y que lo resolvieran de una manera más rápida y discreta.
Lali no recordaba nada de la noche anterior, así que sería casi como si nada de aquello hubiese pasado. Pero él sí recordaba.
Se encogió de hombros y con fingida indiferencia se sacó el as que tenía guardado en la manga.
—Sí, supongo que tienes razón. Además, si necesitas hablar, estoy seguro de que Jimena y Talía estarán felices de escucharte. Al fin y al cabo todavía tienes... ¿qué, cuatro horas antes de que empiece la ceremonia?
Lali dio un respingo y lo miró preocupada.
—¿Talía y Jimena lo saben?
¡Bingo! Oh, sí, su mujercita no iba a irse a ninguna parte; o al menos no durante unas horas.
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