Capítulo 19

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Vestida de fiesta, Lali tenía la cabeza girada hacia la ventana del vehículo, y observaba sin interés las calles iluminadas de la ciudad por las que pasaban. Miró a Peter, que iba sentado frente a ella revisando unos papeles de trabajo que habían recogido en su oficina hacía unos minutos y hablando con uno de los directivos de su compañía.

Al llegar a casa la había saludado con un beso, aunque algo casto, había elogiado su peinado y lo bien que le quedaba el vestido y le había preguntado por su día, pero nada de todo aquello le había parecido real.

La conexión que había habido entre ellos desde el principio, ese algo invisible que podía palparse en el aire, en cada frase, en cada sonrisa, en cada mirada, se había evaporado desde la noche en que le había ofrecido en bandeja lo que quería.

¿Era ese el tipo de matrimonio que él le había propuesto desde el principio? El romanticismo, las risas, la complicidad entre ellos... ¿Podía ser que todo eso no hubiese sido más que el cebo que le había puesto para que picara el anzuelo, de asegurarse su interés y su afecto para que considerara su propuesta?

No podía creerlo, no podía comprender por qué se habría esforzado tanto para tentarla con algo que no podría tener. A menos que fuese una especia de prueba, que quisiera asegurarse de que entendía exactamente aquello a lo que iba a renunciar.

No, no podía ser tan cruel. Lo conocía y sabía que nunca haría intencionadamente algo que pudiera herirla de ese modo. Además, la conexión que había entre ellos... no podía haber fingido eso. ¿Qué estaba pasando allí? Tal vez se estaba sintiendo agobiado. Quizás necesitara tiempo.

O tal vez estaba engañándose a sí misma como una tonta. Pero le había dicho a Peter que por él estaba dispuesta a arriesgarse, y después de lo que habían vivido juntos en esos dos meses, aún creía que valía la pena correr ese riesgo.

Giró de nuevo la cabeza hacia la ventana, parpadeando para contener las lágrimas que estaban amenazando con salir a borbotones. Todo iba a salir bien, se dijo, estaba segura. Ya se sentía un poco mejor.

Momentos después el vehículo se detuvo frente al hotel donde se celebraba la fiesta a la que iban. Peter dejó a un lado los documentos para hablar con su interlocutor.

—Ya llegamos, así que el resto tendrá que esperar. Si te parece, podríamos reunirnos esta noche para hablarlo... Sí, aunque acabemos de madrugada; es importante.

Le lanzó una mirada a Lali, para ver cómo se tomaría que fuese a tener una reunión de trabajo a esas horas.

Ella esbozó una sonrisa comprensiva, sacó de su bolso de mano un espejito y se puso a arreglar su aspecto como si no le molestara en absoluto.

Peter, que se había quedado mirándola, carraspeó para continuar con la llamada.

—Sí, perdón, sigo aquí. Perfecto, entonces quedamos para esta noche. Hasta luego.

Lali volvió a guardar el espejito y le sonrió de nuevo, ignorando su ceño fruncido y sus ojos entrecerrados. ¿Tal vez estaba notando algo distinto en ella?

Tenía que ser eso. Y lo que demostraba era que no se había equivocado respecto a esa conexión que había entre ambos. Los dos intuían cuando al otro le pasaba algo. Sí, todo iba a salir bien, se repitió una vez más.

Cuando el vehículo se detuvo, el conductor les abrió la puerta. Peter se bajó y le tendió una mano para ayudarla.

—¿Lista? —le preguntó.

Lali, sintiendo que volvía a tener confianza en sí misma.

—Lista —contestó con firmeza.

Lali era perfecta. Peter no dejaba de maravillarse de hasta qué punto Lali encajaba en su vida. A los cinco minutos de su llegada ya tenía a toda la mesa comiendo de su mano. Nadie escapaba al hechizo de su sonrisa y su facilidad para conversar sobre cualquier tema. Era asombrosa.

novela laliter casado al amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora