Capítulo 18

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Lali no había podido conciliar el sueño en toda la noche. Le había ofrecido a Peter lo que le había estado pidiendo, lo que había dicho que quería. Se había ofrecido a él, le había ofrecido un futuro juntos... y él la había rechazado.

No, no la había rechazado. Esa era la conclusión a la que había llegado después de todas esas horas en vela. Lo había hecho para protegerla.

Peter sentía que le había fallado la noche en que se habían casado, y no quería arriesgarse a dejar que tomara una decisión tan importante como aquella si había la más mínima posibilidad de que pudiera no estar pensando con claridad.

No, no la había rechazado. Aquello no era algo malo, era algo bueno, y probaba una vez más que podía contar con el hombre con el que se había casado.

Una sonrisa se dibujó en sus labios cuando lo oyó bajar por las escaleras. Miró su reflejo en la puerta del microondas, metió un mechón tras la oreja y se pasó las manos por el estómago en un intento desesperado por calmar los nervios que lo oprimían.

Tomó la jarra del café y sirvió un par de tazas. Un segundo después Peter entraba en la cocina, vestido como todo un ejecutivo y perfectamente peinado. Le dirigió una sonrisa y tomó una de las tostadas con mantequilla que le había puesto en un plato.

—No sabes cómo te lo agradezco —le dijo antes de darle un mordisco a la tostada—. Voy tarde.

Antes de que Lali pudiera siquiera abrir la boca ya le había dado un beso en la mejilla y se había tomado media taza de café. Llevándosela con él, se detuvo en la puerta y miró la cafetera en la mano de Lali y la tostada mordisqueada en la suya.

Luego la miró a los ojos y ella supo que se había dado cuenta de su falta de delicadeza. Una sensación cálida disipó el aturdimiento de Lali.

—Café y tostadas —le dijo con una sonrisa.

Peter dejó la taza en la encimera.

—Lali, respecto a lo de anoche... quiero que sepas que me alegro de que te sientas preparada para comprometerte con lo nuestro. Anoche me preguntaste si no era lo que yo quería, y sí que lo es. Me siento muy halagado de que confíes en mí.

Sin embargo, algo en la expresión de su rostro le decía que no estaba siendo sincero y su tono sonaba tenso. A Lali se le revolvió el estómago.

—No entiendo... —murmuró con voz quebrada y suplicante antes de poder refrenar sus palabras, proteger su orgullo—. A pesar de tus palabras parece como si me estuvieras diciendo todo lo contrario, como si no te alegraras de verdad.

Como si los temores y las preocupaciones que no la habían dejado dormir por la noche estuvieran más justificados de lo que se había permitido creer.

Peter dejó la tostada junto a la taza para ir a su lado y le puso las manos en los hombros.

—Por supuesto que me alegro, pero es que cuanto más lo pienso, más importante me parece que esperes a que acaben los tres meses de prueba para tomar una decisión.

Ella analizó sus ojos, negándose a derramar las lágrimas que inundaban los suyos.

—¿Por qué? Antes estabas tan seguro... No tenías ni una sola duda.

—Por mi parte no existen dudas, Lali, pero en lo que a ti respecta... Mira, sé lo bien que encajarías en mi vida, pero no estoy totalmente seguro de que hayas tenido aún suficiente tiempo para ver si yo encajaría en la tuya.

Lali sacudió la cabeza.

—¿Cómo puedes decir eso? Ya han pasado dos meses desde que...

—El primero no cuenta. Tómate dos más. Asegúrate de que esto es lo que quieres —la besó en la frente y dejó caer las manos antes de cambiar de tema, como si hubieran estado hablando del clima —. Hoy tengo una reunión que seguramente se alargará hasta tarde, y mañana a primera hora tengo otra, así que no me esperes levantada. Probablemente me quede dormido en mi oficina.

novela laliter casado al amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora