capitulo 16

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El chorro de agua caliente de la ducha golpeaba el rostro de Peter que, con las manos apoyadas en la pared, intentaba apartar de sus pensamientos a la sexy ninfa que había dejado en la cama.

Eran las cinco de la mañana, demasiado temprano para despertarla con la clase de beso que tenía en mente. Tenía que dejarla descansar un poco, sobre todo después del segundo ataque a las dos de la mañana.

Lali era increíble, como la química que había entre ellos. Desde la noche en que la había conocido supo que era astuta e inteligente. Lo había impresionado su habilidad para hablar de casi cualquier tema y dar siempre su perspectiva única y de encontrarle el toque humorístico a las cosas.

Pero ahora que estaba empezando a relajarse y tomarse aquel periodo de prueba de otra forma, ahora que estaba abriéndose a él, lo tenía completamente fascinado.

Y lo mejor de todo era que, como los dos querían lo mismo y no tenían fantasías románticas, podía disfrutar de cada momento sin preocuparse de que ella llegara a hacerse ilusiones equivocadas.

Ninguno de los dos quería otra cosa que no fuera lo que ya tenían. Bueno, eso no era del todo cierto; él quería más, quería que dejaran atrás ese periodo de prueba junto con las dudas que aún hacían vacilar a Lali.

Y quería tener hijos con ella. Por algún motivo lo emocionada enormemente imaginarla embarazada de él.

De repente, sintió que detrás de él se generaba como una brisa fresca entre el vapor, y un instante después los brazos de Lali le rodeaban la cintura, y sus senos, se aplastaban contra su espalda.

—Buenos días, señor Lanzani —murmuró, haciendo una pausa para darle un lametón en la espalda—. ¿Creías que ibas a irte sin mi beso de buenos días?

Peter se giró y la agarró de las nalgas, pegándola contra su cuerpo. Estaba muy sexy con todo el pelo revuelto de recién levantada, y su piel húmeda y desnuda era una tentación que no estaba seguro de poder resistir.

—Ni se me había pasado por la cabeza —respondió con voz ronca.

Bajó la cabeza para tomar su boca con un profundo beso con lengua, y de inmediato su cuerpo se puso rígido de deseo y todo pensamiento racional abandonó su mente, salvo todas las maneras creativas de hacer que gimiera su nombre durante los próximos sesenta minutos. El trabajo podía esperar.

—¿Acababan de conocerse? ¿Y ya supieron que estaban hechos el uno para el otro? —exclamó maravillada Gimena Acardi, mirando con ojos brillantes a Lali y a Peter.

Habían pasado casi seis semanas de los tres meses de prueba y aquella era la primera vez que Lali acompañaba a Peter, que al día siguiente viajaba a Mendoza por trabajo, a una cena de negocios. Era una faceta de la vida de esposa que le esperaba si aceptaba seguir adelante con el matrimonio.

La pareja con la que habían salido a cenar, Nicolás Vázquez y Gimena Accardi, debían rondar los cincuenta y tantos, y por el trato que les estaban dando parecía que Peter y ella fuesen de su familia en vez de un socio de negocios y la mujer con la que acababa de casarse y a la que recién conocían.

Lali abrió la boca para responderle a Gimena, pero Peter se le adelantó con una sonrisa traviesa en los labios.

—Ninguno de los dos había ido a Las Vegas en busca del amor ni nada parecido —dijo—, pero empezamos a hablar, y hablamos y hablamos... En fin, una cosa llevó a la otra y... aquí estamos —le pasó el brazo por los hombros a Lali con ese aire algo posesivo que hacía que se le llenara el estómago de mariposas—. Y, si no, que te lo diga Nico, Gime: cuando se te presenta una oportunidad única no debes dejarla escapar. Por eso no perdí de vista a Lali esa noche hasta que me aseguré de que la tendría a mi lado durante el resto de mi vida.

novela laliter casado al amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora