Capítulo 6

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Peter todavía no se lo podía creer: Lali había aceptado pasar el día con él, a darle una oportunidad para demostrarle que su matrimonio no era un error. Y significaba que iría con ella como acompañante de la boda de su prima Macarena.

Se sirvió otro café mientras ella hablaba por teléfono con la novia. Lali apenas había terminado de saludar cuando se quedó sospechosamente callada, para luego balbucear algo y quedarse callada de nuevo.

Aquello confirmaba lo que él había sospechado desde el principio, que Jimena y Talía se habían ido de boca.

—Sí, bueno, pasé la noche con él... Por supuesto que estoy bien, pero eso no... Macarena, hoy es el día de tu boda y... Sí, es muy guapo...

Esa era la diferencia entre los hombres y las mujeres. Él le había mandado un mensaje a Agustín para decirle que había surgido algo y que ya lo hablarían la próxima semana, y su amigo le había respondido con un breve: OK, hablamos.

Es verdad que, si hubiera mencionado lo de su matrimonio y que la mujer que le había dado el sí quiero no se acordaba de nada, habría dicho algo más, pero... bueno, ese no era el punto.

—Ya sé no es algo que suela hacer... —continuó diciéndole Lali a su prima—. No, por supuesto que no hubo drogas de por medio.

Peter, que ya había terminado de desayunar, se levantó y fue a sentarse en el sillón para leer uno de los periódicos que les habían subido con el desayuno.

—¡Macarena, basta! —gritó Lali—. Hoy es tu día. ¿A qué hora quieres que esté ahí para ayudarte? ¿Perdón?, ¿Que no quieres que...? —balbuceó, haciendo que Peter levantara la mirada curioso—. Ah, ya, es por Jimena y Talía... No, me parece bien; lo que quiero es que este día sea perfecto... Está bien, entonces quedamos en eso. Ah, y... Maca, ¿crees que podrías hacer que me mandaran el vestido acá?

Después de aclarar unos cuantos detalles más, Lali colgó y se volteó para mirar a Peter con una sonrisa vacilante.

—Bueno, tengo buenas noticias: contamos con unas cuantas horas más para conocernos.

—¿Y eso?

—Macarena no quiere que Jimena y Talía me bombardeen de preguntas y se pongan a discutir entre ellas mientras se prepara para la ceremonia, así que quedamos en que las tres nos reuniremos minutos antes de irnos.

—Ven aquí —la llamó él, dando unas palmaditas en la parte libre del sillón, junto a él.

Lali se levantó y fue hasta ahí con una sonrisa algo forzada y una mirada desconfiada. ¡Al diablo con lo de «buenas noticias»!, pensó Peter. Era evidente que había contado con que sus obligaciones le sirvieran de excusa para no pasar tantas horas a solas con él.

Agarró a Lali de la mano y la hizo sentarse a su lado, dejando espacio entre ambos, pero sin soltar su mano.

—¿Sabes qué? Podríamos olvidarnos por un momento de las razones por las que te has sacado la lotería al casarte conmigo y relajarnos un poco conversando.

Ella bajó la mirada a sus labios y se recostó un poco hacia atrás.

—Me haces acordar a esos hombres que van de puerta en puerta intentando vender hasta la arena de la playa. ¿Por qué será?

—Porque estás siendo pesimista. Pero no tienes motivos; sé que no recuerdas casi nada de anoche, pero puedo decirte que hablamos y hablamos y hablamos. De todo y nada. Parece que nos entendemos bien —soltó su mano y le puso sobre las piernas el periódico que había estado leyendo—. Así que dale, vamos a empezar: lee este titular y di lo primero que se te pase por la cabeza.

novela laliter casado al amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora