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2 years later.

─¡Yoojung!, ¡cariño!, ¡he traído el pastel!─Gritaron desde abajo.

Ella sonrió sabiendo que su madre había cumplido su promesa. Estaba feliz por tener un pastel para el día de su cumpleaños número diez, pero más por enterarse de que su madre cumplía lo que decía.

Fue de inmediato a correr por las escaleras, así encontrándose con su madre en la cocina dejándo aquella caja que traía el delicioso pastel de fresas que le había pedido.

Corrió un poco más para saltar a los brazos de su madre, la cual la atrapó y acunó en un cálido abrazo.

Eran pequeños segundos de su vida, en que Yoojung era feliz.

─Gracias mamá; pensé que no vendrías.─Dijo la ahora no tan pequeña Yoojung.

Su madre le regaló una hermosa sonrisa y acarició una de sus mejillas.

─¿Qué te hacía pensar que no?, yo cumplo mis promesas, y esta vez pedí un permiso del trabajo para pasar el día contigo, mí nena.─La observó con algo de nostalgia.─Estás creciendo muy bien.

─Lo sé mamá, en serio estoy muy feliz. ¿Y papá?, ¿ha de venir pronto?─Le preguntó al ver que había llegado sola.

─El viene justo ahí.─Su madre apuntó hacia la puerta de la cocina con una sonrisa.

Yoojung vio a su padre entrar. Y aunque era sorpresivo que él haya venido y preguntado por su presencia, no le generaba tanta emoción como ver a su madre, a la cual le guardaba respeto y amor; en cambio eso por su padre había disminuído durante el paso de los años, desde que tenía 6 años, desde el día que había comenzado su pequeño infierno, y sabía perfectamente que él había sido el que lo generó, con sus enojos y protestas contra ella.

─Papá.─Pronunció, con una sonrisa más pequeña.

─Yoojung, dejé muchos regalos para ti en la sala, espero te gusten.─Le dijo éste dándole un beso en la cabeza.

Ella simplemente asintió y le regaló una sonrisa. Le costaba tener que fingir que le agradaba tenerlo en casa, cuando antes pedía que se quedase él no lo hacía por cuestiones de trabajo; ahora le era difícil anhelar tener a su padre junto a ella, antes, cuando la reprendía más a seguido deseaba no verlo más.

─Gracias papá; me alegra verte aquí.─Respondió yendo hacia la sala.

Habían muchos objetos envueltos con cintas. Demasiados regalos.

«Si tan sólo supieras que esos regalos no reparan las heridas que me haz hecho, papá. . . », pensó con algo de tristeza mientras observaba cada uno de los regalos que ahí se encontraban, pero prefirió no herirse ella misma con sus pensamientos como lo llevaba haciendo desde hace tiempo; porque ese día, iba a ocultar cualquier sentimiento que tuviera que ver con tristeza y llantos, ese día por fin iba a dejar de deprimirse. . . iba a olvidar, o fingir que lo hacía, una de las dos.

Luego de comer los tres juntos algunas cosas preparadas por su madre llegó la hora de cantar aquella típica canción antes de soplar las velas.

Sus padres cantaban con emoción, a lo que ella estaba frente al pastel de cumpleaños con las velas encendidas.

Por un momento, pensó que eran sonrisas y emociones falsas; nunca había visto a sus padres actuando como padres. Era la primera vez.

─Pide un deseo nena.─La alentó su madre esperando aquel momento.

Yoojung miró el fuego de las velas reflejado en sus ojos, se quedó demasiado pensativa. Iba a pedir un deseo inútil según ella, uno que si una vez no se cumplió, esta vez tampoco lo haría, y es que recordó que llevaba años pensando en aquella persona, tanto que hasta había olvidado sonreír; Moon Bin era para ella su sol, el que alguna vez la alumbró y recibió cálidamente, sin embargo había echado a la basura gran parte de su infancia pensando en él, esperando a que apareciera por la ventana de su habitación y le cantase para calmar sus miedos y llantos, había sido paciente, porque no había día que no lo esperara despierta hasta altas horas de la noche, tanto que ya ni las pesadillas más horrorosas eran más crueles que el no tenerlo junto a ella; sin duda esa había sido la única pesadilla que realmente le había asustado y hecho llorar con ganas, de la cual ahora había decidido despertar y dejarla atrás.

Las velas estaban esperándola; descartó a Bin en el segundo que las sopló.

Y lo descartaría de todos sus pensamientos igualmente.

Más que pedir un deseo; hizo la promesa de no volver a quedarse estancada en los recuerdos y seguir sin mirar atrás otra vez. Borrar a Moon Bin de sus conocimientos, empezar una nueva etapa.

«Deseo ser feliz», y un soplido a las velas ocurrió. Esta vez tenía la esperanza de que así fuera; que las velas le brindaran un deseo tan simple como ese.

«Lo siento Bin, pero ya no puedo esperarte por más tiempo. . . quédate en el pasado y no vuelvas a martirizar mi presente».

Y ese fue su última petición, su último pensamiento por él.

return;  »moonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora