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A veces, nos encontramos con situaciones sorprendentes e inesperadas, de las cuales nos surgen muchas preguntas, y por sobre todo curiosidad, lo que se asemejaba al estado actual de Yoojung, quien creía haber sufrido de una broma de mal gusto y bastante cruel, llevándola a los recuerdos que ella creía sepultados bajo tierra, pero era imposible que aquello fuera una broma, pues nadie tenía el conocimiento de lo que vivió en su infancia, puesto que ella jamás tuvo intenciones de confiarle a alguien sus más bellos y dolorosos recuerdos de años atrás.
Tan sólo volver a pronunciar el nombre de ese chico le provocaba dolor e infinitas sensaciones indescriptibles, mezcladas con la tristeza y la felicidad... el cual era el mismo sentir de hace diez años atrás, tan desagradable como lo recordaba, desde el día en que quedó completamente sola, sin ver venir todo lo que le esperaba respecto a su padre, y esa extraña actitud que él había tomado luego de que Moonbin desapareciera... todo eso era lo que menos quería recordar después de tanto tiempo transcurrido.
Se sentía agobiada con el hecho de que todos sus recuerdos más secretos salieran a flote, y en su cabeza nada tenía sentido, "¿por qué ese chico sería Moonbin?", pensaba.
¿Por qué el amigo de Iseul sería su más grande anhelo de infancia?, nada podía cobrar sentido en todas esas emergentes dudas que la estaban volviendo prácticamente loca de confusión. Pero, a pesar de todas sus preguntas y sentimientos encontrados, ella finalmente llegó a la conclusión de que si examinaba con detención su rostro, los rasgos eran muy similares a los de Moonbin cuando pequeño, pero aún así se sentía en desconfianza, a pesar de que él había afirmado ser una de las personas a la cual hace años le había entregado mucho afecto.
La manera en que la se habían reencontrado era demasiado extraña, por lo que no podía resolver aquel enredo de pensamientos que se colaban en su mente.
— Sé que no puedes decir nada... pero prometo que entenderás todo si me dejas explicártelo. —Moonbin trataba de ser convincente con ella, estaba sintiéndose muy inquieto por todo lo que allí había sucedido.
Yoojung pensaba que estaba al límite de un colapso mental, que se desmayaría en los brazos de ese chico, que todavía la sostenían de una manera muy protectora. Sentía que su sensibilidad estaba demasiado expuesta, y que lo que estaba viviendo era una total locura que no le permitía reaccionar del todo, y que seguramente se largaría a desbordar más lágrimas en cualquier minuto nuevamente. Asintió, y aunque estaba aturdida por las cosas que había oído, accedió a sentarse en el sofá con la ayuda de Moonbin, quien la había cogido de las manos y tomó asiento a un lado de ella.
Yoojung tenía sus ojos clavados en sus piernas, y sus manos lucían inmóviles sobre su falda del uniforme escolar. Le costaba mantenerse bien, y no tenía el coraje para hablar y acabar con todas esas dudas que le surgían a cada momento, porque aún tenía lágrimas acumuladas en sus tristes ojos.
Moonbin por otra parte, quería decirle lo mucho que la había extrañado y mientras eso pasaba, deseaba abrazarla como si fuesen sus últimos días de vida, decirle que lo sentía por irse de su lado y que siempre quiso permanecer junto a ella, pero que en aquellos momentos en que sólo pasaban sobre él los nueve años de edad, no pudo hacer demasiado frente a los problemas que se habían puesto en su camino, y por eso, el destino y los desagradables sucesos que aún era un secreto para Yoojung, no permitieron que la amistad entre ellos dos perdurara en el tiempo.
