return; »moonbin

011.

Yoojung

Ayer perdí, más o menos, la mitad de las clases que hay normalmente en la escuela, y eso no me gustaba; era lo suficiente responsable con mis cosas y haberme quedado dormida fue horrible.

Fui al puesto de Iseul para pedirle un pequeño favor, que me dejase ir a su casa para copiar algunas materias, no quería decirle que acaso me los podía llevar, porque a final de cuentas fue mi culpa andar de dormilona y quizás ella necesitaba sus cuadernos.

Pasamos a su casa por un rato, ya que, salíamos temprano aquel día y avisé a mis padres además de Minah que pasaría a la casa de Iseul para poder ver algunas materias, ellos estuvieron de acuerdo. También se lo informé a Sanha, que había querido acompañarme a casa y pues, lo dejamos para otro día.

Tomamos el autobus y en media hora ya estábamos de camino a su casa. Era el lugar más silencioso del planeta, en realidad, muy pocos vecinos se veían fuera de sus casas.

—¿Tus vecinos no hacen fiestas o cosas así?—Le pregunté a ella, quien trataba de abrir el envoltorio de una goma de mascar.

—¿Crees que unos abuelos harían desmadre?, no. Yoo, aquí sólo viven parejas de abuelitos.—Rió mientras apuntaba con disimulo, a una pareja de abuelos que trataban de abrir la puerta de su casa junto a unas bolsas de compras.

—Que tiernos son.—Sonreí mirándolos.

Es increíble cómo las personas de edad, pueden amarse por tantos años y darse esa compañía incondicional.

—¿Verdad?, pero no son tiernos como mí abuelo.—Suspiró.—Una vez usó mi baño, y nadie quería entrar ahí, créeme.

—No seas mala Iseul, los abuelos son así.

—¿Son maestros para defecar con olor a rosas?—Dijo y comenzó a masticar la goma de mascar, que se había tardado en sacar del envoltorio.

—Supongo que estás siendo irónica.—Dije en un susurro y traté de no imaginarme cosas no muy agradables.

—Exacto, querida Yoo.

Entramos a la casa de Iseul, y ella fue por los cuadernos del día de ayer a su habitación. Los trajo rápidamente y los colocó en una mesa que en el centro del living se encontraba.

Tomamos asiento y comencé a sacar mis cuadernos para traspasar la materia de los de ella a los míos.

Tomé mi lápiz y comencé por Biología, seguramente escribieron un montón, pero debía tomar nota de cada una de las cosas que se dijeron en aquellas clases en las que estuve ausente.

Iseul se colocó a leer de esas revistas juveniles, donde vienen tips de belleza y todas esas modas.

Mientras me dedicaba a transcribir las materias, sentía que tenía una soga en el cuello; estaba inquieta, y quería contarle a Iseul lo que me pasaba, ella me dijo que podía contarle las cosas que me acomplejaban y supongo que esto ya me tenía demasiado confundida.

—Iseul... —Suspiré, y comencé a mover mis pies y el lápiz que tenía en mi mano.

—¿Qué pasa?—Ella pasó una página de la revista.

—¿Qué harías si un chico entra todos los días a tu habitación y te deja notas junto a pequeños regalos sin que te des cuenta?

Estaba siendo una idiota, de verdad, idiota e ingenua.

—Llamo a la policía, eso es invadir la privacidad.—Dijo con plena normalidad sin mirarme.

Tragué duro y noté que la mano donde sostenía en el lápiz me comenzaba a sudar.