009.

690 78 25
                                    

Yoojung


¿Había dejado la ventana cerrada?, sí. ¿La iba a dejar abierta esta noche?, sí.

Quería que el extraño viniese a leer la nota que le había dejado la noche anterior, y aunque era algo arriesgado haberle dejado un escrito, quería pedirle de buena manera que no se viniera a meter a mi habitación.

No sé si estaba más loca yo, o el tipo raro éste.

Me fui a la escuela, comiendo el desayuno por la calle. Yo me iba caminando, y es que aunque mi padre había insistido mil veces en contratar un chofer, yo no lo acepté, sólo hasta los doce años, luego no había para mí necesidad de llegar en un enorme auto a la escuela.

Tenía la caja de leche en mis manos, mientras bebía de esta. Iba entrando a la escuela y me la arrebataron.

Yo ya sabía de quien se trataba, cuando miré hacia delante estaba Sanha corriendo como si se fuera a desarmar, me causaba gracia la manera en la que corría, por lo que reí observándolo.

Caminé con calma hasta los casilleros, y lo encontré apoyado justamente en el mío, bebiéndose mi caja de leche.

—Me dará fatiga y moriré de hambre por tu culpa.—Dije llegando frente a él, cruzándome de brazos.

—Aún queda.—Me la extendió con una sonrisa en el rostro.

—Quédatela, tonto.—Lo corrí de mi casillero con un empujón, y reí por eso.

Me dispuse a sacar los libros y cuadernos correspondientes a la primera la clase, hasta que sentí sus brazos envolver mi cintura, abrazándome por la espalda.

Me detuve y me giré para verlo. Pero esa fue una mala elección.

Estabamos tan cerca, que nuestras narices podían tocarse una con la otra. No dije nada, porque en realidad, no estaba respirando y sentí esa odiosa sensación en el centro del estómago.

Miré en dirección a sus ojos, pero los suyos no miraban los míos, sino en otro lugar más abajo de mis ojos.

No sabía como reaccionar, porque él estaba aproximando su rostro un poco más hacia el mío, estaba totalmente atrapada entre el casillero y Sanha.

—¡Yoojung, hagamos el proyecto de... —Iseul venía corriendo y al llegar frente a nosotros dejó de hablar. Su rostro era impredecible, y el mío era aún peor.

Yo empujé a Sanha con fuerza, y saqué rápidamente mis libros del casillero, cerré este y comencé a caminar a un paso demasiado rápido hacia el salón.

Nunca me había sentido tan avergonzada; ahora no sabía como mirar a Sanha a la cara.

Lo había ignorado toda la clase, y él se notaba inquieto, pero tampoco me dirigió la palabra.

{🍃}

—Yoojung, podrías haberlo besado y ya.—Me dijo Iseul, quien caminaba a mi lado.

—¡No!, no sabía que hacer, además... en verdad no supe como debía reaccionar.—Suspiré agotada y poniendo mala cara, mientras íbamos de camino a su casa.

—Pues besándolo. Mira Yoo, esos momentos no son planeados, sólo pasan cuando deben de pasar.

—Quizás no debía pasar ahora... —Mi rostro estaba ardiendo, desde que me fui de los casilleros.

—Tenías una cara espantosa.—Dijo Iseul comenzando a reír.

—¡Ya!—Me quejé y abulté los labios.—Es porque jamás he besado a nadie. En cambio tú, ya tienes novio.

return;  »moonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora