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Yoojung

La tarde comenzaba a ponerse fría, aquello no me gustaba, tener que andar con miles de ropas encima sólo para evitar resfriados.

Me encontraba fuera de la escuela moviendo las manos repetidas veces, siempre olvidaba mis guantes y luego mis manos dolían por el frío.

Pero unas manos más tibias que las mías cubrieron mis ojos. Él jamás tenía las manos frías, las tenía cálidas al igual que su corazón.

─¿Adivina quién soy?

─Eres el chico con el que iré a una bella cafetería ¿verdad?

─Mh, no, estuviste cerca.─Respondió sin quitar sus manos de mi visión.

─¿Entonces?─Dije esperando por su respuesta.

─Soy tu novio, con el que irás a una bella cafetería.─Quitó sus manos y me rodeó con sus brazos dejando su mentón reposar en mi hombro.

─Sabes que no es así.─Reí mirando hacia el frente.─ Estás en el proceso para afirmar que eres mí novio.

Él se separó y entrelazó nuestras manos metiéndolas dentro del bolsillo que su abrigo traía.

Comenzamos a caminar en dirección a la cafetería.

─Sé que voy a aprobar ese proceso.─Dijo repentinamente, sonriéndome.

─Guarda silencio y no cantes victoria aún.─Dije mientras caminábamos a la par.

Sabía que Sanha era un buen chico, y antes de que empezáramos a mirarnos de otra forma, él ya se había ganado mi corazón; ahora me ponía nerviosa más a seguido y me sonrojaba con facilidad, sus acciones eran más gentiles de lo habitual.

Entramos a la cafetería, un delicioso aroma nos recibió y Sanha aún no sacaba nuestras manos de su bolsillo.

─¿Qué quieres de beber?─Me preguntó viendo atento el listado de tipos de café en un gran y atractivo cartel del menú.

─Quiero. . .─Habían muchas variedades y eso me hacía pensar demasiado.─Caffè Latte.

Con cuidado quitó nuestras manos de del bolsillo de su abrigo y nos acercamos a la caja para hacer el pedido.

─Un Caffè Latte y un Americano.─Volteó a verme con una sonrisa.─ Ve a sentarte Yoojung, enseguida voy.

Asentí y me dirigí a uno de los asientos que daban justo a la ventana. Miré hacia la calle para entretenerme un rato, las personas siempre andaban tan apresuradas, caminando de allá para acá.

─En un momento vienen con los pedidos.─Sanha se sentó frente a mi y lo miré.

─Sanha, gracias por botar mi sándwich aquel día.─Dije de la nada mientras nos mirábamos.

Él ladeó sólo un poco su cabeza sin entender.

─¿Por qué lo dices?─Puso sus manos sobre la mesa.

─Porque sino jamás te hubieras quedado a mi lado por tanto tiempo.─Miré hacia la ventana otra vez.

En realidad estaba agradecida y jamás se lo había dicho tan directamente.

Mis ojos se abrieron más de lo normal al sentir sus labios en una de mis mejillas. Entonces, me di cuenta que se había levantado un poco de la silla para acercarse y hacer su cometido. Estaba emocionada de lo inesperado que eso fue.

─Y yo no me arrepiento de haberlo hecho sabiendo a lo que hemos llegado ahora. Eres muy importante para mi y lo sabes.─Dijo luego de tomar asiento nuevamente.

Yo no evité sonreír y menos si Sanha me devolvía las sonrisas.

Escuchar eso me hacía aferrarme más a él. Y ese es mi gran complejo.

Depender de alguien para ser feliz. No quería recordarlo; pero la primera vez que dependí de ese alguien tuve miedo de perderlo y eso sucedió de un día para otro, así como también me convertí en la persona más vulnerable a la vez.

Ahora con Sanha no era la excepción. Lo quería tanto, al punto que ese miedo existía de nuevo; si él se fuese, temía ser la misma niña vulnerable de hace años atrás.

Él había colocado sus manos otra vez sobre la mesa y yo coloqué las mías sobre las suyas. Me sonrojé por mi propio actuar.

─Quédate siempre junto a mí.─Podía intuir por su mirada que estaba conmovido y a la vez asombrado por mi respuesta.

Él iba a decir algo y su celular vibró.

─Es mi madre. Iré a contestar, vuelvo en un segundo.─Se levantó y salió fuera de la cafetería.

En ese mismo momento llegó la persona con nuestras tazas de café dejándolas sobre la mesa.

─Oh, muchas gracias.─Dije y éste se retiró.

Mientras que Sanha respondía su llamada mi mirada se fijó por tercera vez en la ventana para ver la calle.

Pero algo me estaba haciendo sentir sumamente incómoda, y es que hace ya un rato, alguien me observaba desde afuera, y podía decir que aquel chico apoyado en una motocicleta negra miraba hacia otra persona, pero cuando sus ojos hicieron contacto con los míos supe que yo era la única persona a la que miraba en esos segundos.

No sabía de quien se trataba. Tenía puesto el casco de la motocicleta, por lo que sólo se veían sus ojos. Su mirada era muy intensa, me tenía demasiado inquieta por lo que asustada desvié la mirada hacia la taza de café frente a mi y tomé esta con las manos algo temblorosas.

Sin embargo, bebí un poco del café tratando de olvidar lo sucedido. Y por suerte Sanha entró en ese momento sentándose junto a mi otra vez.

Me tranquilicé con su prensencia.

─Mi café debe estar frío.─Habló apenado y comenzó a beber de su taza.

Yo no despegaba la mirada de mi café.

─¿Me demoré demasiado?─Preguntó dándome su mirada.

─Ah. . . no, por lo que aún debe estar caliente, bebélo ya.─Crucé una última mirada con Sanha y miré hacia la ventana.

El chico de la motocicleta no estaba. Eso me dejaba más tranquila aún, y es que no me había gustado esa sensación de incomodidad al sentirme observada, y fui culpable de haberlo mirado también, simplemente pude haberlo ignorado pero no lo hice.

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