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Moonbin


Las bebidas energéticas siempre me servían para mantenerme despierto y más concentrado. La universidad y el trabajo me tenían algo agotado, también otras cosas que mantienen mí mente ocupada más de la mitad del día. Estaba estresado, pero sorprendentemente, el estrés estaba acumulado en mí cabeza, más que en otro lugar de mí cuerpo; estaba cansado de pensar tanto a la vez.

Me tenía loco todo lo que respectaba a Yoojung. Todo se había vuelto más preocupante, desde esa día en que Iseul me reprendió por mis acciones fuera de la heladería; desde entonces estoy pensando cada vez más en cómo sería reencontrarme con ella, con mí Yoojungie, mí ángel, mí dulce chica... pero ahora no tan mía, debido a varios sucesos, de los que seguramente ella no tenía noción, y de los cuales además yo no era culpable.

Tantos años, tantos días, que pasé sintiéndome acompañado de un horrendo vacío que nadie podía llenar, ni mis amigos, ni Iseul. Nadie podía ocupar ese lugar, que siempre fue de Yoojung, y que aún estaba reservado para ella, esperándola en el fondo de mí corazón.

Si bien, estuve junto a ella dos años, los cuales fueron suficientes para darme cuenta que sería la persona más especial en mí vida, y siempre lo supe; aunque en ese entonces sólo era un niño sin preocupaciones, pero no del todo, porque la primera vez que supe lo que era preocuparse por algo o alguien fue con Yoojung; siempre queriendo que se encontrara bien y que nada la lastimara, y también supe lo que era la responsabilidad, porque me sentía responsable de cuidarla todo el tiempo; haciéndolo hasta el día de hoy, aún si no estoy de manera física a su lado, la protejo como puedo sin ser un impedimento la distancia, y la sigo queriendo, sin poder demostrárselo, que es lo más frustrante, si inicio por las cosas que más detesto, lo primero es tenerla lejos, porque muchas veces debo reprimir mí anhelo por darle mimos, y que esté entre mis brazos si algo la tiene apenada.

El helado tropical que tenía en una copa tamaño grande se estaba comenzando a derretir, pero ni si quiera eso me sacó de mis pensamientos, hasta que sentí un pequeño golpe en mí espalda.

¡Hey, brother!, la atención está pésima sin Minhyuk; deberías apurarte con ese helado.

—No es mí culpa que él se haya enfermado.—Suspiré y negué con la cabeza, dejando la copa de helado sobre una bandeja.

Llevé esta hacia una chica de cabello corto. Encontrándome a un lado de su mesa, dejé la copa allí con cuidado.

—Gracias por venir, disfrute del helado por favor.—Le sonreí por cortesía, aunque no tenía muchas ganas de hacerlo, pero trabajo es trabajo, y siempre debes tener una buena cara para las personas que vienen a pasar un agradable rato al lugar.

Sinceramente, no tenía ganas de un helado hoy, pero si tengo que comer uno para poder verte lo haré encantada.—Habló ella, dedicándome una mirada coqueta, que me hizo sentir un poco de pena, porque no tenía gana alguna de responderle a eso con las mismas intenciones.

—Debo irme a trabajar, y gracias por venir.—Me voltée, y fui al mostrador sin decir más. Una de las otras cosas que me aborrecen, es que las chicas vengan a fingir que quieren comer un helado, para hablarme o conseguir mí número telefónico.

No es que quiera presumir, porque no soy ese tipo de persona, pero habían días como los sábados y domingos, que las filas de la heladería eran bastante extensas, y ocho de cada diez chicas venían por algo más que probar un helado, como por ejemplo, a darme sus miradas coquetas, y otras que tenían más actitud me preguntaban si no tenía algo más que hacer luego del horario de trabajo, pero yo simplemente optaba por el rechazo, no las trataba mal, porque las chicas merecen respeto, pero nunca acepté nada de lo que me dijeran. Lo único bueno de eso, es que mayor era la ganancia que tenía la heladería; al menos les ayudaba a conseguir clientes sin hacer mucho esfuerzo.

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