010.

866 85 52
                                    

Yoojung


Desperté con el sol golpeando mi rostro, ya que, como lo despistada que soy, de vez en cuando, las cortinas de mi habitación quedaron echas un nudo y se me había olvidado deshacerlo.

Tenía que ser rápida y ordenarme para la escuela, ya eran las 10 am.

Esperen... maldición. ¡¿Eran las 10 am?!, tengo que estar alusinando, quizás el reloj de mi habitación tenía la hora incorrecta.

Miré la hora en mi celular, para compararla con la del reloj que tenía colgado en la pared. En efecto, eran las 10am en el celular y en el reloj.

Me iba a matar Minah, me iba a matar la profesora, me iba a matar el señor de la portería. Mejor me sepultaba a mí misma antes de que me matasen esas tres personas.

Salté de la cama sin entender cómo y por qué dormí demás de lo que acostumbraba a dormir.

Fui al baño y me di la ducha más rápida de mi vida. Al salir tomé todas mis ropas y me las coloqué con la misma velocidad con la cual me bañé.

Estaba buscando mi peine, porque mi cabello estaba todo enredado y parecía espantapajaros. Me acerqué al pequeño mueble a un lado de la ventana, buscando con desesperación el peine botando cosas a mi paso.

Pero me detuve en seco. Con el cajón echo un desorden de tanto revolver las cosas, tomé una rosa de color blanco que sobre el mueble se encontraba, era una flor muy linda, y como si fuera de esperar... el post-it de color amarillo estaba adherido a un diminuto listón que la rosa traía.

Realmente, creí como una idiota, que esto no volvería a pasar. El corazón me latía con algo de rápidez.

Estaba desconcertada, porque no entendía como rayos entró aquella persona esta vez, pues no había nada sobre aquel mueble cuando llegué de la casa de Iseul, y el post-it que yo había dejado junto a la caja de terciopelo estaba intacto en su lugar, al lado de la rosa que ahora había tomado.

Leí la nota, sintiendo escalofríos al imaginar que él entró cuando yo dormía... tenía que ser imposible.

«¡Hey!, ¿dormiste bien?, apuesto a que descansaste demasiado. ¿Te han dicho que tienes el sueño muy pesado?, no despertarías ni aunque pasara un dinosaurio afuera de tu casa.

Te he dejado una rosa, no es para que la bebas o la pongas en tu muñeca (refiriéndome a mis otros dos obsequios). Esta vez quise darte algo que sólo puedas guardar... me duele un poco que rechazáras el brazalete, pero sé que podrás usarlo en un tiempo más.

No sabes, ni si quiera te imaginas, cuanto daría por darte un abrazo, pero ya no estoy tan triste... no te diré por qué, pero el día de ayer, aunque fue bastante sorpresivo y me quedé sin palabras, sucedio algo bueno que alegró mi día.

Llega bien a la escuela, y ten un buen día.»

Por alguna razón, no pude ver malas intenciones en lo que éste chico hacía, sentía increíblemente que el demostraba cierta preocupación hacia mí, y eso no me desagradaba, al contrario, encontraba que era un lindo actuar, si saltamos la parte donde entra a mi habitación sin permiso.

Era la tercera nota, y tal vez, ya no tenía tanto miedo, estaba más curiosa por saber de quien se trataba.

Tomé un post-it del mismo color que el de la noche anterior y me di el tiempo, aunque estuviera retrasada con la escuela, de escribirle una nota como respuesta. Tendría él que empezar a escribir sus notas en unas hojas más grandes.

return;  »moonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora