Capítulo 29: Bajo mi poder

56 5 0
                                    

...

Narra Sebastián

Después de esperar algo desesperado en el cuarto de Cristel y ver que no regresaba decidí ir a ver quien era. Salí de su cuarto y me dirigí a la puerta principal donde no había nadie, sólo una pequeña caja color caqui en el suelo y la puerta entrecerrada ¿qué habrá pasado? ¿dónde estará Cristel?— me pregunté confundido, para tomar la caja, cerrar la puerta y comenzar a buscar a Cristel por todo el departamento —¡Cristel! ¡Cristel!— grité, pero no recibí respuesta... luego de haber revisado todo el departamento me di cuenta de que Cristel no se encontraba aquí —¡CRISTEL!— volví a gritar desesperado, pero de nuevo no hubo respuesta, rápidamente abrí aquella caja, pero al ver su contenido vi que estaba totalmente vacía, no había nada dentro, lo único que tenía era una etiqueta con el nombre de Cristel —¿qué fue lo que pasó? ¿en dónde está Cristel?— me pregunté preocupado, entonces decidí llamarle a Rodrigo para pedirle ayuda.

[...]

Después de haberle llamado a Rodrigo y haberle explicado la situación. Él y Sandra se encaminaron para acá.

[...]

Y tras cuarenta minutos de espera, finalmente el timbre sonó, me levanté del sofá en donde estaba sentado y me dirigí a abrir —¡Sebas!— llegó diciéndome Sandra para darme un abrazo el cual le correspondí, después de unos segundos nos separamos y me dijo —explicanos todo con calma— yo asentí, los tres nos dirigimos a la sala donde tomamos asiento, entonces les comencé a contar.
Después de haberles contado todo, Rodrigo dijo exaltado —¡llamaré a mis hombres!— acto seguido tomó su celular para marcar a alguien y alejarse para poder hablar —esto es algo muy grave, ¿en dónde estará Cristel?. Sólo espero que esté bien y que no le pase nada malo— me dijo Sandra muy angustiada, pero dudo que más de lo que yo lo estaba —Cristel ¿en dónde estás? ¿qué te pasó?— pensé preocupado —listo ya los llamé, vienen para acá— nos dijo Rodrigo acercándose a nosotros, los tres nos quedamos en silencio hasta que Rodrigo lo rompió —no... no puede ser... ¿tendrá algo que ver?— —eh, ¿qué tanto balbuceas Rodrigo?— le preguntó Sandra al escuchar sus palabras sin sentido, después de quedarse callado por otros segundos dijo muy angustiado —¡no puede ser! ¡esto está relacionado con el asesino serial que persigo!— —¿qué? ¿de qué hablas?— le pregunté confundido —sólo porque es una ocasión especial se los contaré, pero esta es información confidencial por lo que tendrán que jurarme que no dirán nada— nos dijo Rodrigo viéndonos a ambos, los dos nos miramos para luego asentir con la cabeza —bueno...— comenzó a contarnos.
Al terminar Sandra y yo gritamos al mismo tiempo —¿¡QUÉ!?— —eso mismo, lo más probable es que tengan que estar relacionados, es demasiada coincidencia— nos dijo desesperado —entonces... ¿quieres decir que ese asesino serial se trae algo con Cristel?— le pregunté súper angustiado —mmm... pues me parece que si— me respondió algo triste —¡ay no Cristel! ¿¡qué hago!? ¿¡qué!? ¡me siento tan impotente!— pensé frustrado.

Narra Víctor

Me encontraba en la oficina de mi casa, frente al monitor de la computadora, viendo a Cristel, quien yacía dormida en la parte trasera de un camión de carnes frías con el congelador encendido, me acerqué al pequeño micrófono que estaba a un costado del monitor y dije —Cristel... Cristel... despierta— después de unos minutos Cristel comenzó a abrir los ojos lentamente —¿en don-dónde es-estoy?— se preguntó confundida mientras se levantaba del suelo donde estaba y comenzaba a observar todo —hola sobrinita ¿no te dije que te cuidaras?... ahora estás bajo mi poder— le dije satisfecho —¿eh? ¿Víctor? ¿en dónde estás?— preguntó algo asustada ya que oía mi voz pero no me veía —si, soy yo. Para que veas que soy bueno te explicaré todo lo que sucede, la cosa está así; mis hombres te secuestraron y te llevaron a la caja de un camión de carnes frías donde te dejaron bajo llave, y en donde hay un congelador, ya que si sabes, la carne necesita estar en un lugar a temperaturas bajas antes de cocinarse, sino se echa a perder y bueno... ahora tú estás ahí encerrada. Y como me dio flojera ir hasta el lugar donde estas, decidí instalar pequeñas cámaras para vigilarte y unos cuantos micrófonos para escuchar todo y poder hablarte— le expliqué, al escucharme comenzó a fijar su vista en la parte de arriba del camión buscando las cámaras o micrófonos —que tonta e ingenua— pensé al ver lo que hacía —dejalo, es imposible, jamás encontrarás ni las cámaras ni los micrófonos— le dije riendo —¿¡qué haces!? ¡dejame salir!— me dijo enojada —¡no! ¡no te dejaré salir hasta que me digas que si me vas a dar toda tu fortuna!— le dije decidido, noté como su semblante cambió de enojada a confundida y me preguntó —¿¡de qué hablas!?— —¿cómo que de 'que'? ¡de la fortuna que de seguro te dejaron tus padres!— le respondí desesperado ella se quedó callada durante unos segundos y luego me dijo decidida —¡por supuesto que no! ¡jamás le daría mucho dinero a un hombre malo!— —pues ya veremos si cambias de opinión después de estar unos cuantos minutos más en ese congelador— le dije sonriente —¿eh? espera... ¡NOO! ¡SACAME DE AQUÍ!— me gritó —¿asustada?— pensé confundido.

Amor Por Error [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora