NiChu.

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Para: maily103.

\(^0^)/

Japón se quedó mirando al chino que con calma llenaba las tazas con té verde y colocaba sobre la mesa unos dulces típicos del país.

- Es extraño que vengas a visitarme aru -dijo China.

El japonés sólo hizo un movimiento con la cabeza.

- Venía a exigirle que dejara de hacer copias baratas de mis productos -comentó con naturalidad, al instante el chino se atoró con el té.

- ¡Yo no hago plagio de tus productos! S-solo son inventos en menor precio parecidos a los tuyos aru.

- Y de menor calidad -probó uno de los dulces, el sabor era el mismo de siempre, tal y como lo recordaba -. Al menos su comida sigue siendo de calidad -pensó, le gustaban esos dulces, pero no lo admitiría. No aún.

- ¿Has venido a eso aru?

No, no había venido a reclamar los derechos de autor que le pertenecían de hecho poco le importaba en realidad eso era problema de los comerciantes de ambos países, no de él.

Pero su lado tsundere no le permitía decir lo que había venido a decirle.
Su orgullo era mucho mayor que sus sentimientos guardados por años. Que odioso.

- Por supuesto ¿Que otras razones tendría para venir?

Decir que estas enamorado de él desde hace siglos, por ejemplo.

- No lo sé, hay tantas cosas por las que podrías venir aru.

- ¿Como cuál?

- Como... decir que te gusto aru.

Ahora fue el turno de Japón de atorarse con el té.

- ¿Disculpa?

- Eres muy notorio Japón, sé que hace siglos estás enamorado de mi aru. ¿Tan difícil es decírmelo?

- ¿Como puede estar tan seguro de eso China-san? -preguntó intentado sonar desinteresado.

Sabía que podía llegar a hacer bastante notorio, es decir, Italia lo había notado en su tiempo, al igual que Inglaterra, Prusia hasta España una vez se lo había comentado. Era demasiado notorio, ¿porque en algún momento llegó a pensar que el chino no se daría cuenta?

-Te conozco desde que eres un niño. Antes eras tan adorable, no temías decirme que me querías. No entiendo en qué momento llegaste a cambiar tanto aru.

Ni el mismísimo Japón comprendía en que momento sus sentimientos llegaban a salir hasta por lo poros.

— Entonces ya me puedo retirar —dijo el japonés levantándose.

— ¿Por qué? Acabas de llegar hace una hora aru.

— Tiempo suficiente para que me avergüence. Yo me voy, nos vemos China-san.

Pero no logró dar un paso cuando sintió el peso del chino sobre si.

— No voy a dejar que te vayas hasta que me digas con tus propias palabras lo que sientes por mí aru.

— No lo voy a decir China-san.

— Entonces deberás quedarte hasta que lo digas aru.

El japonés se quedó en silencio siendo abrazado por el mayor, sabía la determinación que tenía el chino y si no hablaba o se confesaba no saldría de allí.

Ese era el momento indicado de recurrir a las enseñanzas de los animes.

— Yo...

Pero al parecer no era tan simple como parecía.

— Yo... Siempre estuve enamorado de usted, China-san —susurró intentado ocultar su rostro.

China sonrió enternecido. Le besó una mejilla y ocultó su rostro en el hombro del menor.

— Yo también siempre estuve enamorado de ti, Japón.

One-Shot de Hetalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora