– Eso fue perfecto. – Se dijo a sí misma la joven que salía del taller. – Tiene mucho talento a pesar de lo novato que es. Bueno, su padre es Gabriel Agreste, algo tenía que haber heredado de él.
A la hija de los Dupain-Cheng no le importaba demasiado que las personas le vieran extraño por ir hablando en voz alta consigo misma. Alya no respondió el teléfono, así que era más fácil aquello que esperar a que se le bajara la emoción, así como así.
Iba tan embobada que, en cuanto dio vuelta a la calle, no se percató de que había chocado con alguien hasta que sintió un pinchazo en el pecho. Reaccionó para ver que era, se trataba de una pluma de tinta china que estaba manchando la hermosa blusa que Adrien le había regalado.
– ¡No! – Gritó tratando de quitar la tinta, pero fue en vano, solo la corrió más.
– Pa-pagaré por la limpieza.
– Pero si no voy ahora no se quitará. – Sus ojos ya estaban llenos de lágrimas.
– Lo siento mucho, Marinette.
Levantó el rostro a pesar del mohín que estaba haciendo para toparse con su compañero pelirrojo, el cual mostraba una preocupación extraña. Su rostro se veía afligido pero sus ojos no demostraban lo mismo, ¿podía estar feliz porque le pasara eso?
Sin decir mucho, la arrastró unas calles adelante donde se encontraba una lavandería. El joven le entregó su chaqueta y pidió que se la colocara mientras pedía que lavaran su top. La peliazul no dijo absolutamente nada, sólo pasó al baño a retirarse la prenda sucia y cubrirse momentáneamente con lo que le había entregado su conocido.
– Lo siento mucho. – Exclamó nuevamente nervioso, pero no obtenía respuesta de la chica que le gustaba. – ¿Era un regalo de Adrien?
– Sí. – Al fin respondía, pero sólo era un monosílabo.
– ¿Estás molesta conmigo?
– Sí. – De nuevo lo mismo.
– ¿Me puedes perdonar?
– No.
Era la primera vez que ella se comportaba de esa forma con un amigo, pero le era inevitable. Por mucho tiempo esperó que el modelo la notara y se interesara de la misma forma que ella lo hacía por él; y ahora había perdido uno de los regalos que el muchacho con tanto empeño le compró al pensar en ella como alguien que le permitió ser libre. Si, algo similar mencionaba la nota de ese regalo.
– Necesito ir a casa. Pide que me lo envíen.
La fémina salió del fino establecimiento para tomar un taxi, pero mientras esperaba que alguno pasara Nathanaël salió tras de ella e intentó robarle un beso. La ira se apoderó de ella, así que tomó el taxi y le arrojó la chaqueta por la ventana.
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Rumores [Miraculous Ladybug Fanfic]
FanfictionSEMI-AU - Los titulares de las revistas son claros con lo que quieren decir, sobre todo si tratan sobre rumores de personas famosas. Paris es inundado por ellos, gracias al amarillismo y el acoso de paparazzis que sin saberlo ayudarán a que una hist...