Estaba feliz viendo los veinte maniquíes con la ropa que había sido inspirada en Marinette. Fue toda una hazaña para el poco tiempo en que había trabajado, pero había valido la pena los desvelos, heridas, la sangre y el sudor que había puesto en cada una de las prendas.
Rio internamente, por su necedad de hacer más prendas su padre sufrió buscando modelos con una talla casi igual a la que su musa tenía. Era obvio que, si ella lo había inspirado, sería quien se quedara después con ese trabajo hecho a mano.
Sintió una calidez junto a su pierna, era su pequeño gato negro que le pedía su tan ansiado queso Camembert. Aquel pedido por parte de un gato era un poco extraño, pero le gustaba ver a su mascota feliz, por lo que no dudaba en darle un poco de aquel añejo con cierta frecuencia. En cuanto vio el queso en los dedos de Adrien, saltó a sus brazos y contempló junto a él las obras de arte colocadas sobre aquellas piezas plásticas.
– Siento que ha valido la pena hasta el último suspiro. – Se dijo victorioso el muchacho. – Iré por Marinette. Vamos.
Aun con el felino en brazos salió de aquel amplio cuarto en busca de su novia. Tocó a la puerta de la habitación de ella, pero no había nadie; preguntó a una de las chicas que trabajaba ahora en la mansión y le explicaron que estaba en la entrada. Un pequeño escalofrío recorrió su espalda. Sin pensarlo dos veces corrió a buscarla.
Observó que la puerta principal estaba abierta. Dejó a Plagg en el piso y corrió para saltar sobre ella como modo de protección.
– A-Adrien, ¿qué pasa? – La azabache estaba asustada por la acción del chico.
– ¡Yo te protegeré! – Exclamó cubriéndola con sus brazos musculosos.
– Ustedes son tan adorables.
– ¿Eh? – No sabía quién les había dicho eso.
– Bueno, ahora veo que mi nena está en buenas manos. – El ojiverde levantó su mirada y vio que Tom Dupain le extendía la mano. – Nos retiramos.
– Cuídala mucho, Adrien. – Finalizó la mujer de origen chino, para luego tomar el brazo de su marido y subir al coche que los esperaba.
Se levantó deprisa y ayudó a su pareja a hacer lo mismo.
– L-lo siento. – Se rascó la nuca. – Pensé que algo había pasado.
– No te preocupes, estoy bien.
– Entonces... – Sonrió muy ampliamente. – ¡Vamos!
Sujetó de la mano a su enamorada, cuando estuvo seguro de sostenerla con firmeza salió corriendo al taller en que antes se encontraba. Ya era justo que ella viera el hermoso trabajo que tanto trabajo le tomó. Un trabajo que estaba dedicado para ella, por todo lo que representaba.
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Rumores [Miraculous Ladybug Fanfic]
Fiksi PenggemarSEMI-AU - Los titulares de las revistas son claros con lo que quieren decir, sobre todo si tratan sobre rumores de personas famosas. Paris es inundado por ellos, gracias al amarillismo y el acoso de paparazzis que sin saberlo ayudarán a que una hist...