Parte 9

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El fin de semana fue largo, demasiado.

Mis padres llamaron para avisarnos de que vendrían el próximo fin de semana así que estuvimos pidiendo comida a domicilio esos dos días. Ninguna tenía ganas de cocinar y a saber lo que montábamos en la cocina. Pero tendríamos muchas menos ganas de cocinar cuando empezáramos de nuevo las clases.

El sábado hablé con Andre contándole las nuevas noticias aunque no pareció sorprenderle mucho, es más, cuando se lo dije pareció que su reacción no era del todo cierta pero tampoco le di mucha importancia. El evitó hablar sobre lo que hicieron ellos el viernes y en cuanto le preguntaba cambiaba de tema e incluso llegó a desconectarse. Tal vez le había llamado en un mal momento pero si fuera así podría habérmelo dicho.

Trina salió con Carl todo el domingo pero esta vez a solas. Parece que ya tenían la confianza para no necesitar carabinas ni citas conjuntas. Me alegro mucho por ella, aunque ahora cante por la casa haciendo que el perro del vecino ladre para unirse a su coro. Se nota que está feliz y eso es lo importante, pero mis oídos sufren.

Cat me mandó un mensaje avisándome de que no iba a ir el lunes a las tres primeras horas porque tenía que visitar a su hermano en el hospital. Al parecer le había picado una serpiente que tenía como mascota sin saber que era venenosa. Lo que no le pase a su hermano no le pasa a nadie. Pero yo creo que si tienes una mascota normalmente peligrosa, primero habría que informarse sobre el animal.

Y mientras tanto yo, estuve viendo películas y series porque no tenía ninguna ganas de salir. Estaba tan absorta en mis problemas que intentaba no pensar en ello con cualquier cosa que echaran en la tele. Hasta se me olvidó hacer los deberes y por eso estoy un domingo por la noche haciéndolos. ¿Por qué siempre dejo las cosas para el final?

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A la mañana siguiente no me desperté con muchas ganas y ánimos que digamos, porque me había quedado hasta tarde terminando los deberes que debería de haber hecho el fin de semana y ahora estaba agotada, sólo había dormido cuatro horas. Vale puede que me distrajera varias veces y por eso tardé en terminar toda mi tarea.

Me apoyé en mi taquilla después de guardar los libros que no necesitaba hasta más tarde y cerré los ojos, por un momento creí que me quedaría dormida.

-Vaya que mala pinta tienes -oí la voz de Andre detrás de mí, hasta girarme me costaba.

-Yo la veo siempre así de horrible ¿qué ha cambiado? -dijo Jade.

-Que hoy quería venir igual que tú, para ver porque eres tan malhumorada y ahora comprendo tu odio por todo el mundo.

-Vaya que alago... hasta Tori quiere ser como yo -se puso una mano en donde debería estar su corazón pero yo dudaba de que lo tuviera.

Cuando tenía sueño no sabía muy bien que decía o que pensaba, solamente tenía una cosa en la mente: mi cama.

-Guao, no sabía que se pudieran traer mascotas ¿cómo se llama?-me preguntó Cat que estaba a mi lado. Verla a estas horas me extrañó por el mensaje que me envió.

-¿De que hablas?

Vi como Cat apuntaba a mi hombro y allí había una rata peluda. Mi primera reacción fue gritar y saltar, luego la empuje haciendo que cayera al suelo pero la rata no se movía. ¿Qué acababa de pasar?

Sinjin apareció desde lejos y la cogió con sumo cuidado.

-¡Aqui estabas! -me miró sonriendo- muchas gracias por encontrarla Tori. Hace poco que embalsamé a Jerry, era mi mascota pero murió hace un par de días y no quería que se descompusiera.

ArriesguemonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora