El tiempo avanzaba muy lento.
Cuando revisé mi celular finalmente eran las nueve, lo que significaba que por fin podía irme a casa de Emma.
Me despedí rápidamente de Estefanía y mi ansiedad por salir de ése lugar era más que evidente. Se notaba en la velocidad con que hacía mis movimientos.
Entré al Mustang y me aferré al volante conduciendo hasta dar con la casa de Emma, tan sólo quince minutos más tarde. Aparqué el auto y me dirigí a la puerta principal para tocar el timbre.
-Vanessa, al fin llegas- dijo Emma besando mi mejilla.
-Sí... tuve un inconveniente. Pero ya estoy aquí- dije haciendo ademán de que no importaba.
-Bueno, pasa y oh- sus ojos brillaron- veo que trajiste cupcakes.
-Sí, espero les gusten- dije sonriendo.
-Verás que sí, de antemano a mí ya se me apetece uno.
Pasamos adentro, donde el clima eran más cálido. Ya comenzaban a avecinarse vientos de otoño en Lakewood, las tardes frescas y las mañanas llenas de niebla.
Dejé el postre sobre una mesa cuidadosamente para que cada quien pudiera tomar un pastelito si así lo quería.
Saludé a los rostros más conocidos que pude ver al sentarme en una gran mesa, donde parecían estar las personas más allegadas a mí.
Todos charlábamos alegres o contábamos algún chiste. Era así como pasábamos los viernes en casa de Emma.
Y se sentía bien... y estaba bien. Tener amigos con quienes podía contar y quienes me habían ofrecido su amistad incondicional casi de la noche a la mañana era algo que no tenía precio. Cuando Anelly confesó todo sentí que me quedaba sola, eso parecía. Pero llegar a un nuevo lugar también abrió las puertas a nuevas oportunidades, y el ofrecerme amigos era de las que más agradecía. No tanto por el hecho de confiar, o abrirme a contarle mi vida a todos. La verdad es que eso sólo pasaba con Emma, con ella me desenvolvía libremente sin miedo a ser juzgada. Con los demás también tenía un núcleo muy fuerte, pero por supuesto muchas cosas prefería reservármelas. Aunque siempre existía la conexión, el ambiente, las risas...y eso era lo importante.
En ese momento llegó Alonso, quien no lo había visto desde mi llegada. Acababa de llegar por lo que pude notar. Lucía algo... frustrado, por lo que pude ver. Sin embargo pasó frente a mí y me dedicó una sonrisa que logró llegar a sus ojos e, instintivamente, le devolví el gesto.Llegó a saludarnos a todos y acto seguido se sentó a mi lado.
-Hola- saludó.
-Hola.
El silencio reinó entre nosotros, lo cual era algo... incómodo. Pero de inmediato supe que estaba pensando en algo, porque tenía la mirada perdida en algún punto imaginario... y no parecía prestar demasiada atención a lo que pasaba a su alrededor.
Me incorporé en mi lugar.
-¿Está todo bien?- quise saber- sé que no es que nos tengamos la mayor confianza, pero...sabes que cuentas conmigo.
Él asintió.
-No es nada personal la verdad... sólo que, estuve hablando con Julieta en el instituto durante la hora del almuerzo- mi mandíbula se tensó, por eso no había ni rastro de él en ése momento- y... no quedé muy contento con lo que pasó.
Desvié mi mirada a otro lugar que no fuera él. Estaba algo paranoica, aunque eso no era novedad en ella... pero sentía que todos los remordimientos entre ellos eran gracias a mí, y eso no me mantenía muy tranquila, sobre todo por la incómoda charla que había tenido conmigo hace no mucho.
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•Una Historia Como La Nuestra• PAUSADA
RandomCuando Vanessa se ve obligada a dejar su natal tierra de Portland, Oregón, un mundo de nuevos caminos comienzan a surgir. Ella no sabe lo que le espera en su nueva vida, lejos de su ciudad, de sus amigos y de su instituto; sin embargo debe a adaptar...