~Capítulo 3~

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-Así que ella es Vanessa Foster, nueva estudiante procedente de Portland, Oregon.
Mr. Scroodge, el profesor de álgebra, me estaba presentando frente a toda la clase. Yo estaba muy nerviosa, las manos me sudaban mucho.
Tragué saliva.
-Bueno- continuó Mr. Scroodge- Vanessa bienvenida.
-Muchas gracias- fue lo único que pude decir, en realidad paseaba la vista por toda el aula intentando recordar las caras de mis nuevos compañeros, a pesar de que aún no conocía el nombre de nadie. Salvo Emma, que por suerte estaba en el mismo programa que yo y, desde su mesa de trabajo, me dedicaba una sonrisa.

Me detuve en seco al percatarme de que había otra cara conocida, y en verdad habría dado lo que fuera por no tener que encontrármelo de esa manera, es decir, en el mismo programa que yo. Ya tenía suficiente con la humillación que me había hecho pasar. Alonso no parecía prestar atención, tan solo hablaba con su compañero de trabajo.
-Bien, Vanessa, puedes sentarte con ella- dijo apuntando con el dedo índice a Emma, por suerte me había tocado con ella- de ahora en adelante serán compañeras de estudio.

Me dirigí donde Emma, dejé mi mochila en el suelo y me senté en la silla a su lado.
-Vaya, tengo que decirlo, es una suerte que me ha tocado contigo- dije victoriosa.
-Lo mismo digo- respondió con una sonrisa.
-Oye, esa raro pero creí que eras el tipo de persona que tenía muchas amigas; habría deducido que ya tendrías compañera de trabajo.
Rió con timidez.
-En realidad sí tengo muchos amigos, pero más que nada hombres y con mujeres me llevo bastante bien con Melanie y Celeste, ellas - dijo apuntando a una mesa al otro extremo del aula- pero solo nos juntamos en trabajos escolares o proyectos, no mucho.
Debo admitir que estaba realmente sorprendida, tenía ideas algo distintas, pero Emma se mostraba muy amable, quizá las demás personas eran demasiado agobiadoras para ella.
-Vaya, y, ¿con qué chicos te llevas bien? Quizá podrías presentármelos- dije guiñando un ojo.
-Sí, bueno, son ellos-
Dirigí la mirada a donde ella me indicaba, y la verdad es que tardé unos minutos en digerirlo.
-El pelirrojo- dijo al ver que no respondía- se llama Daniel, y el de cabello oscuro es...
-Alonso- la interrumpí.
-Sí, ¿lo conoces?- preguntó evidentemente sorprendida.
-En realidad, sí ; me hizo pasar un muy mal rato antes y después de ver al director Woodwork, no puedo digerirlo... no me creo que él... pueda ser, bueno, el tipo de persona con quien te identificas.
Emma lanzó una mirada al vacío. Mr. Scroodge explicaba algo en la pizarra pero yo no prestaba atención y, por lo que pude ver, era un tema que yo ya entendía perfectamente.
-Sí, es extraño. Sé qué puede llegar a ser irritante pero tiene un humor increíble, además una vez que lo conoces llegas a pasar muy buenos ratos con él. La verdad es que lo conozco desde que éramos niños, se podría decir que es mi mejor amigo.

Nuevamente sentí que había escuchado mal, ¿Alonso llegar a ser.... agradable? No me la creía. En todo caso solo me quedé callada. Emma era la única persona que me había recibido de buena manera y no iba rechazar su amistad, no, claro que no cedería ante Alonso.

...

A la hora del almuerzo la cafetería estaba atestada de gente. Había estudiantes por aquí y por allá con sus charolas de comida. Otros más salían a comer al aire libre en algún jardín.
Yo estaba en una mesa con Emma frente a mí. Hablábamos sobre cualquier cosa, ella se adaptarse bastante bien al tema de interés. Resulta que Emma era una persona muy agradable, al parecer había tenido novio pero había sido una mala experiencia, pues él se había olvidado de ella así como así.
-Bueno, yo sí tengo novio- dije por fin.
No sabía sí era una buena elección contarle ya sobre Usher, pero necesitaba una amiga y Emma se veía alguien confiable. Esperaba no equivocarme.
-Vaya. De Portland supongo, ¿no?
-Sí, él prometió que seguiríamos juntos. Pero no me ha llamado. - dije con tono triste acordandome de golpe de él.
-Tranquila, dale tiempo. Si bien me contaste, apenas ayer llegaste. Quizá él también está ocupado.
Sopesé la idea de Emma. Tenía lógica a decir verdad.
-Supongo que sí- dije sonriendo de lado.
-Emma- alguien a lo lejos había llamado a Emma. Reconocería esa irritante voz donde fuera. Se acercaba con paso firme hasta sentarse en nuestra mesa, a un lado de Emma.
-Alonso- respondió ella.
-Vaya, venía a decirte que si íbamos a jugarnos un partido de basquetbol, pero veo que estas con.... ella- dijo recalcando la palabra "ella" como si recordara mi advertencia frente al Director Woodwork.
-Sí, ella es Vanessa como ya sabrás. Es una muy linda persona- dijo agitando los brazos como niña pequeña- después de todo he hecho una amiga, cosa que tú creías imposible.
-Bueno, sí, pero te encantan los partidos de básquet.
-Ahora no, Alonso. En serio, tengo una nueva amiga. Quiero seguir hablando con ella.
-De acuerdo- dijo Alonso levantándose de la mesa- entonces te veré luego.
Me dedicó una mirada fría y llena de odio. Y después se fue.
-No le prestes demasiada atención- me dijo Emma- con el tiempo te adaptarás a él.
-La verdad es que yo paso- dije bebiendo un poco de jugo de naranja- no es mi tipo. Punto.
-Bueno, si tú lo dices.
El silencio reinó unos cuantos minutos.
-Oye, este viernes haré una pequeña fiesta en mi casa, un reunión. Tiendo a hacerla al menos un viernes por mes. ¿Te gustaría ir?
Estaba muy emocionada de escuchar esas palabras. No creí que tan pronto sería invitada a una fiesta, bien, reunión.
-Sí, me encantaría. ¿Quiénes Irán?
-Bueno, como te digo es solo una reunión, invito a muy pocas personas. Pero técnicamente estarán Daniel, Alonso, Melanie, Celeste y Diego, también un amigo. Bueno, y claro tú.

Todo perfecto. El único inconveniente era la presencia de Alonso ahí.
-Bueno, ahí estaré. Solo pásame tu dirección por e-mail si quieres.
-Claro- dijo sonriente.
Saqué una pequeña libreta que llevaba en el bolsillo de la falda y garabateé mi e-mail. Se lo tendí y ella lo guardó en su bolsillo.
Estaba emocionada de poder ir a la fiesta, si bien Alonso era un pequeño inconveniente no se convertiría en mi obstáculo.

....

-Entonces, ¿estuvo bien tu primer día?
Sarah ya conducía el Mustang de vuelta a casa. La jornada en el instituto había concluido.
-Sí, hice una amiga, Emma.
-La que estaba hablando contigo en el jardín, ¿no?
-Sí.
El resto del camino fue puro silencio. Supongo que ninguna tenía tema de conversación alguno.
Al llegar a casa me lancé escaleras arriba hacia mi habitación.
-Te llamaré cuando esté lista la comida. Mis padres llegarán hasta la noche. - dijo Sarah a mis espaladas. Pero no le respondí, estaba ansiosa de ver si Usher por fin me había dejado algún mensaje.

Al llegar a mi dormitorio saqué mi móvil del cajón de mi mesita de noche. El mundo se me venía encima y me dejé caer en la cama.
No, no, no. No podía pasar. Usher prometió llamar, o al menos dejar un mensaje, en cuanto llegara a Lakewood.
Decidí llamarle yo. Primer timbre, segundo, tercero.... no contestó. Llamé tres veces más y nada. Ya me estaba preocupando el hecho de que prácticamente no respondiera.
Está bien, me dije, apenas llegaste ayer ten paciencia.
Eso hice. Me calmé y después decidí llamar a Anelly.
-¿Diga?- respondió al segundo tono.
-Anelly, hola.
-Oh, Hola Van.
-¿Qué tal todo por allá ?- dije en un tono melancólico.
-Igual que ayer, en realidad.
No sé si era idea mía, pero a Anelly se le notaba bastante seria e indiferente.
-Eh, ¿está todo bien?
-Sí. ¿qué tal el instituto?- seguía algo indiferente.
-Bien, está muy grande la verdad. Y ya hice una amiga, por ahora todo bien.
Decidí reservarme el pequeño detalle de Alonso.
-Genial- respondió sin ganas
-¿De verdad no te pasa algo? No lo sé, estas algo... distante.
-No, solo llamaste en un mal momento. Estaba algo ocupada pero no hay problema.
-Lo siento.
-Acabo de decir que no hay problema.
-Bien. Eh, oye, ¿sabes algo de Usher? He intentado contactarlo pero no me responde las llamada ni los mensajes.
-Bueno pues no lo sé, hoy sí vino a clases como siempre y estuvimos hablando un poco a la hora del almuerzo, pero no dijo nadar acerca de ti- respondió algo triste.
-Oh, bueno, ayer le dejé un par de mensajes antes de dormir, mientras leía una de sus cartas. Y hoy le llamé regresando del instituto y también le dejé otros mensajes, pero no responde.
-Tal vez tiene algún problema con el móvil, puedo preguntarle mañana que lo vea en clase si quieres.
-Sí, te lo agradecería mucho.
-De acuerdo, Van, no me lo tomes a mal pero estoy realmente ocupada. Te llamo luego.
Y después colgó.
No sabía cómo sentirme. Anelly estaba muy distante y fría. Quería creer que probablemente solo había sido un día difícil, pero algo me decía que se trataba de algo más.
Por otro lado, no sabía qué podría pasar con Usher. Tal vez Anelly tenía razón, quizá su móvil estaba fallando y ya. La verdad era que yo estaba nerviosa, no dejaba de quitarme la idea de la cabeza de que se aburriera de mí y simplemente me dejara. Es algo con lo que no podría.
Usher y yo habíamos compartido momentos muy felices, no iba a echar todo a la basura. Pero tenía miedo y sobre todo, una terrible sensación.
De repente la garganta se me secó de pensar en lo peor. Y la manos me temblaban sin control. Usher podría hartarse de mí, sin duda alguna.
Revisé mi celular un par de veces más y ni rastro de él. Ya no sabía exactamente qué pensar.

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