Capítulo 18: Se ha ido

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Alex estaba cayendo, Frank se dio cuenta tarde de lo que acaba de hacer, o, mejor dicho, lo que lo poseía lo hizo hacer. Gritó el nombre de su amado desesperadamente. Todos, reaccionando a lo que acababa de pasar, se asomaron al acantilado y vieron como su amigo caía, la espalda de Alex tocó el suelo con una velocidad suficientemente rápida como para matar a cualquiera y, tal como un animal muriendo en aquel juego, el cuerpo de Alex desapareció en medio de humo y los objetos que traía quedaron levitando en el suelo. Frank ya estaba llorando a mares, sus amigos se dieron cuenta de eso y lo alejaron de esa caída mientras él se resistía, lloraba y gritaba desesperado el nombre de su ahora difunto novio.

-¡Alex! ¡No! ¡Mi Alex! ¡Mi pequeño! –Gritaba Frank mientras trataba de correr hasta el acantilado para lanzarse también, pero sus amigos lo detenían, mientras ellos también lloraban.

Frank dejó de forcejear pero cayó al suelo de rodillas, no se sentía capaz de hacer nada sin su amado, no podía parar de llorar y gritar.

-¡Frank, tranquilo, sólo...! –Trató de calmarlo Willy mientras también lloraba pero Frank lo interrumpió.

-¿¡Sólo qué!? ¡Nosotros no somos de aquí, Willy! ¡No reaparecemos! –Le gritó a Willy.

-Frank... -Habló Germán, con cautela- hay que volver a casa...

-¡No quiero! ¡No quiero nada! ¡Sólo quiero a mi Alex!

-Por favor, Frank... -Sollozó Lele- se está haciendo de noche...

-¡Pues largaos vosotros, yo no quiero ir! ¡Quiero morir! ¡Soy un asesino! -Gritó mirando sus manos.

-No digas eso Frank... -Habló Vegetta, tan calmado como pudo- no fue tu culpa, sólo... -Frank volvió a interrumpir.

-¿¡Entonces de quién es!? ¡Fui yo quien lo empujó! ¡Yo lo maté! ¡Yo maté a mi novio! –Todos lo miraron sorprendidos.

-Frank... ese no eras tú, algo te tenía poseído... sabemos que tú nunca lo hubieses hecho -Dijo Willy, Frank suspiró.

-¿Y eso qué importa ahora? -Dijo, sin gritar, mirando el suelo- Haya sido lo que haya sido, me hizo matar a Alex con mis propias manos. 

-Frank, tranquilo, iré a buscar sus cosas, ustedes llévenlo a casa –Dijo Vegetta y se fue montaña abajo para buscar las cosas de Alex.

-Frank, vámonos -Willy se arrodilló a su lado.

-No quiero... -Susurró- sólo quiero a mi pequeño...

-Puede que, si salimos de aquí, él esté allá... -Acotó Lele.

-Es verdad -Coincidió Willy-, probablemente esté afuera del juego ya.

-¿Vosotros creéis? -Frank levantó la cabeza, con una pizca de esperanza en sus ojos.

-Tenemos que averiguarlo, pero para eso tenemos que irnos ahora -Lo animó Lele.

Frank se levantó del piso con dificultad, mientras caminaba se desvanecía varias veces por la pena. Una vez ya en casa, Frank se sentó en su cama y comenzó a pensar en su novio, en su cabello negro, sus ojos color café y su sonrisa blanca, en su risa extraña, en esos momentos en los que jugaban y reían juntos, Frank lloraba cada vez que pensaba en Alex y no podía dejar de pensar en él. Levantó su cabeza, y su mirada se clavó en lo que había sobre la mesa y más lágrimas salieron de sus ojos, era el casco de Star Wars de su novio, que estaba junto al suyo, recordó ese momento en el río, cuando le quitó aquel casco para besarlo por primera vez, ya había caído en una inmensa tristeza, y una terrible culpa. Tomó el casco, lo abrazó y se acostó en su cama con la mirada perdida y sus pensamientos en él.

-Frank... -Willy llegó y se sentó junto a él- ¿Cómo te sientes?

-Soy una mierda de persona... -Balbuceó.

-No, no digas eso, tranquilo, seguro que cuando salgamos de aquí él va a estar con nosotros –Dijo acariciando su brazo.

-¿Y si no es así?

-La verdad, no creo que un juego pueda matarlo.

-Pero yo no soy parte del juego... y yo lo maté...

Esa reflexión dejó a Willy pensando, en ese sentido Frank tenía razón, pero sabía que algo estaba pasando con su amigo, que no había sido él directamente quien mató al menor y algo tenían que hacer para solucionarlo.

-Saldré un poco –Se levantó de la cama y comenzó a caminar fuera de la casa con el casco de su novio en la mano.

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