Best Song Ever | Harry styles

Pianista

Después de pagar lo que le debo al hombre, salimos escopeteados de la gasolinera. Al ver que aún llueve con bastante fuerza nos miramos serios.

—¿Dónde vamos? —pregunto.

—Pues no tengo ni idea.

—Yo tampoco pero... —La cojo del codo y la conduzco hasta la esquina del edificio, fuera de la vista del señor—, ...sí que tengo una cosa muy clara.

Ella sonríe porque me ve venir. Con ansia vuelvo a unir nuestros labios. Si pudiera, estaría todo el día besándola. Nuestros labios encajan a la perfección. Simplemente estan hechos para no separarse nunca. Le rodeo la cintura con mis brazos acercándola lo máximo a mí mientras lenguas se enredan. Ella hunde sus dedos en mis rizos, como ya es costumbre desde ayer.

Un día. Solo hace falta un día para conocer a la persona indicada. Su olor ya es parte de mí, su forma de ser... su forma de ser me abruma. Bueno, en realidad, todo en ella me abruma. ¿Qué voy a hacer conmigo? Estoy hecho un debilucho sentimental.

Vuelvo a la realidad cuando un coche frena a nuestra derecha dejándonos completamente mojados. ____ se separa de mí con los ojos abiertos.

—¡EH! —grita levantando las manos.

—¡Perdón! —exclama como respuesta una voz femenina desde dentro. Veo cómo ____ se pone tensa al escucharla y yo la miro extrañada.

—¿Qué pasa? —pregunto en voz baja.

—¡____! —chilla la misma voz de antes antes de que me pueda contestar.

Del coche baja una chica que aparenta ser menor que nosotros, teniendo en cuenta que aún no se la edad de ____. Tiene el pelo un poco más largo de los hombros y una sonrisa enorme dibujada en la cara. Fijándome mejor veo que lleva un pie vendado.

—¿Nerea? —pregunta ____ con tono sorprendido—. ¿Qué haces aquí y... qué te ha pasado?

Del asiento del conductor baja Johnny. Se me corta la respiración de inmediato. ¿Nos habrán visto? Seguramente debo estar blanco como la leche.

—Chicos, ¿qué hacéis aquí? —pregunta Johnny inocentemente. Yo suspiro medianamente relajado, por lo que parece no se han dado cuenta.

—Pues... —comienzo un poco desorientado.

—La lluvia. Hemos tenido que parar aquí y hemos aprovechado para tomar algo...

—...mientras esperábamos que parara de llover —añado yo completando la coartada.

—Ósea que no habéis comprado las cuerdas —____ y yo negamos con la cabeza—. ¡No pasa nada! —dice él metiendo la mano en el bolsillo de su pantalón. De ahí saca una caja igual a la que ____ me ha enseñado antes.

—¿Cómo es que...?

—¿Qué las tengo? —Yo asiento. Johnny sonríe orgulloso—. Esta chiquilla me ha llamado para que la fuera a buscar en coche al pueblo, porque como podéis ver se ha torcido, otra vez, el tobillo. He ido y mientras esperaba que bajara he comprado las cuerdas en la tienda de música de delante de su casa.

Miro a ____ y ella pone los ojos en blanco. Ahora no podemos "ir a comprar cuerdas" ¿Cuánto tiempo llevamos desde que salimos de su casa? Han parecido minutos y sorprendido, mirando el reloj, me doy cuenta que han pasado dos horas y media entre besos y charlas.

—Y hemos parado porque no le queda gasolina suficiente para lo de mañana —dice la tal Nerea—.¿Quién eres? —me pregunta sin tapujos.

—Soy Harry.

—Yo Nerea.

—Nerea, él es el nuevo cantante del grupo y Harry, ella es el piano o teclado, depende de la canción. —Nos presenta con rapidez Johnny.

Ella se acerca a mí dando saltitos y me da un beso en la mejilla.

—¡Encantada! Podría venirse mañana. —dice ella pestañeando rápidamente.

—Debería —le corrige Johnny—. ¿Harry vendrás con nosotros a la casa de Nerea?

Yo los miro a todos. No entiendo el debería de Johnny. ¿Por qué debería? Aunque, en realidad, solo tengo una pregunta para saber la respuesta de esa pregunta; ¿Irá ____?

La miro, considerablemente disimulando, y ella me guiña un ojo.

—¿Dónde es eso?

—Es a unas horas de aquí, ¡es un pueblecillo con mar! —exclama Nerea con su ya característica voz alegre.

Hace unos minutos solo pensaba en besar a ____ y ahora me voy a ir con ella de minivacaciones

—¿Y cuánto tiempo?

—Pues, en principio, toda la semana —dice Johnny—. Nos vamos solos para ensayar lo de la banda y eso.

Yo los miro serio. ¡No seas masoquista Harry! Sabes perfectamente que quieres ir.

—Se lo preguntaré a mi familia pero supongo que sí. —Me estremezco por dentro al decirlo. Conozco a Johnny de hoy y no tengo ni la menor idea de cómo voy a convencer a mi madre de que me deje ir con unos desconocidos, al menos para ella, una semana a casa de una chica y sin padres.

—¡Bien! —exclama Nerea haciendo poner ojos en blanco a ____—. A ver si eres más divertido que estos.

Dice refiriéndose a los hermanos.

—Bueno... —dice ____—. ¿Ahora...?

—Ahora cada uno a su casa que ya es muy tarde —____ y yo suspiramos casualmente a la vez—. ¿Algún problema? —Nosotros negamos otra vez a la vez.

—¿Y Nerea? —pregunta extrañada ____.

—Mis padres no están en casa así que me quedo a dormir con vosotros —explica tranquilamente.

—A vale.

—Bueno, subir todos al coche que tengo que poner gasolina y hacer varias paradas.

No puedo despedirme de ____, en condiciones. Y en condiciones me refiero con un buen beso que le quite el sueño. ¿Por qué? Porque Johnny nos mira atento. No sé porque pero diría que sospecha algo. Va de simpático y divertido, que no digo para nada que no lo sea, pero estoy seguro de que no le haría ninguna gracia saber lo que estaba haciendo con su hermana cuando nos empaparon enteros.

—Ahora a la derecha —le digo guiándole a casa de mi abuela. A medida que nos acercamos voy haciendo un esquema mental de lo que les voy a decir para convencerlas de que no se tienen que preocupar de nada referido al viaje, ellos son buenos chicos. Algo me hace sospechar que tendré que utilizar el apellido Evans para convencerles—. Justo aquí.

Johnny aparca en frente de la enorme casa de mi abuela. Aún no me puedo creer que viva aquí sola. Es una casa demasiado grande, antes al menos tenía al abuelo pero ahora... no sé me resultaría extraño. De repente una duda invade mi mente.

—Johnny —Él alza la vista prestándome atención—. ¿Me puedo llevar mi gata al viaje?

—Hombre... ¡pues claro! Ten —dice dándome un pequeño papelito—. Aquí están todos nuestros números, llámanos mañana por la mañana confirmándonos que no hay ningún problema. Si todo sale bien saldremos de aquí a las seis de la tarde.

—¡Perfecto! —exclamo contento. Bajo del coche con cuidado. Aunque no lo he comentado antes, Johnny tiene un reluciente Audi blanco. Cuando nos hemos dicho las últimas palabras arranca y me grita de lejos;

—¡No te olvides el bañador!