Condiciones

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—¡Pero mamá, ya soy mayorcito!

—Harold Edward Styles, no es de ser mayorcito querer pasar, con unos totalmente desconocidos, una semana en una casa que ni tú sabes dónde está... ¿y si son asesinos? —Asesinos... que exagerada dios mío. El plan A no ha funcionado así que... ¡al B!

—Abueeeela —digo haciendo puchero—. Dile que sí que puedo ir.

—Harry... —Mi madre la fulmina con la mirada y yo le hago puchero. ¡Venga abuela, hazme caso a mí!—. ¿Quién dices que son?

Bueno, al menos, está por la labor de hablar de ello.

—Los Evans. Viven dónde fuimos el otro día Gemma y yo de fiesta. Son dos hermanos mayores, más mayores que yo, su hermana y una amiga.

—¿Hermana y amiga? —pregunta mi madre levantando una ceja. Yo me pongo rojo e intento ocultarlo mirando mis pies descalzos.

—Sí, ¿algún problema? —Mi madre niega tranquila.

—No, no... ningún problema porque NO vas a ir.

—¡Mamá!

—¡Que no! —Dicho esto se da la vuelta y se va. Suspiro enfadado y subo las escaleras de dos en dos hasta mí habitación.

Cojo el móvil y miro la hora preocupado. Es la una de la mañana, quedan cinco horas para que me piquen y en realidad ahora debería de estar llamando para confirmar mi asistencia. ¡Arrgh! ¿Por qué mi madre tiene que ser tan desconfiada?

Aprovecho que tengo el móvil en la mano y me estiro en la cama dando por perdido el viaje y dando al play. Cierro los ojos y canto mientras acaricio a Ada.

—¡HARRY, ¿PUEDES BAJAR YA?! —oigo gritar a mi madre.

Me levanto rápido porque por su tono de voz me lo ha dicho ya más de una vez. Ada y yo bajamos rápido las escaleras y después de ponerle su platito de comida diario voy hacia el comedor. Gemma, la abuela y mamá están ya sentadas y comiendo... en silencio.

Me siento en la silla temeroso porque nunca había visto esta escena. Siempre, y cuando digo siempre es siempre, están hablando. Si no es de una cosa de otra pero siempre tienen un tema de conversación.

-Por fin —murmura mi madre entre dientes y yo me pongo tieso en la silla. ¿Qué narices está pasando? Decido no decir nada y comenzar a comer sin darle importancia— ¿No vas a decir nada? —pregunta mi madre. Suspiro para relajarme. Encima que no me deja ir me provoca.

—Pues sí —digo alzando la vista del plato—. Nunca en la vida te he pedido hacer un viaje con nadie. Soy un niño que siempre he estudiado y hace seis meses le puedes sumar mi trabajo en la panadería. Que yo sepa nunca te he provocado ningún problema y te pido un favor, un simple favor, ¿por qué? Porque he conocido a unos chicos muy majos con los que voy a participar en un concurso y tú te niegas en banda. Al menos esperaba que me pidieras el teléfono de los mayores para hablar con ellos pero no. Tú te niegas y a seguir con nuestra vida. ¡Pues perfecto! —Me levanto de la mesa haciendo un ruido estridente al arrastrar la silla.

—¿Dónde vas? —pregunta mi madre con la voz bastante diferente a la de la pregunta anterior.

—¡A buscar más pan! ¿Tampoco me vas a dejar? —No espero una respuesta y voy a la cocina. Ada me mira con ojos grandes cuando entro. Yo obviamente, sin poder evitarlo, me agacho y la acaricio—. Estoy harto Ada.

Ella pone cara de ya lo sé y ronronea. Cojo el pan que supuestamente he venido a buscar y vuelvo a la mesa.

—Harry... —dice mi hermana mientras me siento.

Best Song Ever | Harry stylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora